-¿Dónde encontramos las causas de la crisis social en Chile?

-Si supiera la causa con certeza... créame que varias personas hubieran precedido los hechos, y obviamente nadie ha hecho eso. Pero ahora, visto esto en retrospectiva, las causas del descontento parecen aparentes. Quienes defienden el modelo económico actual dicen que Chile es un país de altos ingresos que ha reducido su desigualdad en este siglo de ingresos, medido por el coeficiente de Ginni, que por otro lado concentra altos índices de movilidad social. Y todo lo anterior es cierto…

-Pero... 

-Exacto, el pero está en que, si se afirma que Chile, a diferencia del resto de los países de América Latina, es de altos ingresos, la comparación para medir su capacidad económica debería ser el contraste con los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a la cual pertenece Chile. Y es así cómo se comienzan a notar los problemas. Primero, la presión tributaria es muy baja. Es más, el propio expresidente Ricardo Lagos dijo que elevar dicha presión a las grandes empresas había sido un objetivo que no se pudo alcanzar en los diferentes gobiernos de la desaparecida coalición que nació como la "Concertación", hoy conocida como la "Nueva Mayoría".

-En temas de recaudación de impuesto, ¿cuál es la falla?

-En Chile, se recauda alrededor del 20% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras la OCDE tiene un promedio de recaudación del 34% en impuestos. Luego, Chile debe tener un gasto social equivalente, aproximadamente, al 11% del PIB, cuando el promedio de la OCDE llega al 20%. Menciono lo anterior porque el nivel de ingresos, probablemente, es el que explica el nivel de expectativas, es decir, si tu país es extremadamente pobre, nadie espera que tenga los medios para cubrir ciertas necesidades fundamentales, pero si te dicen que es un país de altos ingresos, y aun así no puede ofrecer salud o educación pública gratuita y de calidad, o pensiones que al menos equivalgan al salario mínimo, estás frente a una situación distinta. Además, aún Chile habiendo reducido el coeficiente de Ginni sigue siendo uno de los países más desiguales de América Latina y del mundo. Según el Banco Mundial, en su informe de 2015, es el sexto país más desigual de América Latina y el Caribe, y a nivel mundial es el décimo cuarto país con mayor grado de desigualdad a nivel global.

-Pero muchos siguen destacando la movilidad social del país como uno de sus "grandes triunfos".

-Así es, pero cuando hablamos de movilidad social, es decir, que alguien tiene la oportunidad real de moverse fuera de su espectro socio económico y salir de la pobreza por sus propios medios, vemos el caso chileno y la movilidad social es más descendente que ascendente. La movilidad social ascendente hace que las expectativas de la gente se vean recompensadas, pero lo que vemos en Chile es que es mucho más fácil caer al 20% de menores ingresos que ascender al 20% de mayores ingresos.

-Muchos aún se preguntan el porqué de la explosión social en Chile, un país que destacaba por su estabilidad en todo ámbito.

-Lo interesante de la explosión es que Chile no tiene, por ejemplo, una organización como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), que es capaz de movilizar a 20 mil personas a la capital y mantenerlas movilizadas en dicho lugar hasta lograr sus objetivos. En el caso de Chile, sería más importante el uso de las redes sociales como medio de convocatoria, y dichas movilizaciones a través de esos instrumentos suelen agrupar a un conjunto más variopinto de gente, con distintas demandas y sin ninguna cabeza visible. Lo anterior, por cierto, no es una causa de la movilización, pero ya hablando del tipo de movilización, presenta un cuadro mucho más difícil de resolver, a diferencia del de Ecuador. No sabes cuál es el problema que una vez afrontado podría dar solución a la crisis, porque tampoco sabes con quién dialogar.

Cuando uno ve al número de personas movilizadas, que llegaron a un peak reciente de sobre el millón doscientas mil personas durante un solo día en la capital de Chile, eso es suficiente, según algunos estudios, como para explicar y fundamentar la caída de un régimen político, es decir, es la fuerza social necesaria para que se produzcan cambios sustanciales en la política económica de un país.

