Yo no sé -ni creo que nadie sepa- cuánto dinero tiene Joaquín El Chapo Guzmán. Lo que me queda claro es que existe mucha evidencia para pensar que es multimillonario en dólares. Lo que es increíble es que el gobierno mexicano lo tuviera preso por más de un año y el narcotraficante no sólo contara con los recursos financieros para evadirse de la cárcel, sino que, una vez fugado, se escondiera rodeado de un poderoso aparato de seguridad. ¿Cómo es posible, después de tantos años de ser perseguido, que el gobierno mexicano todavía no haya podido detectar y secar las redes financieras de El Chapo?

Estos días hemos atestiguado el gran poder económico del líder del Cártel del Pacífico. En el relato de la visita que le hizo Sean Penn habla de la presencia de escoltas fuertemente armadas. El mismo narcotraficante le presumió al actor estadounidense que posee una flota de submarinos, aviones, camiones y barcos. Los hijos de El Chapo portaban lujosos relojes sin ningún empacho. En la entrevista posterior que le hizo un camarógrafo al capo, en el fondo se aprecian hombres vestidos de soldados; supongo que son los paramilitares que lo cuidaban.

El asunto del dinero es fundamental en toda esta historia. El riesgo de que El Chapo vuelva a fugarse o arme una batalla fuera del penal de El Altiplano se incrementa en la medida en que pueda seguir teniendo acceso a su capital. Ya vimos cómo la vez pasada que estuvo encarcelado tuvo los recursos que quiso. Al gobierno de Peña le urge detener el flujo financiero de Guzmán.

Carlos Loret de Mola ha publicado información de fuentes oficiales de cómo se movía El Chapo durante los meses que estuvo fugado: "Tuvo a su disposición 200 pistas clandestinas y 500 avionetas tipo Cesna". Además, hemos conocido que no sólo tenía campamentos en la sierra, sino una red de casas de seguridad en algunas ciudades, todas ellas con túneles hacia el drenaje que le permitían escapar en caso de ser detectado por las fuerzas del orden. Adonde se movía llevaba escoltas con poderosas armas. Se encontraba en la de Los Mochis cuando ocurrió el enfrentamiento con un comando de la Marina. Los militares se sorprendieron por la cantidad de armas sofisticadas que tenían los guardias de El Chapo quien, mientras tanto, escapó por el tradicional túnel; de no ser por dos policías federales, los verdaderos héroes en la recaptura, el narcotraficante se hubiera evadido de nuevo.

Pues bien, todo esto cuesta, y mucho. ¿Cómo compra El Chapo sus aviones, barcos, vehículos, relojes, casas, túneles y armas? ¿Cómo paga la abultada nómina quincenal de tantos hombres que lo protegían? ¿Cómo canaliza los pagos a tantos policías y políticos que tiene corrompidos?

El dinero, sabemos, lo obtiene del muy rentable negocio del tráfico de drogas. No sé si él siga metido en la operación de la empresa o si El Mayo Zambada es el encargado y le reparte dividendos. Lo cierto es que El Chapo sigue teniendo muchísimo dinero con capacidad de gastarlo. Esto habla de una extensa y complicada red financiera que el gobierno mexicano no ha podido o querido identificar.

Porque cuando el gobierno se lo ha propuesto, pues encuentra las huellas del dinero. Recuerdo, por ejemplo, al entonces subprocurador de la República, Alfredo Castillo, explicándonos, con una enorme gráfica, cómo triangulaba Elba Esther Gordillo el dinero del sindicato magisterial para sus gastos personales. Ciertamente eran operaciones muy rancheras: sacaba recursos de las cuentas bancarias del SNTE para pagar su tarjeta de crédito de Neiman Marcus. Supongo que El Chapo Guzmán, a lo largo de su criminal carrera, ha aprendido a realizar transacciones más sofisticadas que La Maestra (presa por lavado de dinero). También supongo que es imposible comprar tantos bienes en efectivo y, por tanto, que tiene recursos en bancos que de alguna manera fueron blanqueados en su momento. ¿Cómo es posible que el gobierno mexicano no los haya detectado?

El asunto del dinero es fundamental en toda esta historia. El riesgo de que El Chapo vuelva a fugarse o arme una batalla fuera del penal de El Altiplano se incrementa en la medida en que pueda seguir teniendo acceso a su capital. Ya vimos cómo la vez pasada que estuvo encarcelado tuvo los recursos que quiso. Al gobierno de Peña le urge detener el flujo financiero de Guzmán.

Por cierto, este jueves las autoridades mexicanas detuvieron a Mauricio Sánchez Garza por los delitos de extorsión y lavado de dinero. Es presunto operador financiero de Juan José Esparragoza, El Azul, uno de los socios de El Chapo del Cártel del Pacífico. Pero no nos emocionemos: lo arrestaron para extraditarlo a Estados Unidos donde lo van a enjuiciar.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.