Los últimos movimientos de las grandes plataformas de social media, así como la firme adopción ciudadana de determinadas tecnologías y sus hábitos y costumbres asociadas, están marcando el inicio de maduración de algunos de los proyectos estrella en la red.

Sin olvidarse de aglutinar masa crítica, de estar presentes siempre y en todo momento, acompañándonos en nuestros dispositivos y terminales, y donde quiera que estemos conectados, para redes sociales como Instagram (en manos del gigante Facebook), Flickr y Tumblr (reorientándose con el empuje de Yahoo y Marisa Mayer), Foursquare o la mismísima Twitter, ha llegado la hora de la concreción, en un sentido muy fundamental: hay que ganar dinero.

No basta con sociabilizar e intercambiar contenidos amigables. Para eso están Facebook o Twitter. En Linkedin es vital conectar con marcas y personas que produzcan contenidos interesantes, cuyo desempeño laboral aporte algo más que un vínculo en la red...

No todo valdrá en un entorno social, donde el usuario manda. Hay que concentrarse en las fortalezas y dejar de especular en algunos ámbitos y con movimientos ambiguos. Es el momento de calcular con precisión e inteligencia qué concepto y estrategia las va a mantener a flote, de saber con certeza por qué los usuarios te valoran, para qué les eres útil y por qué van a seguir necesitándote. Y todo eso, en un mundo de velocidad y vértigo permanente como es el digital.

Este es igualmente el caso de las redes sociales profesionales, que tienen a LinkedIn a la cabeza y casi en solitario. 

Cuando todos los usuarios ya tenemos claro que no había mucho que perder y sí bastante que ganar compartiendo nuestro currículum en la red y de manera socializada; que lo del "social networking" suena bien, sale gratis y en cualquier caso no nos roba mucho tiempo; que una red exclusivamente profesional no está pensada para tener que compartir fotos familiares, festivas o demasiado íntimas con nuestro universo laboral, y que nos ayuda a ordenar nuestros contactos de manera más segura y eficiente... entonces ahora hay que hacer un balance y analizar todo aquello que LinkedIn puede seguir haciendo por nosotros.

Retos propios y de la red. LinkedIn nació en 2003 y crece a un ritmo de 1 millón de cuentas nuevas por semana. Aunque la mayoría de los usuarios -el 44%- se encuentra en Estados Unidos, es cada vez más popular en América Latina (especialmente en Brasil y México) y en Asia. Según han declarado sus directivos, el objetivo final de LinkedIn es conectar a todos los profesionales del mundo para que sean más productivos y exitosos. ¡Vaya pretensión! … ¿Y por qué no?

Es una meta ambiciosa. Sin embargo, como en cualquier otra red social de éxito, la dispersión y la llamada "infoxicación" son los mayores retos a abordar, si se busca fidelizar y convertirnos en una herramienta muy a tener en cuenta. En este caso, en el ámbito del networking profesional, de la búsqueda y demanda de ofertas laborales, del branding personal y profesional.

En este sentido, LinkedIn ha hecho una labor espectacular en inteligencia artificial, y una prueba de ello es su estrategia de email marketing donde, aunque a veces de manera algo insistente, se aprecia el muchísimo trabajo que ha realizado tras la segmentación y personalización de los contenidos recibidos por el usuario en su correo. Informaciones acerca de corporaciones que buscan a alguien con, ¡exactamente! nuestros atributos; contactos de nuestros contactos que, por diferentes razones, se convierten en un "link" muy a tener en cuenta; grupos de discusión que debaten con intensidad temas que forman parte de nuestro día a día laboral. En todo eso, los resultados de LinkedIn son brillantes, y sus cifras de crecimiento no hacen más que confirmarlo: sólo en el último año, la red ha crecido 37%.

Nuestro propio branding. A medida que LinkedIn nacía y crecía, los usuarios hemos ido entendiendo el alcance de una nueva dimensión personal en la nueva cultura digital: nuestro propio branding. Algo que estará ahí, que existirá, tanto si lo tenemos en cuenta como si lo rechazamos. Nuestro Personal Branding, por acción u omisión. En la era del Web Social, las marcas están conformadas por persones; las personas, a su vez, se convierten en medios y en marcas. Y ahí, una vez más, encontramos a LinkedIn y las comunidades sociales profesionales.

Así pues, LinkedIn como tal se encuentra enfrentada al reto de crecer como negocio, mientras que sus usuarios estamos involucrados en otro desafío: cómo dar un salto con la herramienta que, aparte de dar a conocer los profesionales a las empresas, facilitar su interacción con los clientes y promover los productos, permita crear comunidades dinámicas y espacios de colaboración. Es un ámbito que obliga a ser cada vez más proactivos para intercambiar ideas sobre un problema, animar a las personas a participar y promover debates y la resolución de situaciones de negocio.

Particularmente, el componente más poderoso que LinkedIn ofrece es la calidad de la información que se obtiene cuando el usuario participa en grupos (foros) acerca de temas específicos, donde un recién llegado puede compartir con un profesional con muchos años de carrera tratando temas e interactuando en ellos como si se estuviese en un café, transformando a este red social es un potente instrumento de promoción personal.

No basta con sociabilizar e intercambiar contenidos amigables. Para eso están Facebook o Twitter. En Linkedin es vital conectar con marcas y personas que produzcan contenidos interesantes, cuyo desempeño laboral aporte algo más que un vínculo en la red; crear y hacerse parte de grupos donde se pueda intercambiar experiencias y seguir consolidando tu nombre y tu marca; y una vez que se haya construido una imagen pública poderosa en esta red, sentirse como en casa sabiendo en qué dirección hay que moverte como parte de tu estrategia.

Gracias a que Linkedin segmenta por uno, nos toca aprovecharlo de tal manera que podamos crear grupos de discusión en los que participen las personas que apoyen el esfuerzo de branding personal.