FIN DEL OASIS

-¿Qué análisis le merece el ingreso promedio y la mediana de dicho ingreso en la población chilena?

-En el caso chileno es un factor muy interesante, ya que existe una gran diferencia entre el ingreso promedio y la mediana de esa entrada. La mediana del ingreso viene a cumplir el rol como factor o elemento del ingreso que divide a dos grandes grupos, donde habitualmente un indicador de desigualdades grandes es cuando la mediana es mucho menor que la media, y en Chile se da por cierto esa situación, es decir, la mitad gana US$562 o menos, entonces, cuando se dice que son clase media en realidad lo que hay ahí es un abuso de la semántica, ya que una cosa es no ser pobre y otra es tener los estándares propios de la clase media; con US$562 no puedes pagar una hipoteca o comprar un auto, pagar la educación superior de tus hijos y cosas que se asumen que son atributos propios de la clase media. 

Entonces, en Chile no ser pobre se ha vuelto sinónimo de ser de clase media, cuando en realidad no es así. 

-Unas semanas atrás el actual presidente de Chile, Sebastián Piñera, hablaba del "oasis" que representaba su país en la región, por su estabilidad política e indicadores económicos que permitieron atraer inversión. ¿Alguna vez fue un oasis?

-Bueno, claramente no lo es. Ahora, sin embargo, yo sí diría un cosa: cuando se habla del modelo económico, cada quién entiende lo que digamos le permite llevar agua para su molino, y si lo que uno quiere decir es una crítica al modelo económico y cambiarlo en su totalidad, y eso significa que hay que acabar con el capitalismo... yo diría que esa forma de plantearlo es la respuesta equivocada a la solución del problema, y según las encuestas que han promovido esa discusión, son minoría las personas que opinan de esa forma en Chile.

-Entonces, ¿no se cumplió la promesa del "Estado de Bienestar”?

-Aún no existe un Estado de Bienestar que esté a la altura del nivel de ingreso con el que cuenta el país, y esa sí me parece una crítica muy válida, ya que deberían cobrarse muchos más impuestos, sobre todo de manera progresiva, con el fin de cubrir más gasto social; y por otro lado, en el caso de Chile ha sido notorio lo que se conoce más como "mercantilismo", es decir, la falta de mercado, como en los casos muy comentados de colusiones o concertaciones de precios, medicina o medicamentos, o la colusión de la carne avícola. Esa también me parece que es una crítica valida, pero dicha critica curiosamente no es a la economía de mercado, sino a que no existe la competencia que uno esperaría tener en una economía de mercado tan desarrollada como la chilena.

-Hoy se multiplican las voces por un cambio de modelo económico.

-Así es, pero entonces las alusiones al modelo o cambio del mismo deberían ser mucho más precisas, porque cada quien se refiere a aspectos distintos de la economía chilena cuando se habla del modelo, aunque parecería que estamos hablando de lo mismo, pero ese no es el caso.

-¿Esto pone en jaque a los que utilizaron a Chile como laboratorio del modelo neoliberal y proyectaron desde acá esa expansión para el resto del mundo, posicionando como uno de sus grandes triunfos la movilidad social?

-Bueno, Chile efectivamente fue pionero en muchas cosas, incluyendo la puesta en marcha de este sistema de mercado. Por ejemplo, el sistema de capitalización individual privado para obtener una pensión es un invento chileno donde encontramos su origen en la época de Augusto Pinochet. Lo interesante es ver que, salvo el Reino Unido, según recuerdo, ningún país desarrollado ha adoptado un modelo similar, pero claro, otros podrían decir que el modelo de pensiones público también presenta problemas. Pero el análisis del modelo público de pensiones contaba con dos ventajas, por sobre el otro, al garantizar, en primer lugar, una pensión de por vida, mientras que el privado solo garantiza la pensión mientras exista un fondo. ¿Y si dicho fondo se agota? La pensión se acaba. Como segunda gran característica del modelo público es la garantización de una pensión mínima que, por cierto, no garantiza el modelo privado. 

