La comunicación es inherente en el ser humano. Y esto es uno de los pilares de nuestro desarrollo, pues por nuestra naturaleza somos seres sociables. Pero actualmente nos enfrentamos a que la tecnología aumenta nuestros niveles de conectividad en una escala que hasta hace algunos años creímos imposible. 

El problema está dado porque la conectividad se ha vuelto un fin y no un medio para poder comunicarnos, y eso desde nuestra perspectiva ha ayudado de sobremanera al surgimiento de males como la nomofobia (no mobile phone phobia, o en otras palabras, al miedo casi irracional a estar sin el teléfono móvil).

Los smartphones son herramientas muy útiles, pero han generado una dependencia impresionante. Hoy el llamado es a que las personas vuelvan a hablarse, vuelvan a compartir experiencias de manera directa y que aprendan a vivir, nuevamente, sin su teléfono móvil.

La masificación de los equipos móviles ha llevado a que las personas dejen de interactuar directamente y esta dependencia es dañina para el desarrollo de cualquier sociedad. Un ejemplo claro de esta disfunción es que hoy te subes a un ascensor y nadie saluda, pues todos van pendientes del teléfono. 

Los smartphones son herramientas muy útiles, pero han generado una dependencia impresionante. Hoy el llamado es a que las personas vuelvan a hablarse, vuelvan a compartir experiencias de manera directa y que aprendan a vivir, nuevamente, sin su teléfono móvil. 

Esto es un llamado a volver a formas más básicas de comunicación y de encuentro con las demás personas, a disfrutar con un paseo por el parque, a reunirse con los amigos en torno a una parrilla, a disfrutar de un paseo por la plaza con la familia, en fin, estas simples actividades son la mejor manera de enfrentar a esta nueva enfermedad. 

En resumen, es tiempo de desconectarse y volver a comunicarse.