El desempleo juvenil generalmente considera a individuos entre 15 y 24 años [1],  dentro de este grupo se encuentran los jóvenes de entre 15 y 17 ó 18 años que están en edad escolar, que no han terminado necesariamente la educación secundaria completa (12 años de escolaridad) y no asisten a un establecimiento educacional formal, pero buscan empleo y no encuentran.

Frecuentemente los anuncios sobre desempleo juvenil tanto de prensa y estadísticas oficiales no hacen una diferencia entre el primer grupo de jóvenes -entre los 15 y los 17 ó 18 años- y el resto; un ejemplo de ello es el siguiente anuncio: “desempleo juvenil de 14,4% en América Latina y el Caribe plantea un desafío en materia de políticas laborales…”. Sin embargo, como sociedad es importante preguntarse si para los jóvenes que aún están en edad escolar y no han completado la educación secundaria se requieren políticas educacionales o laborales.

Existe un gran espacio en términos de política pública de educación para mejorar la empleabilidad, salario, estabilidad y condiciones laborales de aquellos jóvenes que no seguirán la educación terciaria. Sin embargo, no hay que desconocer que dado que los jóvenes propensos a desertar del sistema escolar enfrentan dificultades económicas, se necesitan políticas complementarias.

Primero, las políticas educacionales presentan mayores ventajas que las laborales porque pueden romper el círculo de la pobreza. Al contrario, las políticas que buscan integrar a los jóvenes de 15 a 17 años en el mercado laboral reproducen las desigualdades económicas ya existentes, ya que la mayoría de los niños que abandonan el colegio prematuramente (para trabajar) pertenecen al grupo socioeconómico más vulnerable. Se estima que aproximadamente 4 de cada 5 jóvenes de entre 20 y 24 años pertenecientes al primer quintil de ingresos (el 20% más pobre) no había completado la educación secundaria en América Latina en 2008, mientras que en el último quintil de ingresos (el 20% más rico) sólo 1 de cada 5,  no la había completado. Una de las principales causas de la deserción escolar es el problema económico. Por lo tanto, políticas laborales podrían aumentar el costo de oportunidad de estudiar (es decir, el salario y las condiciones laborales a las cuales renuncian por estudiar) disminuyendo en parte el problema económico que tienen en el presente, pero en el futuro mantendría a los jóvenes en la vulnerabilidad por la mayor probabilidad de caer en la pobreza y porque a menor escolaridad menores salarios y mayor informalidad.

Segundo, porque políticas que disminuyen la deserción escolar y fomentan que más jóvenes terminen la educación secundaria o ingresen a la terciaria están asociadas, no solo con mejores salarios y trabajos, sino también con mayores habilidades socioemocionales.  Políticas que disminuyan la deserción escolar son importantes porque se estima que en la mitad de los países de Latinoamérica se necesitan al menos 12 años de escolaridad para tener una probabilidad menor al promedio de caer en pobreza. Por otro lado, programas educativos que mejoren el desarrollo de las habilidades socioemocionales de los jóvenes son importantes ya que mejoran las perspectivas laborales de los jóvenes y consecuentemente, su calidad de vida y la de sus hijos.

El estudio del BID, “Desconectados: Habilidades, educación y empleo en América Latina”, sugiere que uno de los principales elementos que está afectando negativamente la empleabilidad de los jóvenes con educación secundaria completa, es la falta de capacidades socio-emocionales que las empresas necesitan y que son adquiridas principalmente en la educación secundaria o terciaria.

¿Cuales son las habilidades que las empresas buscan en los jóvenes? El estudio señala que las habilidades que más valoran las empresas que contratan jóvenes con educación secundaria completa y poca experiencia, son las habilidades socioemocionales, dentro de ellas valoran la empatía, amabilidad, adaptabilidad, cortesía responsabilidad y compromiso –aunque el orden de importancia puede variar según sector–. Por otro lado, el estudio también señala que el 80% de las empresas declaró que las habilidades más difíciles de encontrar están relacionadas con el comportamiento y las actitudes.

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¿Cuáles son las habilidades ofrecidas por los jóvenes a estas empresas? En el siguiente gráfico se observan los resultados encontrados para Chile.

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*Fuente: Bassi M., BussoM., Urzua S.& Vargas J. (2012) Desconectados: Habilidades, educación y empleo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo.

Se puede observar claramente una desventaja mayor en el desarrollo de las habilidades socioemocionales en quienes no terminaron la educación secundaria respecto de aquellos que la completaron.

¿Pero por qué es importante la secundaria en el desarrollo de las habilidades socioemocionales? El estudio menciona que a diferencia del desarrollo de las habilidades cognitivas, que tienen momentos críticos más cortos, la ventana de oportunidad para el desarrollo de las habilidades socioemocionales es mucho más amplia y que, en el caso de Chile, se observa un desarrollo significativo de estas habilidades durante la educación secundaria.

Por lo tanto, existe un gran espacio en términos de política pública de educación para mejorar la empleabilidad, salario, estabilidad y condiciones laborales de aquellos jóvenes que no seguirán la educación terciaria. Sin embargo, no hay que desconocer que dado que los jóvenes propensos a desertar del sistema escolar enfrentan dificultades económicas, se necesitan políticas complementarias -como los programas Progresa-Oportunidades en México y Chile Solidario en Chile-. Cabe mencionar que las habilidades socioemocionales son útiles en la vida en general, no solo en el mercado laboral, y que un mejor desarrollo de ellas ayudaría a tener una mejor sociedad.

[1] Una posible explicación de porque este indicador considera a adolescentes y jóvenes desde los 15 años de edad es que el convenio 138 de la OIT establece que la edad mínima de admisión al empleo o al trabajo no deberá ser inferior a la edad en que cesa la obligación escolar, o en todo caso, a quince años. Una explicación complementaria es que para que los estados miembros ratifiquen el convenio, éste no puede estar muy lejos de lo que sus normas sociales y legales aceptan.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.