En el segundo cambio de gabinete realizado por el presidente Sebastián Piñera el 18 de julio de 2011, el actual ministro de Economía, Pablo Longueira, dijo: se van los técnicos y llegan los políticos. En el reciente, se fueron los políticos y llegaron más políticos. En todas las formulas el que pierde ha sido el presidente, no sus ministros. De hecho, los secretarios de Estado son más populares y mayoritariamente duplican al presidente en aprobación.
A más de un año de la llegada de los políticos, representados por los ex senadores Andrés Chadwick, Evelyn Matthei,Pablo Longueira y Andrés Allamand, ¿mejoró la gestión política del gobierno? No y el actual cambio de gabinete no mejorará la evaluación del presidente. No hay rostros nuevos para enfrentar el último año del mandato de Piñera. El “pato cojo” al que son condenados algunos presidentes al final de su mandato, parece inexorable para el actual mandatario.
Los malos resultados electorales precipitaron el cambio de gabinete, cuya “novedad” fue la salida de quienes serán los candidatos presidenciales de la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN); lo demás sólo enroques dentro de un mismo equipo: el Ministro del Interior a la cartera de Defensa; el Vocero de Gobierno –Ministro Secretario General de Gobierno- a Interior; la Intendenta de la Región Metropolitana Cecilia Pérez, a la Vocería de Gobierno y la Subsecretaria de Obras Públicas a Ministra de la misma cartera.
Los precandidatos confrontarán sus ideas y no las de Piñera y su gobierno en la primaria a la que se han visto obligados a concurrir, lo que generará necesariamente una separación: primero del gobierno, ya que lo que importa es lo que falta y no lo que se ha hecho -los resultados municipales son una advertencia sobre ello-; y segundo, entre la UDI y RN.
El enroque ministerial pudo ser visto como una coyuntura para que el presidente generara una carta de navegación para enfrentar su último año y así no pedir a los candidatos presidenciales de la derecha que salieran a mostrar las obras y las ideas de su gobierno. Lo que olvida el presidente es que más “temprano que tarde” éstos se distanciarán de él; no habrá fotos en conjunto y explicar el porqué de los resultados municipales y la desaprobación presidencial será agotadora.
Los precandidatos confrontarán sus ideas y no las de Piñera y su gobierno en la primaria a la que se han visto obligados a concurrir, lo que generará necesariamente una separación: primero del gobierno, ya que lo que importa es lo que falta y no lo que se ha hecho -los resultados municipales son una advertencia sobre ello-; y segundo, entre la UDI y RN, donde la primera -hasta hace poco-, se negaba a concurrir a los votos de la derecha para dirimir a los candidatos. Esto nos permitirá a los ciudadanos analizar por primera vez en qué son distintos estos dos partidos, muy especialmente porque se verán obligados a dejar plasmado en sus dos programas aquellas ideas, objetivos y acciones sobre las que se debería llamar a los simpatizantes de este sector.
La derecha, entonces, tiene candidatos pero no programa.
Por su parte, la Concertación de Partidos por la Democracia, como oposición, tiene una candidata que aparece incombustible -y si un chileno no se acordaba de Bachelet, las fotos de los candidatos municipales les recordaron la imagen física y los sentimientos de cercanía y confianza que genera-, y también otros precandidatos que competirán en la primaria que deberán realizar a mitad del próximo año. El problema es el programa de gobierno, que debe ser el cemento que permita unir a todos -o a los más-, y ese ya es un primer desafío y tal vez el más importante.
Ello porque la Concertación se siente ganadora en votos y escaños a nivel municipal y la idea de “desalojar” a la derecha del Palacio de La Moneda es un motivo que genera la suficiente motivación, para unir a personas que bajo otras circunstancias no se habrían reunido.
El titulo de un libro del candidato presidencial Andrés Allamand podría ser el lema de la campaña: “Desalojar” a la derecha girando a la centro izquierda; en este caso, girando hacia la Concertación.