¿Han notado que la mayoría de los defensores del desarrollo sostenible hablan de estrategias “win-win[1]“? Siempre he pensado que falta una tercera palabra. ¿La sostenibilidad no tiene tres pilares? ¿Lo económico, lo ecológico y lo social? ¿Adivinen cual es el que falta? Sí, lo social.
Los esfuerzos por incorporar las preocupaciones ecológicas previamente desatendidas en la agenda del desarrollo han aumentado enormemente en las últimas décadas. Aunque lo que estamos haciendo no es suficiente, se ha producido un aumento de las inversiones en energías renovables, el cambio climático ha llegado a la política internacional, y otras preocupaciones ambientales están ganando terreno en todo el mundo. Muchos de estos cambios se lo debemos a una integración cada vez más estrecha entre los intereses ecológicos y económicos, como quedó claro en el Informe Stern sobre “La economía del cambio climático”, un camino seguido pronto por el campo de la biodiversidad con el TEEB más reciente – “La economía de los ecosistemas y la biodiversidad”.
¡Excelente! Tal vez la gente por fin dejará de llamar al desarrollo sostenible un oxímoron y de ver al desarrollo económico y la conservación ecológica como incompatibles. Sólo que, más recientemente, ha ganado notoriedad el hecho que muchas de estas estrategias “win-win“ están siendo captadas solo por las elites, que algunas de las necesidades más urgentes de la gente siguen estando sin resolver, y que muchas de las estrategias de “crecimiento verde” o “estrategias sostenibles ” están en realidad trabajando para privar aún más a los pobres.
La dimensión social es crear equidad, hacer frente a las injusticias sociales, como las grandes diferencias existentes en los niveles de ingresos, el bienestar y el acceso a los recursos. La dimensión social es elevar el nivel de vida y también fomentar la participación democrática e incluyente.
Recapitulemos: cerca de mil millones de personas están desnutridas, mientras otros mil millones son obesos debido al consumo excesivo de alimentos; 780 millones de personas carecen de acceso al agua potable y 2,5 millones de servicios sanitarios (esto sucede mientras la mayoría de la gente que conoces está ocupada intercambiando imágenes en línea, comentando entre sí o en el “muro”, y pensando en sustituir ese aparato electrónico desde el año pasado porque ya es demasiado viejo). Oh, sí, no nos olvidemos: 2,6 millones de personas siguen sin tener acceso a servicios de energía modernos. Me resulta difícil de conceptualizar cuántas personas son -los números son demasiado grandes. ¿Cómo puede uno poner una imagen a un tercio o más de la población actual del mundo?
Dado que el cambio climático es causado principalmente por la utilización excesiva de los combustibles fósiles en los países más ricos del mundo, pero afectará principalmente a los pobres, muchos están diciendo que las estrategias “verdes” socialmente exclusivas son como adicionar sal a la herida. Eso es porque que muchas de éstas han sido estrategias “ganar-ganar-perder”, la pérdida está en la dimensión social del desarrollo sostenible.
Pero ¿qué es esta dimensión social? La dimensión social es crear equidad, hacer frente a las injusticias sociales, como las grandes diferencias existentes en los niveles de ingresos, el bienestar y el acceso a los recursos. La dimensión social es elevar el nivel de vida y también fomentar la participación democrática e incluyente.
La dimensión social es asegurarse no sólo que el desarrollo no perjudique aún más a los que ya están en desventaja y marginados, como los pueblos indígenas y pobres, sino que sus necesidades sean objeto de un tratamiento especial debido a su situación de desventaja y que sus opiniones sean debidamente representadas en la política y la toma de decisiones.
El crecimiento económico por sí solo no puede encargarse de esto, nunca lo hizo. No sin instituciones que tengan como objetivo mantener el desarrollo a lo largo de las líneas de equidad. Así que el desarrollo sostenible y las estrategias de economía verde tienen una opción: ser o no ser equitativas.
Lo que necesitamos no son dobles, sino estrategias de triple triunfo.
*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.