Conforme la situación económica empeora rápidamente en Venezuela, el gobierno está volviéndose cada vez más autoritario y ahora está socavando activamente los fundamentos del desde ya deteriorado tejido social del país.
En la noche del viernes, el presidente Nicolás Maduro ordenó a las fuerzas armadas tomar control de una cadena de tiendas de electrodomésticos y confiscar todos los productos para venderlos a “un precio justo”. Poco después grandes multitudes se reunieron afuera de las tiendas de electrodomésticos alrededor del país, lo que derivó en saqueos masivos. El anuncio vino un día después de que el Banco Central reportó que la tasa de inflación en octubre era de 5 por ciento, implicando una tasa anual de 54 por ciento. Sin embargo, como nuestro colega Steve Hanke documenta en su Proyecto de Monedas en Problemas (en inglés), la tasa de inflación implícita de Venezuela es en realidad de 320%.
Queda claro que durante el gobierno de Maduro, lo peor todavía está por verse en Venezuela.
El gobierno afirma que la inflación desenfrenada y la escasez generalizada de productos básicos son parte de una “guerra económica” siendo librada por EE.UU. y la “burguesía parasitaria local”. Por lo tanto, Maduro ahora está movilizando a sus tropas en contra de presuntos enemigos. Los propietarios de dos cadenas de ventas al por menor han sido arrestados luego de ser acusados de “especular” y del delito de “usura”.
Mostrando su analfabetismo económico, Maduro dijo que el Banco Central debería tener en cuenta estas medidas y se preguntó en voz alta: “Si estamos bajando los precios de los productos en un cien por ciento, esto debería afectar la tasa de inflación, ¿verdad?” Bueno, no. Siempre y cuando el Banco Central continúe imprimiendo dinero para financiar al gobierno, la inflación continuará aumentando. Sin embargo, al promover activamente el saqueo frontal, el gobierno está desestabilizando a la sociedad venezolana deliberadamente, probablemente como un medio para adaptar medidas todavía más radicales.
En abril de este año, cuando Nicolás Maduro asumió oficialmente la presidencia, luego de una victoria muy cuestionable en las elecciones, mucha gente especuló que sería más conciliador que su antecesor Hugo Chávez. Eso demostró ser un pensamiento deseoso. Queda claro que durante el gobierno de Maduro, lo peor todavía está por verse en Venezuela.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Libremente del centro de estudios públicos ElCato.org.