Según un reciente estudio encargado por la Associated Press, el CEO de una compañía pública estadounidense recibió en promedio un salario de US$9,6 millones en 2011. Es decir, 6% más que en 2010. Esto, a pesar de que desde hace un año los accionistas tienen derecho a votar si se aprueba la paga del máximo ejecutivo, por la aprobación de la ley Dodd-Frank.

Aunque en el último tiempo se ha modificado el sistema de estos pagos, ligándolos en algunos casos al desempeño y a resultados, llama la atención las altas retribuciones que reciben los más altos ejecutivos, a través de sueldos, bonos y acciones.

Algo similar ocurre en Reino Unido, donde los salarios básicos de los más altos jefes de las principales compañías subieron 2,5% en 2011. Existe una preocupación cada vez mayor de parte de los accionistas de que los incrementos en las remuneraciones muchas veces no se justifican a la luz de los resultados de las compañías.

En un hecho insólito en Estados Unidos, en abril pasado, los accionistas del Citigroup echaron por tierra los planes del CEO de la compañía de embolsarse 11,5 millones de euros, mediante un nuevo plan retributivo.

Frente a este tema, los accionistas no se están quedando de brazos cruzados, sino que han comenzado a cuestionar las elevadas remuneraciones, en lo que se conoce la “primavera de los accionistas”.

En un hecho insólito en Estados Unidos, en abril pasado, los accionistas del Citigroup echaron por tierra los planes del CEO de la compañía de embolsarse 11,5 millones de euros, mediante un nuevo plan retributivo. Ésta es la primera vez que los accionistas de un gran grupo financiero se unen para frenar los sobredimensionados salarios y primas que reciben sus ejecutivos.

En Chile, tras el caso La Polar, la misma empresa informó que a partir de la junta de accionistas se iban a establecer las remuneraciones del directorio. Aunque ésta fue una medida autoimpuesta, dentro de poco probablemente esta práctica comience a extenderse a otras empresas, y los accionistas comiencen a tener voz y voto en las remuneraciones y los beneficios de los altos ejecutivos y miembros de los directorios. En este tema ya trabaja un grupo de la OCDE, que se dedica a recomendar medidas que refuercen las medidas ya aprobadas por los 30 países miembro, un plan similar al que está estudiando actualmente en la Unión Europea.

El tema no es simple. Las dimensiones en que los principales ejecutivos de una compañía pueden agregar valor son múltiples y su gestión usualmente impacta significativamente en el valor que el público le otorga a ésta, como es el caso del precio de las acciones, entre otras variables. Vale la pena mencionar que después del nombramiento del nuevo presidente de Antofagasta Minerals, cargo que estuvo vacante por más de dos meses, las acciones de esta compañía subieron cerca de 3% en menos de una semana en la Bolsa de Valores de Londres.

Aunque puede parecer exagerado hablar de la “primavera de los accionistas”, vale la pena detenerse a analizar esta tendencia, ya que empiezan aparecer otros ámbitos donde los accionistas están tomando un rol activo en defensa de sus intereses. La oposición de los accionistas minoritarios por el aumento de capital propuesto por el grupo controlador de Endesa, dado que afectan sus intereses, es otra señal del rol cada vez más activo que éstos están asumiendo ante la gestión de los, hasta ahora, omnipotentes y discrecionales administradores.