Las sorpresas son parte de la política, y más aún en tiempos electorales, luego de una primaria participativa en la que Bachelet demostró un liderazgo apabullante, sacando más de un millón y medio de votos, de 3 millones de personas que sufragaron y en la que ella obtuvo un suma superior a todos sus contendores.

Por otro lado el ganador de la Alianza, Pablo Longueira, luego de un triunfo estrecho con su contendor Andrés Allamand de Renovación Nacional, comenzó a los pocos días a demostrar poca iniciativa, no habían propuestas integradoras hacia RN, mientras Bachelet colocaba alfombra roja a la DC, a pesar que había salido tercera dentro de la coalición que la apoyaba, consolidaba con una serie de decisiones como la integración de varios comunistas en su comando logrando la inclusión de estos al Pacto Nueva Mayoría.

Cómo lo señaló con acierto Longueira a comienzo de año, la mejor estrategia para enfrentar a Bachelet, empinada en las encuestas, es llevar a dos candidatos, dispuestos a trabajar juntos, compitiendo y obligando a Bachelet a someterse a una segunda vuelta.

Luego esto se intensificó y la inacción comenzó a ser preocupante en el comando de Longueira, no se incorporaban personajes claves del comando de Allamand, no se hacían llamados a la unidad, parecía que Longueira había optado por mantenerse como el candidato de la UDI y no tenía o no podía pretender integrar a sus principales socios: Renovación Nacional y menos aún a sectores independientes.

Notable fue la prescindencia de Catalina Parot, vocera de Allamand, que abandonó su candidatura a favor del candidato derrotado de RN y lo lógico habría sido sumarla al comando presidencial de Longueira. En definitiva si no hubiera sido por el remezón que generó el presidente de RN, Carlos Larraín, quien lanzó una iniciativa en conjunto con la oposición, que pretende modificar el sistema electoral binominal, generando la correspondiente conmoción en la UDI porque ésta no fue consultada, la Alianza se habría mantenido aletargada frente a los acontecimientos y sin capacidad de generar iniciativas políticas, entregándole en bandeja el protagonismo al comando de Bachelet.

El panorama se aclaró cuando los hijos de Longueira informaron que por razones médicas (una profunda depresión) el candidato triunfador de las primarias de la Alianza no podía continuar con su candidatura. Las razones de la inacción quedaron claras.

¿Qué impacto tiene la decisión? ¿Qué efecto genera en el sector?

Primero es un terremoto político, porque cambia el escenario electoral y lo hace de manera drástica y radical. La ley de primarias establece que los partidos de la Alianza quedan en libertad de acción y por lo tanto, pueden llevar cada uno de los partidos sus propios candidatos u optar por un candidato único. La primera reacción han sido los llamados a la unidad, y en particular de la UDI, la colectividad de Longueira, pero esta posibilidad no va a ser fácil porque se debe encontrar en el partido alguien que encarne el ADN de la colectividad, y que además sume a nuevos votantes, que era el gran problema de Longueira, quien concentraba un alto nivel de rechazo de los candidatos que no se identificaban con la UDI.

Por otro lado, la posibilidad de Allamand, también enfrenta problemas, porque para la UDI fue un factor clave para la salida del candidato independiente Laurence Golborne, que apoyaba la UDI, y posteriormente no manejó de manera adecuada el momento de ir a saludar al candidato Longueira, cuando éste obtuvo la victoria. Y tan importante como administrar la victoria es hacerlo con la derrota. Allamand no demostró ese talento y eso tiene un costo.

La UDI y Renovación Nacional deben establecer un buen diagnóstico y lo segundo es actuar con realismo. Factores claves para tener éxito en política. Primero se enfrentan a un tsunami carismático que es Bachelet, incombustible a las críticas, y que a pesar de su gobierno mediocre, genera pasiones y recuerdos a los votantes que la llevan a demandarla para un segundo mandato. El gobierno de Piñera que refleja una excelente gestión, ha sido particularmente inoperante en el plano político lo que ha impedido generar las adhesiones que se merece. Una vez más la política demuestra que no son sólo resultados, sino pasiones. Y por ahí pasa el objetivo que se debe buscar de parte de la Alianza.

Es necesario conseguir que Bachelet se vea obligada a enfrentar una segunda vuelta, que la elección sea competitiva, que no sea camino recorrido y que rompa la sensación que al oficialismo le van a pasar una aplanadora, y esto no es posible lograrlo con un candidato único, hay que levantar nuevas figuras, que no se hayan enfrentados en las primarias, pero que tengan el talento de trabajar de manera conjunta cuando uno de ellos pase a la segunda etapa.

Cómo lo señaló con acierto Longueira a comienzo de año, la mejor estrategia para enfrentar a Bachelet, empinada en las encuestas, es llevar a dos candidatos, dispuestos a trabajar juntos, compitiendo y obligando a Bachelet a someterse a una segunda vuelta. A pesar que con esto surgen los temores del escenario del 2005, cuando Piñera irrumpió frente a un Lavín que descendía en las encuestas, acá estamos hablando de un acuerdo racional anticipado, que defina las listas parlamentarias y complemente diferenciándose entre los candidatos como la alternativa a Bachelet y defina estrategias conjuntas para el que pase a la segunda vuelta respalde al otro(a). Y no olvidemos que incluso Piñera derrotado en esa oportunidad, se posicionó de manera imbatible como la alternativa para las elecciones del 2009.

Por eso es necesario llevar dos candidaturas, que se complementen, que defiendan principios, pero que al mismo tiempo hagan una apuesta por la modernización y la inclusión social. No hay tiempo para hacer primarias, lo que no significa que los candidatos no surjan de un escenario que le otorgue legitimidad competitiva. Como un consejo general o ratificación partidaria. En este momento la derecha se enfrenta para el día de la elección, como si estuviera en una final jugando contra Brasil y no tuviera arquero, es necesario constituir la mejor defensa. Si empata es un triunfo y sólo ahí podrá ganar espacios para la elección final.