La noticia de que la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por su sigla inglesa) se propone liberar parte del espectro radioelectrico asignado a emisoras televisivas, ha dado pie a un amplio debate en los Estados Unidos. Algunos comentaristas han aplaudido las propuestas subastas de “espacios blancos” como un hito histórico, dado que tal cambio regulatorio podría conducir al acceso libre a la banda ancha en todo el país. La discusión sobre este significativo paso incremental seguramente tendrá eco en América Latina y el Caribe, donde muchos países enfrentan una creciente demanda para la transmisión de datos y una marcada inequidad en acceso a internet.

Los “espacios blancos” son partes del espectro radioeléctrico que no se usan a propósito, con el fin de evitar interferencias entre señales de televisión. En los Estados Unidos, hace más de una década que se debate si se debe permitir o prohibir que operen en estos espacios aparatos de radio sin licencia. Aunque hace varios años que se vienen probando equipos de esa naturaleza, persiste la preocupación acerca de la protección de canales contiguos. Quienes ya utilizan el espectro, como las emisoras televisivas o las empresas de telecomunicación, temen las interferencias a sus señales. Claramente, dado los intereses en juego, este debate no se agotará de la noche a la mañana.

En América Latina y el Caribe, el uso de tecnologías de espacios blancos podría tener un gran impacto en reducir la brecha digital entre las zonas urbanas y rurales. También podría aumentar las velocidades de conexión a la banda ancha...

Sin embargo, gracias al progreso tecnológico, en la actualidad se pueden utilizar los espacios blancos mediante nuevos aparatos, creando una plataforma para la llamada “innovación sin permiso”, como sostienen sus proponentes. Esto implicaría el ingreso al mercado de nuevos actores que enfrentarían barreras mucho menos onerosas, comparados con los licenciatarios. Dado que los aparatos de espacios blancos operan en frecuencias más bajas, podrían lograr mayor cobertura y penetración, ofreciendo servicios de banda ancha más rápidos.

Los cambios propuestos por la FCC alentarían un mercado más competitivo e innovador pero no implican que el gobierno estadounidense vaya a brindar acceso a Internet gratuito. No obstante, muchos países están tomando la posición de que la conectividad de banda ancha debería ser considerada infraestructura pública, comparable a las carreteras o las redes eléctricas. El crecimiento exponencial de la trasmisión de datos refuerza sus argumentos a favor de medidas audaces.

En América Latina y el Caribe, el uso de tecnologías de espacios blancos podría tener un gran impacto en reducir la brecha digital entre las zonas urbanas y rurales. También podría aumentar las velocidades de conexión a la banda ancha, que en promedio son cuatro veces más lentas que el promedio para países de la OCDE. Incluso podría llegar a reducir los costos de servicios, que son casi ocho veces más cados que el promedio para países más ricos.

¿Quiénes están a la vanguardia de estas innovaciones? Gran Bretaña, España, Singapur y Finlandia son ejemplos de países que están adoptando posiciones nacionales en materia de espacios blancos. El año pasado un consorcio británico realizó una amplia prueba de diez meses en la ciudad de Cambridge, experimentando y midiendo una gama de aplicativos. Su conclusión: los espacios blancos se pueden utilizar exitosamente para ayudar a satisfacer la rápida y acelerada demanda de conectividad inalámbrica.

Por más acalorada que resulte, la discusión sobre los espacios blancos será inevitable para cualquier país interesado en ampliar el acceso a la banda ancha. Más allá de la meta de universalizar los servicios, agotar este debate podría abrir paso a innovaciones, productividad y crecimiento en una escala inimaginable.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog TICs para el desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo.