El mundo de la viticultura es cada vez más complejo. La competencia global ha aumentado, han habido fusiones y adquisiciones, y las innovaciones tecnológicas han ido incrementando los métodos de producción del vino.
Lo que años atrás era un sistema casi artesanal de producción, es hoy día una sofisticada operación con un alto nivel de gestión, detalladas especificaciones de producto y necesidades de trazabilidad que requieren soluciones avanzadas.
Además, estos productos se venden en un mercado altamente regulado por una gran cantidad de estándares en nivel local, nacional e internacional emitidos por distintas organizaciones, tanto públicas como privadas, y que afectan no sólo al producto final, sino también a las distintas etapas del proceso.
El monitoreo operativo va más allá de la gestión del producto, ya que se pueden configurar las herramientas para realizar múltiples operaciones durante la creación y almacenamiento de los diferentes productos, verificar el status en cada etapa específica y hacer un seguimiento de los efectos de valores y atributos individuales.
Por todo ello, herramientas tradicionales como hojas de cálculo o paquetes de software para industrias específicas ya no son suficientes. Los productores de vino necesitan soluciones automatizadas de planificación de recursos que se integren al sistema de contabilidad, a la base de datos de recursos humanos y al sistema de distribución, para así aumentar la eficacia y eficiencia operativa.
La respuesta a estos desafíos son soluciones que gestionan todos los aspectos de la producción de mezclas para poder satisfacer todas las necesidades, desde las órdenes de compra y venta a lo relacionado con las finanzas.
Se necesitam soluciones que ayuden a gestionar las tierras, los cultivos y las cosechas al posibilitar un acceso inmediato a la información de cada parcela, así como a llevar un control de los costos operativos de cada cosecha.
Los vinos tienen valores únicos para cada método de producción. Esto significa que el productor debe poder identificar los promedios, los máximos y mínimos de cada componente de la mezcla y rastrear los lotes utilizados para los diferentes productos.
Así, puede llevarse un control de qué productos contienen cierto tipo de uvas, qué aditivos se emplean en unos vinos y otros o a qué lote pertenecen las uvas utilizadas para la producción de un vino. O sea, todo trazado, como debe ser cuando se desea competir en un mundo global.
Las herramientas utilizadas también deben controlar otros escenarios de la producción, como por ejemplo los atributos de los barriles para obtener cierta configuración de producto.
El monitoreo operativo va más allá de la gestión del producto, ya que se pueden configurar las herramientas para realizar múltiples operaciones durante la creación y almacenamiento de los diferentes productos, verificar el status en cada etapa específica y hacer un seguimiento de los efectos de valores y atributos individuales.
Por último, la herramienta también puede ayudar a gestionar los contratos con los agricultores y controlar complejas estructuras de precios. Todo esto redunda en una mayor visibilidad para los productores, el desarrollo de unos procesos más repetitivos, un mayor control de calidad y, por consiguiente, una mayor productividad.
La viticultura ha recorrido un largo camino desde que el hombre empezó a producir el vino hace 8.000 años. ¿Hasta qué niveles podremos seguir mejorándolo? La tecnología de la información tiene la respuesta.