La presencia de América Latina ha sido esencial en los momentos en los que se establecieron las bases del actual orden internacional y la institucionalidad multilateral que lo ha acompañado. Desde la segunda postguerra, estuvo siempre asociada a la construcción progresiva de la gobernanza económica internacional. Tuvo presencia, iniciativas y liderazgos que contribuyeron a reforzar el naciente multilateralismo. No puede ser distinto esta vez, en la configuración del mundo que deberá emerger luego de la crisis que estamos viviendo a escala global. La pandemia del COVID-19 ha hecho aún más evidente que el sistema internacional y sus instituciones, así como las políticas públicas de los estados, no están respondiendo a las realidades y los desafíos del Siglo XXI.

La crisis multidimensional generada por la pandemia del COVID-19 tiene efectos globales que ponen en serio riesgo la consecución de los  objetivos de desarrollo sostenible en la región. El volumen del comercio internacional, del que dependemos en una gran proporción, puede caer más de un 30%, afectando a nuestras exportaciones, por lo que habrá menos empleo, impactará en las cuentas públicas y en el financiamiento de los sistemas de seguridad social, con fuertes repercusiones sociales.

Las proyecciones indican que marchamos hacia una considerable contracción del producto, que será la peor en la historia. Tal destrucción de riqueza y empleo, en dimensiones prácticamente desconocidas, aparejará un importante retraso en el proceso de desarrollo y en el común combate a la pobreza y la desigualdad. Nuestros países enfrentan así, por igual, una colosal y doble tarea que es tanto de resistencia como de recuperación. Para ser exitosas, sus políticas requieren un contexto internacional apto.

Ante este contexto y su proyección al futuro, y al constatar la debilidad creciente del sistema multilateral, agravada recientemente por la renuncia del Director General de la OMC, los ataques a la OMS y a la propia OMC, la relativa parálisis de la ONU, y qué decir de los organismos de integración de América Latina, un grupo de académicos, economistas, exdiplomáticos de diferentes países latinoamericanos y europeos, interdisciplinario y pluralista, acaba de presentar a los gobiernos, organismos internacionales y de integración regional, un documento de análisis y propuestas sobre la responsabilidad que debe asumir América Latina en la configuración del nuevo orden mundial postcrisis. Este documento ha sido respaldado por los expresidentes Ricardo Lagos, Ernesto Zedillo, Vinizio Cerezo, excancilleres como Enrique Iglesias, y cerca de un centenar de exministros, rectores, decanos y académicos de universidades latinoamericanas y europeas, dirigentes sociales y del sector privado.

El documento constituye una de las más sólidas tomas de posición de la comunidad política, académica y social de la región, y un llamamiento a los niveles de decisión en torno a cinco ejes fundamentales:

1. Sin comercio internacional fluido no existirá un sólido crecimiento económico.

2. Es fundamental contar con instituciones fuertes a nivel global y regional, sin las cuales no existirá la predictibilidad necesaria para que prosperen el comercio y las inversiones, con un efecto positivo en el empleo y los recursos para políticas sociales que contribuyan a la recuperación.

3. La actual situación de crisis global debe dar lugar a un liderazgo latinoamericano renovado, con personas e ideas que nutran con un nuevo impulso las instituciones multilaterales y regionales.

4. Se precisa apoyar una defensa y reforma de la OMC, de la UNCTAD y del CCI, pero también con igual espíritu velar, defender y revitalizar las instituciones que hacen estrechamente a la integración regional, como son la CEPAL, la ALADI y el BID, y demás referentes regionales en la educación, la ciencia y la cultura.

5. Es fundamental una concertación de ideas y propósitos, en respuesta al formidable reto que nuestra región enfrenta hoy para salir de la crisis, y para construir un futuro social, económica y medioambientalmente sustentable.

Tal como se plantea en la propuesta, de la crisis deberá surgir necesariamente un nuevo orden internacional, pero no estamos seguros de que vaya a ser mejor. América Latina debe hacer oír su voz en este proceso, o seremos marginados de decisiones que nos afectarán de todas maneras. Para asumir un rol gravitante, y a la vez generar las condiciones de la recuperación económica y social de la crisis, América Latina debe retomar y fortalecer la integración regional, cooperar y concertarse para preservar un multilateralismo basado en reglas y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

 

[1] Este artículo se basa en el documento elaborado por la exministra Anabel González (Costa Rica), y los embajadores Guillermo Valles (Uruguay), Alejandro Jara (Chile) y Héctor Casanueva (Chile).