El 1 de enero de 1994, entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) para potenciar los intercambios comerciales entre Estados Unidos, Canadá y México. El pasado 19 de febrero se celebró en Toluca (México) una cumbre entre Barack Obama, Stephen Harper y Enrique Peña Nieto, una buena oportunidad para hacer balance de los 20 años del NAFTA. El balance económico es positivo, pero con claroscuros. El comercio trilateral creció 265,4%. Los productos estadounidenses acaparan el 57% de los intercambios, mientras que los canadienses y los mexicanos representan el 24,5% y el 18,5%. 

El NAFTA ha favorecido una mayor competitividad, la internacionalización y la diversificación de la economía mexicana. Sus exportaciones han crecido 631% en dos décadas, desde los US$60.000 millones de 1994 hasta los US$400.000 millones, y tres cuartas partes de ellas con destino Estados Unidos. En 1994 el 75% eran exportaciones energéticas. Hoy las manufacturas representan el 80%, mientras que el petróleo, sólo el 10%. Sin embargo, se ha avanzado poco hacia una convergencia económica entre México y sus dos socios ricos. La economía mexicana ha crecido a una media anual del 2,6%, pero la renta per cápita sigue siendo una quinta parte de la estadounidense (el 19%). 

El balance “social” es discutible. Han crecido las desigualdades territoriales y sociales. En la actualidad, 52 de los 118 millones de mexicanos son aún pobres y los salarios se han estancado desde la crisis estadounidense de 2008. El NAFTA ha impulsado la libre circulación de mercancías, pero persisten las barreras para las personas, aunque se confía que Barack Obama saque adelante la prometida reforma de las leyes migratorias. Por su parte, Canadá impuso en 2009 la exigencia de visado a los mexicanos. Se han creado nexos económicos, pero no una empatía suficiente entre las sociedades de los tres países. Urge reforzar los nexos académicos y culturales para favorecer el conocimiento mutuo. 

Cabe apostar por México, la segunda potencia latinoamericana después de Brasil, pues ha cambiado mucho en dos décadas. Cuenta con una población muy joven y con unas clases medias emprendedoras. México ha tenido que afrontar la irrupción de China como la fábrica del mundo, y hoy operaciones de deslocalización de la producción manufacturera están dando marcha atrás. Las multinacionales vuelven a producir en México. Según The Boston Consulting Group, en 2012 el salario medio chino superó al mexicano, cuando en 2001 era cuatro veces inferior. Las empresas valoran, además de los costos laborales, los del transporte y logísticos, los fiscales y financieros. 

Peña Nieto ha decidido impulsar reformas estructurales en los ámbitos energético, fiscal, educativo y de las telecomunicaciones. La agencia Moody’s ha mejorado la calificación de la deuda mexicana, que ha pasado del “Baa1” al “A3”. La economía, tras crecer 1,3% en 2013, podría hacerlo 3,5% en 2014, gracias a la recuperación de la demanda estadounidense. México ha sorteado las tormentas financieras, que en enero de 2014 volvieron a afectar otras divisas emergentes, entre ellas el peso argentino y el real brasileño.
México es un país abierto al exterior. Ha firmado acuerdos de libre comercio con 44 países. Y ha apostado por constituir la “Alianza del Pacífico”. Mientras tanto, el Mercosur sigue difuminado. 

Pero los grandes mercados del siglo XXI están en Asia-Pacífico. Y una vía para reforzar el NAFTA consiste en sumar esfuerzos en favor del Trans-Pacífic Partnership, para constituir una vasta área de libre comercio que potencie los intercambios económicos y comerciales entre las principales economías del Pacific Rim.

Con todo, los tres socios del NAFTA no dejarán de lado las relaciones transatlánticas. Estados Unidos está negociando con la UE el Acuerdo Transatlántico (TTIP). Canadá ya firmó el 18 de octubre de 2013 un TLC con Bruselas. Y México ha de ser un puente entre el Atlántico y el Pacífico. Ahora son las multinacionales latinas, varias de ellas mexicanas, las que invierten en todo el mundo, incluso en una zona euro que sigue sumida en la crisis.