Durante las últimas semanas, conversando con varios inversionistas sobre el mercado y el desarrollo de las economías en el mundo, tocamos varios temas, uno de los cuales estaba referido al fiscal cliff americano (o abismo fiscal). 

Para gran sorpresa mía, casi nadie se acordaba de qué se trataba, como si toda la ‘montaña rusa’ que vivieron los mercados los últimos dos años a raíz de este ‘insignificante temita’ hubiera quedado totalmente en el olvido. Me acordé de estas series de televisión americanas que inicialmente tienen la virtud de que uno puede ‘engancharse’ casi sin problemas en cualquier capítulo, como si no hubiese sido necesario revisar los capítulos anteriores.

En el ‘capítulo de hoy’, la trama está enfocada en la política monetaria de Estados Unidos. La especulación del retiro del programa de compras por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos ha causado más de un dolor de cabeza a los inversionistas, y el resultado es el mismo de siempre: la montaña rusa nuevamente cobra vida. Sin embargo, esta temática ya la abordamos a principios de año, y hoy está llena de publicaciones al respecto, por lo que no vale la pena ahondar en este punto.

Lo que sí vale la pena recordar es el capítulo anterior que sigue completamente vigente y que debido a las recientes apariciones de nuestro protagonista, Mr. Bernanke, los espectadores y seguidores de esta serie hemos olvidado.

Por lo tanto, previously on the market (o en el capítulo anterior): Estados Unidos recibió un downgrade crediticio en agosto de 2011 por el lamentable desempeño de los políticos en lograr un consenso respecto del aumento del tope de la deuda pública, el que finalmente se alcanzó (superando los US$16,4 millones de millones), pero a cambio de un plan de recortes fiscales y aumentos de impuestos automáticos, que bombardearon los titulares bajo la apocalíptica consigna de acantilado fiscal (o fiscal cliff). Si estos ajustes no se postergaban, el crecimiento se habría visto sustancialmente afectado.

El propósito formal de estos ajustes automáticos era reducir el déficit del gobierno desde un no despreciable 8% del producto interior bruto (PIB) a niveles más sostenibles en el largo plazo (2% aproximadamente). 

Sin embargo, la discusión se entrampó entre los demócratas y los republicanos. Los primeros solicitando más impuestos a los más ricos y los segundos enfocándose en recortes de gastos; y mientras esta discusión continuaba, la deuda pública avanzaba sin traspié a su tope. El resultado fue que ciertos recortes cercanos a US$85 billones se gatillaron automáticamente durante el presente año fiscal de Estados Unidos (que finaliza en setiembre), aunque la disciplina y el buen momento económico resultaron en una reciente mejora de la perspectiva del país. por parte de la agencia Standard & Poor’s.

Sin embargo, en setiembre se retomará la discusión del techo de deuda pública (la que ya fue postergada en mayo), y si bien los pronósticos apuntan a un nuevo consenso de último minuto, no nos olvidemos de que el arrastre fiscal total representa US$1 millón de millones durante la próxima década, lo que equivale a cerca de 7% del PIB anual que contrapesaría el crecimiento futuro de Estados Unidos, y pondría una alerta al buen momento del consumo privado que afronta el país. Vale recordar que este lastre público ya se ha empezado a observar en las cifras de crecimiento del último trimestre del año pasado y del primer trimestre de este año.

Por lo tanto, como el objetivo de esta columna siempre es tratar de avizorar lo que puede venir en el futuro cercano (en la última columna de AméricaEconomía de mayo de sell in May and go away, nuevamente le dimos medio a medio…), es clave volver a recordar este importante tema, ya que más de un dolor de cabeza nos podría dar de cara al final del verano del hemisferio norte, sobre todo pensando que las rentabilidades de la bolsa americana han sido las de mejor desempeño global en lo que va de corrido de 2013.