Especialmente en fechas clave como la llegada de un nuevo año, es muy común que los grandes bancos de inversión realicen todo tipo de predicciones sobre las principales variables económicas y financieras.
Lamentablemente, la historia y los datos estadísticos son concluyentes, y en términos generales la probabilidad de que los pronósticos económicos y financieros resulten acertados es muy baja. Incluso cuando se trata de variables relativamente estables y predecibles, como el crecimiento del PBI mundial, los cálculos año tras año suelen estar alejados de los datos que efectivamente se reportan en el tiempo. Si se trata del precio del petróleo, las tasas de interés, o la evolución de los índices bursátiles, los pronósticos suelen ser incluso más desacertados.
En conclusión, no podemos confiar en los pronósticos de los grandes bancos de inversión para tomar buenas decisiones de inversión, aunque sí es posible analizar las expectativas para beneficiarnos en el tiempo.
Esta es la norma en lo que respecta a la mayoría de las estimaciones de Wall Street, en términos generales no tienen demasiada validez predictiva. Más allá de esto, algunos analistas puntuales han demostrado su capacidad para pronosticar mejor que otros algunas variables importantes como las ganancias de determinada compañía.
Cuando un analista se especializa en una determinada empresa o sector, y si ha demostrado en el tiempo que sus pronósticos son más acertados que los de la media de los analistas, esto significa que probablemente seguirá realizando estimaciones de ganancias más cercanas a la realidad.
Por otro lado, aún cuando se trata de analistas con una mayor capacidad que sus pares, esto no garantiza de ninguna manera que las predicciones sean acertadas. Los datos estadísticos indican que el margen de error puede reducirse, aunque nunca eliminarse.
Esto puede resultar problemático para los inversores, especialmente quienes no analizan la evidencia histórica al respecto. Seguir ciegamente los pronósticos de los bancos de inversión como si tuvieran una bola de cristal para leer el futuro puede ser una receta desastrosa para nuestros retornos.
Por otro lado, los pronósticos no dejan de tener una validez importante para la toma de decisiones. En primer lugar, las estimaciones de los analistas dicen mucho al respecto del nivel de expectativas.
Cuando los grandes bancos de inversión están apostando fuertemente al alza del mercado en general o de un activo en particular, esto seguramente se verá reflejado en los precios y la valuación actual del activo en cuestión.
A grandes rasgos, esto es una mala señal, especialmente cuando se alcanzan niveles extremos. Cuando todo el mundo está de acuerdo en que conviene comprar, buena parte del dinero disponible para compras ya se ha canalizado en ese sentido. Un consenso agresivamente optimista es en términos generales una señal de venta para inversor avezado.
Por otro lado, analizar el cambio en las expectativas puede ser interesante. Si las expectativas están mejorando, aunque sin llegar a ser agresivamente optimistas, esto habitualmente suele ser positivo para los precios de los activos.
El optimismo, al igual que el pesimismo, suele esparcirse en forma gradual y contagiosa. Lo cual es muy importante, en algunos casos es posible capitalizar la dirección en la tendencia de expectativas para obtener beneficios en los mercados.
Por ejemplo, los datos indican que cuando las estimaciones de ganancias para una compañía van en aumento, es probable que las acciones tengan un retorno superior al promedio de mercado. Así las cosas, conviene comprar cuando las expectativas están en ascenso, pero evitar situaciones en las cuales el consenso es agresivamente optimista.
En conclusión, no podemos confiar en los pronósticos de los grandes bancos de inversión para tomar buenas decisiones de inversión, aunque sí es posible analizar las expectativas para beneficiarnos en el tiempo.
En general, cuando abunda el pesimismo estamos frente a un momento de compra, ya que los precios de los activos suelen subestimar su verdadero valor fundamental. A medida que van mejorando las expectativas conviene mantener las posiciones, teniendo en cuenta que esto es positivo en términos de comportamiento de precios.
Por otro lado, cuando se alcanza un nivel de optimismo generalizado es conveniente vender, ya que probablemente estemos ante un contexto de burbuja y activos sobrevalorados. A medida que las expectativas se ajustan a la baja conviene mantenerse alejado del activo en cuestión, mientras que un nuevo nivel de pesimismo generalizado puede señalar nuevamente una oportunidad de compra.
*Esta columna fue publicada originalmente en Sala de Inversión.com.