PANACEA

-Frente a una crisis como la chilena, ¿es el cambio de constitución la forma correcta y de fondo para resolver los problemas?

-Ahí hay varios datos interesantes que podemos nombrar, en especial los del historiador británico Niall Ferguson, que da a ciertos factores de importancia al postular que si el cambio de constitución es una panacea en América Latina, ya que debería haber resuelto la mayoría de sus problemas. Somos la región donde, en promedio, los países han adoptado mayor número de constituciones, pero estas medidas de cambio no bastarían por sí mismas.

En segundo lugar, las constituciones -según el estudio de Ferguson y un coautor- en América Latina han sido reformadas para incluir nuevos derechos y son más extensas que otras constituciones de otras regiones del mundo. Tienen más artículos, por ende, lo que digo es que no es que no haya necesidad de construir nuevas cartas magnas en los países en crisis, sino lo que no entiendo es que se crea que un cambio total de Constitución va a ser mejor.

Por otro lado, algunas voces alegan, como en el caso chileno y el peruano, que el origen bajo un régimen autoritario de la constitución es lo que le resta legitimidad. Bueno, la constitución más longeva del mundo, la de Estados Unidos, fue adoptada sin una elección popular de los constituyentes que, además, eran terratenientes que poseían esclavos. Entonces, digamos que el origen de la Constitución no es la única base de su legitimidad.

-Una característica importante que comparten las constituciones de Perú y Chile es que fueron hechas bajo gobiernos dictatoriales y ambas tiene alto grado de rechazo en la población según múltiples sondeos.

-Así es, y ambas también han sido modificadas en democracia, por ello, algunas modificaciones podrían ser pertinentes, pero no me queda claro que haya necesidad de hacer un cambio total de constitución, cosa que genere incertidumbre. Además, también habría que preguntarse qué cambios son necesarios. Si por ejemplo, alguien quiere poner en la constitución, como ocurre en el Perú, que el Estado debiera tener un rol empresarial, yo tengo dudas de que eso sea un cambio para mejor.

  

DISPARO A LOS OJOS

-Se habla de una crisis de representatividad de la clase política chilena. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?

-Sí, es verdad, pero hace unos meses yo hubiera dicho que eran muchas más las diferencias positivas de las clases políticas latinoamericanas en relación a la chilena. He tenido la oportunidad de viajar a Chile en muchas oportunidades, y tuve la oportunidad de entrevistar a muchos políticos chilenos, y a mí más bien me llamaba la atención el alto nivel intelectual de ellos. Ahora, quizás no me llamaba la atención tanto el nivel intelectual de los políticos recientes que hay hoy en Chile, como Bachelet o Sebastián Piñera, sino más bien el de los políticos que se confrontaron con la dictadura, como Luis Maira o Andrés Allamand; otro que llamaba mucho la atención era Ricardo Lagos. Yo creo que los políticos chilenos son de un nivel muy superior, por ejemplo, a los políticos peruanos.

Por otro lado, el sistema de partidos políticos parecía funcionar hasta no hace mucho tiempo, mientras que en el Perú colapsó a principios de los años 90 y, sin embargo, existen hoy problemas de representatividad muy serios en ambos países. Por ejemplo, cuando uno ve encuestas, Chile y Perú se parecen mucho en que la gran mayoría de los electores no se identifica con ningún partido político; no se siente representado por ninguno. Pero en el caso de Chile no es que no existieran partidos organizados, con ideologías o dirigentes de buen nivel; el problema tiene que ver más con el hecho de que, y eso sí que se parece a Perú, se siente que, a pesar de por quién se vote, la política económica termina siendo exactamente la misma.

