El remake. Se repitió, así como un refrito televisivo, la historia de Ángel de María Soto Zárate, la maestra veracruzana a quien le sembraron una maleta con droga hace unos meses. Ella volaba a Brasil; asistiría a la jornada juvenil que encabezaba el papa Francisco. Su vuelo hizo una escala en Lima, Perú. Perdió ahí su pasaporte, el vuelo a Río de Janeiro y su maleta. Tuvo que regresar a la Ciudad de México. Llegando al Aeropuerto Internacional Benito Juárez, le avisaron que había una maleta registrada a su nombre, pero no coincidía con la que en verdad era de la joven maestra veracruzana. La que hicieron pasar como suya contenía diez kilogramos de cocaína y, al tener su nombre, ella tuvo que ser detenida y trasladada a un penal en Tepic, Nayarit.

Su historia la conocimos, las redes sociales se volcaron en su apoyo y, unos días después, Jesús Murillo Karam anunciaba que sería liberada. Una detención injusta, como quién sabe cuántas más.

Y ayer nos enterábamos de esta otra historia, que recordó tanto el caso de la maestra. Apenas con algunas diferencias. El joven Ernesto de la Torre también fue detenido a su llegada al AICM. De nuevo, su vuelo hizo escala en Lima, Perú. De nuevo, al recoger su equipaje en la Ciudad de México no encuentra una maleta. De nuevo, le avisan que hay una registrada con su nombre. De nuevo, él niega que la maleta sea suya (cosa que es verdad). De nuevo, su supuesto equipaje contenía droga.

¿Qué cártel opera la ruta Lima-México? ¿Qué pasa en el aeropuerto de aquella ciudad (y en el nuestro) que no hay comunicación y registros suficientes para corroborar la información de los pasajeros? Intentamos ayer hablar con representantes del AICM, pero nos resolvieron que al ser un vuelo de ingreso, no tenían registros de los pasajeros ni de sus equipajes; no sucede así con los vuelos salientes.

Por fortuna, el joven De la Torre no pasó más que unas horas detenido, pero ahí hay claramente una línea de investigación que las autoridades de México y Perú no pueden dejar a un lado.

La emergencia. Michoacán, escribíamos hace unos días, está en llamas. En Apatzingán, la diócesis a la que pertenece el municipio informó que, según un registro proveniente del Vaticano, se cuentan 920 muertes en lo que va del año. El fin de semana pasado fue también uno de los más violentos. Así como en Matamoros, Tamaulipas (donde incluso la alcaldesa de la ciudad pidió a los ciudadanos no salir de sus casas), Michoacán sigue constantemente bajo la línea de fuego.

Lázaro Cárdenas, uno de los municipios más importantes del estado, ha sido tomado por el Ejército. Que la Secretaría de Gobernación haya anunciado una estrategia de seguridad para la zona dice mucho de la gravedad del clima de violencia.

Nada fácil el regreso de Fausto Vallejo, quien después de varios encuentros privados en su estado ayer viajaba otra vez a la Ciudad de México, más reuniones con autoridades federales, a ver qué pueden hacer por su estado...

Addendum. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos tiene a México en el primer lugar de bullying a nivel secundaria, dato respaldado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Ayer nos enterábamos de que un niño de apenas 12 años, originario de Guanajuato, era ingresado a un hospital del DF, víctima de una golpiza que le propinaron siete de sus compañeros en la escuela donde estudia; se encuentra en terapia intensiva. Y luego por qué México está plagado de violencia.