Existe amplio consenso en que el sistema privado no está cumpliendo con la promesa fundamental de entregar pensiones con una tasa de reemplazo de 70%. Los defensores del sistema arguyen que ello no es responsabilidad de la capitalización individual sino que de diversos elementos entre los que destacan las limitaciones del mercado de trabajo y las consecuentes lagunas previsionales, el nivel relativamente bajo de las cotizaciones y la edad temprana de jubilación. Sin negar que estos temas deben ser revisados, es indudable que las bajas pensiones son resultado directo de características propias del sistema de AFP, en particular de que el sistema financiero no genera en el largo plazo las rentabilidades necesarias para que sea viable un sistema previsional basado en la capitalización individual.

La baja tasa de reemplazo que genera el actual sistema privado de pensiones deriva de cuatro elementos principales:

Es indudable que las bajas pensiones son resultado directo de características propias del sistema de AFP, en particular de que el sistema financiero no genera en el largo plazo las rentabilidades necesarias para que sea viable un sistema previsional basado en la capitalización individual.

*La existencia de un oligopsonio en el acceso a los fondos es sin duda un primer elemento a destacar. La necesidad de los fondos de pensiones de colocar cada mes rápidamente ingentes recursos en el mercado de capitales provenientes de las cotizaciones previsionales de cerca de 5 millones de personas, hace posible el ejercicio de una suerte de “Poder de Compra” a costos bajos de esos recursos por parte de las grandes empresas del país que afecta la rentabilidad de dichos fondos. La Fundación Sol ha mostrado que diez empresas y diez bancos utilizaban una cifra en torno US$43 mil millones equivalentes a 27% de los fondos. 

*Una segunda razón es la fuerte caída de la rentabilidad de los instrumentos financieros. En la década de los 80, los fondos obtuvieron altas rentabilidades como efecto del alto interés pagado por los instrumentos de deuda pública necesarios para pagar la alta deuda externa que enfrentaba el país. Posteriormente, las altas rentabilidades de los fondos fueron resultado de los procesos de privatización, que por el subsidio implícito que implicaba la venta de las empresas públicas y la regulación tarifaria generosa de muchas de ellas, hizo crecer fuertemente su valor bursátil. No obstante, en los últimos años la rentabilidad de los fondos de pensiones ha experimentado una dramática caída. En efecto, en el período agosto 2005 y julio 2013 la rentabilidad promedio anual de los cinco fondos de las AFP fue de 3,9%. Esta cifra es prácticamente la misma tanto para los fondos más riesgosos como para los menos riesgosos. Se trata de una cifra muy por debajo de la rentabilidad necesaria para asegurar las pensiones prometidas.

*Una tercera razón, asociada a la caída de la rentabilidad de los instrumentos financieros, pero sobre la cual se habla poco en el debate, es la fuerte caída de las tasas de interés que las empresas aseguradoras reconocen a los fondos acumulados en el momento de adquirir las rentas vitalicias. La tasa de interés que reconocen las aseguradoras a los fondos acumulados por los cotizantes ha caído fuertemente en los últimos 13 años. En el caso de la pensión de vejez, la tasa promedio reconocida muestra una caída desde 5,58% en el año 2000, a 3,12% en 2013, lo que representa una caída porcentual de 55%.  

*Una cuarta razón deriva de las altas comisiones cobradas por las AFP y las aseguradoras. Las primeras cobran entre 0,77% (AFP Modelo) hasta un máximo de 2,35%, de la renta imponible. Las aseguradora, por su partes cobran una comisión equivalente al 1% de los fondos en el momento que el cotizante adquiere la renta vitalicia.

Estas son las razones que explican el descontento generalizado de los chilenos con el sistema de AFP.