Recientemente, tuve la oportunidad de ser entrevistado por el Aviation Festival Americas 2023 sobre los tres principales desafíos que enfrentarán las aerolíneas en Latinoamérica en el primer semestre de este año que comienza.
Entre los tres principales desafíos se encuentran la volatilidad del precio del combustible -especialmente porque la rentabilidad de las aerolíneas está estrechamente relacionada con los precios del combustible-, el aumento de los costos unitarios y una potencial desaceleración a nivel mundial de la economía y demanda.
Con respecto al costo del combustible, el petróleo (Brent) cotizaba en promedio a US$ 84 por barril la última semana de diciembre, o cerca de un 30% menos que en julio de 2022, cuando el Brent cotizaba cerca de los US$ 120. De igual manera, los precios mundiales del combustible de aviación cerraron en S$ 2,9 por galón o un 28 % menos que hace seis meses, cuando se encontraban por encima de los US$ 4, mostrando un diferencial de 90 centavos de dólar entre estos dos productos (el Brent y el combustible de aviación). Mientras tanto, el diferencial entre las dos materias primas estrechamente relacionadas era dos veces mayor hace seis meses.
Si bien una mayor demanda de pasajeros a la esperada ha impulsado los ingresos de las aerolíneas y, en algunos casos la rentabilidad, los costos más bajos del combustible de aviación que en promedio representan un 33% del costo anual de una aerolínea sirvieron para impulsar un superávit financiero a las aerolíneas durante la segunda mitad de 2022.
Pero la pregunta clave es, en el futuro, ¿qué podemos esperar en términos de precios del combustible de aviación? ¿Se mantendrán los precios del combustible por debajo de los US$ 3 por galón o las nuevas sanciones económicas impuestas por la Unión Europea a Rusia podrían significar que los precios del petróleo enfrentarán una mayor volatilidad de los precios en el futuro?
Observando dónde se encontraba la producción de petróleo en noviembre de 2022, la OPEP+ y sus aliados, incluida Rusia, redujeron su producción en un 5% a 42 millones de barriles por día. Si bien no se acordó un nuevo recorte de la producción (lo cual es positivo) antes de fin de año, aún existen preocupaciones sobre las posibles fluctuaciones en los precios del petróleo en el futuro debido a una posible desaceleración de la economía mundial y la guerra en Ucrania, que pueden impactas la estabilidad de los precios.
Adicionalmente, se espera que la nueva ronda de sanciones a la importación de crudo ejecutada por la Unión Europea a Rusia aumente los precios del combustible y acelere aún más la interrupción del mercado del petróleo. Por ende, la tendencia en los precios del combustible de aviación puede continuar siendo hacia la alza.
Con respecto al segundo desafío que enfrentarán las aerolíneas, se encuentra el incremento de los costos unitarios. Mientras la incertidumbre sobre el futuro económico recorre el mundo incluyendo el aumento en las tasas de interés para frenar la inflación, el dólar sigue ganando terreno frente a otras monedas y algunas de las economías más grandes de América Latina no son una excepción. Por ejemplo, Argentina, Chile y Colombia son los tres países que han sufrido las peores devaluaciones de sus monedas en 2022 frente al dólar, sin dejar atrás a Venezuela.
México, por otro lado, no ha visto grandes turbulencias en el mercado de divisas, mientras que el real brasileño y el sol peruano se han visto poco afectados. La mayoría de los costos de las aerolíneas incluyendo mantenimiento mayores de aviones, repuestos, arrendamiento de aviones, entrenamiento de pilotos, entre otros, son en dólares. Al depreciarse la moneda, el impacto negativo es directo.
Si bien se espera que los costos laborales (pilotos, aeromozas, entre otros) se mantenga o sufran un ligero incremento en nuestra región, se espera que los costos unitarios se incrementen. Sin embargo, esta historia es totalmente diferente en Norteamérica, donde la mano obra es el primer o segundo costo más grande de las aerolíneas (siendo en Latinoamérica el entre el segundo o tercero). En estos momentos, los sindicatos de las principales aerolíneas norteamericanas se encuentra negociando sus contratos laborales con incrementos esperados entre un 20% y 30% en la mano de obra. Por ejemplo, los pilotos de Alaska Airlines ratificaron un nuevo contrato en octubre. Según el nuevo acuerdo, varios pilotos obtienen aumentos de más del 20%, mientras que los pilotos de Delta Airlines buscan un 30% de aumento.
Finalmente, el tercer desafío clave que enfrentarán las aerolíneas es el comportamiento de la economía. En una encuesta realizada recientemente a colegas de la industria relacionada con el comportamiento de los costos unitarios de las aerolíneas en la primera parte de 2023, el 82% cree que el costo aumentará, mientras que el 69 % respondió que cree que los ingresos de las aerolíneas también aumentarán. La buena noticia es que se espera que los ingresos crezcan, pero la mala noticia es que se espera que los costos crezcan aún más rápido.
Sin embargo, persisten otras preocupaciones macroeconómicas claves que pueden limitar la demanda y la generación de ingresos a las aerolíneas como la aceleración de la inflación y por ende una debilidad mayor del poder adquisitivo, salarios incapaces de mantenerse al día con el aumento de la inflación y depreciaciones de monedas, niveles de ahorro potencialmente más bajos (o peor aún agotados) para actividades de ocio y placer, contracción del mercado laboral, tasas de interés más elevadas y altos niveles de deuda en las tarjetas de crédito entre otros.
Adicionalmente, y para mantenerse al día con el aumento en los precios, muchos consumidores se están apoyando en las tarjetas de crédito y no está claro hasta cuándo se podrán mantener los niveles de gasto registrados en 2022 especialmente para actividades relacionadas con el ocio y vuelos de placer y visita a familiares. Y esa es una gran pregunta que se hacen las aerolíneas hoy día, qué pasará con la demanda de pasajeros y el aumento de los boletos aéreos en un ambiente de costos unitarios en aceleración.
Para concluir, las aerolíneas deben esperar costos unitarios más altos por lo menos en la primera mitad de 2023, lo que se traduce en márgenes y rentabilidad más bajos, a menos que la demanda y los ingresos disponibles continúen fuertes y se implemente una disciplina en la oferta de asientos que permita optimizar márgenes, rendimientos e ingresos por asiento kilómetro.