El estallido social en Chile está comenzando a afectar seriamente la economía y el mercado laboral del país sudamericano, después de más de un mes de protestas antigubernamentales, que han dejado al menos 23 muertos.
"Mi contrato vencía el 30 de octubre, y no me renovaron. Los empresarios se justificaron diciendo que las ganancias bajaron, y que los proveedores no pagan. Al final, lo dejan a uno sin trabajo. Ni siquiera hay posibilidad de renegociar", declara Carlos Muñoz, mientras trastea en la aplicación de móviles de Uber.
Es su primer día de trabajo con la compañía de transporte, y todavía no se ha familiarizado con el programa, recién instalado en su teléfono. El coche ni siquiera es suyo. Se lo dejó un amigo que se apiadó de su situación. Muñoz trabajaba en las oficinas de una empresa de transportes que daba servicio al aeropuerto de Santiago de Chile.
Pero el sector turístico es uno de los más afectados por la crisis social, y la ola arrastró al ahora conductor de Uber, que perdió su trabajo. La industria del Turismo proyecta unos 37.000 ceses y 938 millones de dólares en pérdidas, después de que el 50 por ciento de los alojamientos hayan sido cancelados.
La cifra de desempleo se situó en el 7% en el tercer trimestre, pero el Ministerio de Hacienda teme que pueda ubicarse en el 10% próximamente. El último año en el que la desocupación promedió un 10% fue en 2004. En algunos momentos de 2009, durante la crisis económica global, también se puso en dos dígitos.
"Esto no solo me está pasando a mí. Le está pasando a mucha gente. Sobre todo, a las pymes, que han tenido que cerrar por las manifestaciones", señala Muñoz.
En efecto, expertos del sector de las pequeñas y medianas empresas calculan que podría haber unos 100.000 negocios en riesgo de cierre. Al menos 6.800 pymes han reportado robo, saqueo o incendios.
Sectores como el comercio, el ocio o los servicios han sufrido un duro golpe durante estas semanas. El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, calcula que la crisis podría generar hasta 300.000 desempleados adicionales.
"Para mí está difícil", dice Muñoz. "Me encantaría poder decir que voy a encontrar trabajo esta semana. Pero, como están las cosas, en vez de contratar, están despidiendo", lamenta.
La cifra de desempleo se situó en el 7% en el tercer trimestre, pero el Ministerio de Hacienda teme que pueda ubicarse en el 10% próximamente.
El último año en el que la desocupación promedió un 10% fue en 2004. En algunos momentos de 2009, durante la crisis económica global, también se puso en dos dígitos.
"Toda situación que produzca incertidumbre, genera que los agentes económicos se vuelvan más cautos respecto de sus decisiones de inversión o de gastos, lo que, por una parte, frena la contratación de trabajadores, pero también puede provocar despidos, especialmente aquellos que puedan ser más baratos", comenta Hugo Caneo, docente diplomado en Administración de Riesgos de Unegocios, Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile.
El Gobierno de Sebastián Piñera, cuyo índice de popularidad se encuentra por debajo del 15%, ha propuesto cambios económicos y la redacción de una nueva Constitución, pero las protestas continúan en las calles.
Cambios en el modelo económico. Quienes se manifiestan piden su renuncia y cambios profundos en el modelo económico del país. "Chile necesita que se restablezca el orden público, para facilitar el diálogo social, en base a que las personas tengan tranquilidad social", afirma el analista Caneo.
"Si no se vuelve a una situación de orden público, dada la destrucción de muchos supermercados y locales comerciales, así como el funcionamiento a media máquina de muchos otros, se produciría un efecto de disminución de ingresos", destaca el docente de la Universidad de Chile.
"Eso debiera repercutir en una mayor propensión a ajustar los gastos necesarios para producir la renta a la nueva realidad económica y comercial, esto es, a una realidad de despidos y menor contratación", añade Caneo.
Chile incluso podría entrar en recesión técnica en el último trimestre el año. El Banco Central del país andino ha reducido su expectativa de crecimiento del PIB desde el 2,5 por ciento hasta el 1,9 por ciento.
Impacto de la devaluación del peso. Otro problema adicional es la devaluación del peso chileno. El pasado 14 de noviembre, por primera vez en la historia, el dólar norteamericano se pagó a más de 800 pesos, lo que supuso un alza del 12 por ciento desde que iniciaron las protestas.
La cifra ha oscilado en los días posteriores, pero manteniéndose siempre por encima de los valores usuales. "Las dificultades repercutirían en un mayor empleo informal y precario y, por tanto, a menor ahorro y menor gasto", cree Caneo.
Quienes están perdiendo su trabajo lamentan, además, no poder pagar sus deudas. Los hogares del país andino son los más endeudados de la región.
"Con 300.000 pesos de salario mínimo (unos 340 euros, tras la devaluación de las últimas semanas) es imposible que una familia viva. Yo tengo dos hijos. Y no les puedo decir que no. Y como no les puedo decir que no, recurro a las tarjetas, y uno se endeuda", comenta Muñoz, el conductor de Uber.