La semana pasada se hizo pública la transacción del 40% de acciones de Telefónica-Centroamérica, que ahora serán propiedad de la Corporación Multi Inversiones. A algunos les sorprendió constatar el poder económico de uno de los principales conglomerados empresariales del país. A otros la dura tarea de enfrentarse a los titanes, Tigo y Claro. A otros que incluso la operadora “más pequeña” pueda ser tan rentable.

Pero yo, como ciudadano y consumidor de teléfono celular desde hace 15 años, también quiero poner en el tablero otro asunto. Quiero creer que Multi Inversiones no sólo entró públicamente al mercado de la telefonía por los réditos financieros. Y eso que los réditos financieros son inmensos: 18,5 millones de usuarios (en un país de 14 millones de personas); Unos Q12,5 mil millones de ingresos anuales, de los que Telefónica tiene 23% del mercado, un decil menos que Claro, que tiene un decil menos que Tigo; y un negocio en el que se cobra mucho a los usuarios y casi no se pagan impuestos.

Quiero creer que Multi Inversiones será un game-changer. Que se opondrá cuando las otras telefónicas paguen sobornos y financien campañas presidenciales a cambio de que no se aprueben reformas tributarias que les afecten, como hicieron con la UNE, el PP y Lider en 2010.

Y entonces quiero creer que Multi Inversiones será un game-changer. Que se opondrá cuando las otras telefónicas paguen sobornos y financien campañas presidenciales a cambio de que no se aprueben reformas tributarias que les afecten, como hicieron con la UNE, el PP y Lider en 2010. Que denunciarán cuando las otras empresas de telefonía compren a los diputados para que les otorguen concesiones para las próximas dos décadas, sin competencia y sin pago de un centavo para el fisco.

Que no torpedearán iniciativas que empoderan a los usuarios como la que quería que fuéramos dueños de los números de nuestras líneas para poder cambiarnos de compañía, si no nos dan el servicio y el precio que queremos. Que no declararán a la SAT y a la SIB que siguen con los mismos ingresos a pesar de que los usuarios y el tiempo de aire que consumimos va siempre en aumento. Que no ocultarán quiénes son sus accionistas acorde a la ley de acciones nominativas.

Que no nos engañarán a los usuarios diciéndonos que nos venden minutos de aire, pero los minutos tienen menos segundos: 45, 50 ó 55 segundos en vez de 60. Porque, pues, a quién le importa si el resto de seres humanos cree que los minutos tienen 60 segundos, si lo importante es aprovecharse del usuario.

Por cierto, que protegerán el medio ambiente y la salud de los guatemaltecos y no colocarán antenas en donde pueda afectar a hogares o escuelas, que les dirán a los usuarios realmente los efectos de esas antenas y los indemnicen. Y que no tapizarán el país y las casas de los más pobres de sus colores, peor aún que lo que hacen los partidos políticos.

Y que no deducirán del pago de impuestos la ayuda social que den. Podrían, por ejemplo, donar computadoras y poner internet gratuito en áreas marginales. O dar créditos blandos.

¿Verdad que para eso entran al mercado de la telefonía? Para competir y ajustarse a la ley como cualquier empresa moderna, ética y que no sólo trabaja para tener utilidades, sino para aportar a la sociedad. Lo constataremos en cinco años.

*Esta columna fue publicada originalmente en Plaza Pública.