Hasta mediados de este año pocos creían posible que un independiente pudiera convertirse en la carta del oficialismo de centroderecha para las elecciones presidenciales de Chile del 21 de noviembre.

Pero el exministro Sebastián Sichel se impuso en unas primarias al favorito Joaquín Lavín, un político mediático que estuvo muy cerca de llegar a La Moneda en 1999 y que hasta hace poco tiempo era alcalde de la acomodada comuna capitalina de Las Condes.

En el mundo político, Sichel -un abogado de 44 años- es visto con suspicacia por su cambio entre coaliciones rivales, su paso por el mundo privado y su postura a veces crítica hacia los propios partidos oficialistas.

Y es que en 2009, fue candidato a diputado por el partido Democracia Cristiana -perteneciente a la coalición de centroizquierda que gobernó mayormente al país desde el retorno a la democracia-, pero luego se distanció del conglomerado junto con un exministro de Hacienda de Michelle Bachelet.

"Esta es la elección más importante del Siglo XXI. Nos jugamos no solo la democracia contra la violencia, sino también contra el populismo", ha dicho la carta del oficialismo.

Su candidatura a diputado en ese entonces la hizo como Sebastián Iglesias, el apellido que le dio su padrastro y que luego cambió como rechazo al maltrato que sufrió su madre, según confesó.

Durante el segundo mandato de Piñera, Sichel llegó al gobierno a liderar la oficina de fomento Corfo, para luego ser nombrado como ministro de Desarrollo Social y posteriormente presidente del estatal BancoEstado, de donde salió para ser candidato.

"Lo importante aquí es que mi trayectoria política es conocida y uno de los grandes logros de este gobierno ha sido ampliar su base de apoyo con la clase media y sectores con personas como yo, que hace más de 10 años éramos opositores", dijo en 2019 al asumir como ministro de Piñera.

Ya en campaña, Sichel fue duramente criticado, ya que pese a que había mostrado una férrea oposición al retiro parcial de ahorros en los fondos de pensiones, había hecho uso de un retiro aprobado anteriormente.

En los debates previos a la elección también fue acusado de haber hecho lobby en favor de empresas mientras se desempeñó en el sector privado.

Tras una serie de reveses en su campaña y ante el cortejo de algunos integrantes del oficialismo al ultraconservador José Antonio Kast por su avance en los sondeos de opinión, Sichel golpeó la mesa y llamó a la libertad de acción.

"No voy a aceptar el chantaje de quienes quieren que me transforme en alguien que no soy (...) nos hemos dado cuenta de que algunos quieren volver al pasado y apoyar una antigua derecha", aseguró el aspirante, a quien los partidos reiteraron posteriormente su respaldo.

Sichel se muestra a favor del matrimomio igualitario y a cambios en el sistema actual de pensiones, aunque también defiende la apertura económica que ha caracterizado al país sudamericano.

Su programa "es más posible de llevar a cabo", dijo el jefe de la cúpula empresarial del país, Juan Sutil.

"La mayoría quiere cambios sin violencia", dijo el candidato en un reciente encuentro con empresarios al referirse a las crecientes demandas sociales en el país y que a fines de 2019 provocaron un estallido social, que dejó millonarios daños materiales y una treintena de muertos.

El aspirante ha sido crítico de lo que señala son inconsistencias en los programas y proyecciones económicas de Kast y del izquierdista Gabriel Boric, quienes encabezan los sondeos de opinión.

"Esta es la elección más importante del Siglo XXI. Nos jugamos no solo la democracia contra la violencia, sino también contra el populismo", afirmó.