También tienes a la izquierda que se dispara a los pies, como ocurre en Chile en política económica cuando menos, ya que sus diferencias con la derecha son mínimas. Y lo anterior es una de las explicaciones del porqué la social democracia en Europa está perdiendo respaldo electoral, aunque tienes lugares como Portugal, donde la social democracia sin ser una fuerza revolucionaria, al menos ofrece una diferencia práctica una vez que llega al gobierno.

-Ecuador, Perú, Chile y otros países en la región han ido cayendo en diferentes explosiones sociales, ya sea por la corrupción política o los cuestionamientos al modelo económico. ¿De qué forma vamos descomprimiendo esta "olla social" en el vecindario?

-Primero, creo que hemos desarrollado el mal hábito en la región de llamar populista a cualquier medida que parezca buscar atender demandas sociales. Y el punto es que atender demandas sociales es algo que se supone que deben hacer los gobernantes. En países similares, en los últimos años, como Chile y Perú, no importaba por quién votara el electorado, la política económica era básicamente la misma, y eso termina deslegitimando el sistema político. Por citar un ejemplo, el de AMLO (Andrés Manuel López Obrador), actual presidente de México, donde yo creo que alguna de sus promesas de campaña eran equivocadas, pero aun así reconozco que su popularidad -pese a que en mi opinión promueve medidas que son equivocadas- en parte deriva del hecho de que es un político que hace lo que dice y eso en sí mismo es rescatable. De lo anterior, pongo dos ejemplos concretos: el proyecto para dar fin a la licitación para construir un nuevo aeropuerto para el D.F., que le va a costar económicamente una indemnización muy alta al gobierno mexicano; y por otro lado, la refinería en su estado natal de Tabasco, donde dicha infraestructura se denominaría de dos bocas. Ambos proyectos, según mi criterio, no son obras que parecieran ser útiles o necesarias, pero es importante que un político haga algo cercano a lo que ofreció en campaña, cosa de lo que nosotros nos estamos desacostumbrando.

LECCIONES

-El colapso del modelo económico de Chile, en materia de crecimiento con equidad, ¿implica un llamado de atención a los gobiernos de Latinoamérica? ¿Cuál es la lección tras el colapso chileno?

-Habría que empezar diciendo que, a pesar de todos sus problemas, el modelo chileno ha hecho de ese país una nación de altos ingresos, que ha logrado, si bien marginalmente, una reducción en la desigualdad de ingresos. Sigue siendo extremadamente alta y tiene niveles de movilidad social que deberían ser más hacia arriba que hacia abajo, aunque es mayor que la de otros países de América Latina. Ahora, el problema no es que no existan lecciones, sino que se obtengan las lecciones equivocadas de lo que ocurre en Chile.

-¿De esas lecciones aparecerá un recelo a adoptar modelos tan puramente neoliberales como el chileno?

-Yo diría que sí. Tras lo que pase en Chile los gobiernos pensarán dos veces en imitar el modelo económico chileno. Cuando me preguntaban por el modelo a seguir en A. Latina, escogía el uruguayo y no el chileno, ya que ahí tienes un modelo que puede generar crecimiento, claro, menor al que generé el modelo chileno, pero lo que habría que tener en cuenta es que la población en el Uruguay no crece entonces en términos per cápita, pero básicamente lo que tienes ahí es capitalismo con Estado de Bienestar. Por eso Uruguay tiene un coeficiente de Ginni significativamente menor al de Chile.

En resumen, Uruguay es un país con poca población, y población relativamente homogénea, y esas características facilitan un modelo como el uruguayo -hay estudios en países desarrollados que indican que cuando hay diversidad étnica no suele haber tanta solidaridad en la distribución del ingreso precisamente por esas diferencias-, un modelo donde el capitalismo genera la riqueza y el Estado tiene políticas redistributivas: creo que es el mejor modelo que se conoce. Digamos que puede haber utopías no intentadas que sean mejores, pero en tanto no se intenten es difícil decir con certeza que sean mejores que este modelo de Estado de Bienestar que inauguraron los países nórdicos, y que otros, en mayor o menor proporción, intentan copiar en Latinoamérica.