La Asamblea Nacional del Ecuador acaba de asestarle un durísimo golpe a la banca privada en su conjunto. La noticia no es nada normal, tomando en cuenta que se trata de la mayor corporación económica del país, acostumbrada como siempre estuvo a ejercer a su manera la política-política y la política-económica.

El 20 de noviembre, 79 asambleístas actuaron -y votaron- contra los intereses bancarios, no necesariamente porque ese era su íntimo deseo. Seguramente, a muchos debió costarles su esfuerzo alzar la mano ante las cámaras de TV y con periodistas que tomaban nota de todo, el momento de dar luz verde a la inédita elevación de tributos a un sector dominante del mercado ecuatoriano. Los políticos oficialistas y de oposición actuaron en línea con su irrebatible instinto político, sobre una enclenque plataforma de coyuntura que algunos sociólogos llaman eufemísticamente “el momento políticamente correcto” en estas épocas de campaña electoral.

Cuando el banquero-político Guillermo Lasso prendió el mechero, pocos imaginaron el incendio que provocaría su naciente tesis de campaña: subir el monto del Bono de Desarrollo Humano (BDH), de US$35 a US$50, costeándolo con el dinero público que el gobierno de Rafael Correa destina a promocionar su imagen y su obra pública. Esta "fórmula opus", como atinadamente lo definió un cercano a la candidatura del Lasso (que habló a condición de que no le cite), expuesta así, de manera aséptica, angelical y pura, en realidad llevaba cicuta en sus entrañas.

Cuando el banquero-político Guillermo Lasso prendió el mechero, pocos imaginaron el incendio que provocaría su naciente tesis de campaña: subir el monto del Bono de Desarrollo Humano (BDH), de US$35 a US$50, costeándolo con el dinero público que el gobierno de Rafael Correa destina a promocionar su imagen y su obra pública.

Lasso sabía a qué apostaba. Al arrancar su campaña ofreciendo dinero público a las masas pobres del país, creyó que se engancharía inmediatamente con los urgidos electores que (sin ofender) por lo general aún estiran la mano en época de campaña. Ni más ni menos, Lasso aplicó el peor recetario de los políticos tradicionales, cada vez más aborrecidos, precisamente, por sus prácticas clientelares: ofreció el cielo en cómodas cuotas mensuales, pagaderas con fondos de los contribuyentes, y de paso, se abrió deliberadamente un frente mediático contra Correa, al colocarse como el privilegiado candidato-opositor, el único capaz de dar guerra al presidente-candidato, al decir de las encuestas. Todo sonaba bien y la estrategia del alza del BDH cuadraba a pedir de boca…

No obstante, dentro de la carpa de CREO, parece que los altos estrategas de la campaña de Lasso se olvidaron que hacer política en el Ecuador implica caminar y sobrevivir en arenas movedizas. No pasó mucho tiempo para que el propio Lasso advirtiera el desastre que el BDH provocó a su propia campaña, a sus amigos de toda la vida, a sus socios, a sus camaradas y colegas de oficio, a los accionistas y banqueros privados. Luego de lo ocurrido en la Asamblea, el corolario es demoledor para la banca ecuatoriana: Lasso fue por lana y los banqueros salieron trasquilados. Independientemente del derrotero que siga la campaña electoral, lo cierto es que el candidato-banquero ya lleva un gol en contra, marcado desde media cancha por el presidente-candidato, amén del boquete abierto entre Lasso y sus congéneres bancarios.

Por si fuera poco, en su afán de no ir solos al cadalso tributario creado por Correa, cuando el mandatario alteró radicalmente la fórmula de financiamiento del alza del BDH propuesta por Lasso, la zigzagueante y escurridiza Asociación de Bancos Privados del Ecuador (ABPE) acudió a la Asamblea a defender sus intereses, y ahí mismo divulgó una serie de datos ciertamente llamativos e interesantes de lo bien que les está yendo no solo a los banqueros, sino a todos los sectores económicos privados ecuatorianos en estos tiempos alegres de dolarización estatista. La ABPE, en un afán cicatero próximo al “pagamos todos o no paga nadie”, descubrió el velo sobre la esencia de todo negocio privado: reveló las altas tasas de ganancia neta de los distintos sectores económicos, comparadas con su patrimonio. El cuadro adjunto, que elaboré sobre la base de dicha información, merece otra lectura más detallada. Por ahora les dejo con estas cifras y con las reflexiones precedentes:

2061

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Rienda Suelta... apuntes de Hernán Ramos.