Lo invito a ver la gráfica que recopila todas las encuestas preelectorales que se han levantado para medir las intenciones de voto en la elección presidencial estadunidense. Desde enero de este año hasta el día de ayer, incluye 508 encuestas nacionales. De las diez más recientes, una pone a Obama un punto arriba de Romney dentro del margen de error. Otra muestra a Romney y Obama empatados con 45% de las preferencias y 10% de indecisos. Cinco encuestas reportan a Romney arriba de Obama por un punto porcentual, dentro del margen de error. Finalmente, tres sondeos colocan a Romney con una ventaja de tres puntos sobre Obama, ya fuera del margen de error.

No hay duda: el pésimo debate que tuvo el presidente el pasado miércoles tres de octubre generó un cambio en las tendencias. Ahora el candidato republicano va al alza y el demócrata a la baja. La elección en Estados Unidos se está calentando. Antes del primer debate presidencial, parecía que sería un día de campo para Obama. No va a ser así. La reelección ya se complicó para el presidente.

Mencionaba las encuestas nacionales pero lo que en realidad importa en Estados Unidos es ganar el suficiente número de estados para sumar 270 delegados del Colegio Electoral, que son los que se necesitan para asegurar la Presidencia. Los delegados se dividen de acuerdo a la población de cada estado. California, por ejemplo, tiene 55 mientras que Alaska cuenta con tres. De acuerdo a las encuestas que se levantan en cada entidad federativa, el sitio Realclearpolitics calcula que Obama ya tiene asegurados 201 delegados de estados como Nueva York que con toda probabilidad votarán por él. Romney, por su parte, tendría 181 delegados de entidades como Georgia que van a votar por el republicano.

En conclusión, en este momento el presidente sigue siendo el favorito para reelegirse. Sin embargo, las cosas se le han complicado a partir de su pésimo desempeño en el primer debate presidencial. Es por eso que tendrá que salir a demostrar quién es, que efectivamente es un candidato superior a Romney, en los dos siguientes debates: el martes 16 de octubre y el lunes 22.

Restan 156 delegados de estados considerados como “columpios” porque se pueden inclinar hacia el lado de la fórmula demócrata o la republicana. En esas entidades es donde se está dando la lucha presidencial. Son Colorado (con nueve delegados), Florida (29), Iowa (seis), Michigan (16), Missouri (diez), Nevada (seis), New Hampshire (cuatro), Carolina del Norte (15), Ohio (18), Pensilvania (20), Virginia (13) y Wisconsin (10). Estados que antes se estaban inclinando hacia Obama han pasado al estatus de “columpio”. Esto demuestra, de nuevo, cómo se ha complicado la reelección para el presidente.

Nate Sliver, quien escribe Five Thirty Eight en The New York Times, un blog dedicado al pronóstico de los resultados electorales, escribió ayer: “Si las encuestas nacionales son las correctas y las estatales las incorrectas, entonces Romney podría ser el favorito en este momento. Si las encuestas estatales son las correctas y las nacionales las incorrectas, entonces Obama va adelante. Y si usted las toma ambas literalmente -lo que significaría que Obama va arriba en el Colegio Electoral, pero atrás en el voto popular-, entonces el presidente ganaría otro periodo de gobierno, después de una noche electoral muy larga. Dos de estas tres hipótesis le dan el triunfo a Obama. Es una coincidencia que nuestro modelo ahora muestra a Obama con casi exactamente una probabilidad de tres a dos de ganar”.

Coincidentemente, en el mercado de predicción de eventos futuros de intrade.com, los apostadores le estaban dando una probabilidad de 63% a Obama de ganar y de 37% a Romney.

En conclusión, en este momento el presidente sigue siendo el favorito para reelegirse. Sin embargo, las cosas se le han complicado a partir de su pésimo desempeño en el primer debate presidencial. Es por eso que tendrá que salir a demostrar quién es, que efectivamente es un candidato superior a Romney, en los dos siguientes debates: el martes 16 de octubre y el lunes 22. De lo contrario, si Obama vuelve a confiarse y menospreciar a su adversario republicano, bien podría comenzar a despedirse de la Oficina Oval.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.