El Grupo Latam tiene un difícil camino que recorrer para lograr salir del proceso de protección bajo el Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos al que se acogió el año pasado para enfrentar el impacto de la pandemia de COVID-19. Y es que el plan elaborado para salir de este esquema, y presentado en el último momento del plazo otorgado por el juez, produjo un desplome del valor de sus acciones a niveles históricos y, en su primera semana, ha sumado varios detractores.
La propuesta presentada para salir de la quiebra incluye una inyección de capital por US$ 8.190 millones mediante una combinación de capital fresco, bonos convertibles y deuda, y diluye a los actuales accionistas en un 99,9%. Esto significa que, quienes hoy son dueños del mayor grupo aéreo de América Latina, pasarán a tener solo el 0,01% del accionariado en la nueva compañía que emergerá del Capítulo 11. Eso sí, tendrán la opción preferente de aumentar su posición aportando nuevos fondos; pero solo hasta un 33%.
“Esta dilución no es grande, es gigante”, considera Guillermo Araya, gerente de Estudios de Renta4, corredora de bolsa que en septiembre pasado recomendó salir de Latam por el creciente riesgo que había de que las acciones fueran eliminadas, tal cual como sucedió. En detalles, explica el analista bursátil, el Grupo Latam tenía 606 millones de acciones y, ahora, se emitirán 600.000 millones de nuevas acciones. “Se multiplicó por 1.000 veces la base accionaria”, señala.
Este movimiento -mayor a lo esperado según Araya- fue advertido por Deutsche Bank horas antes de que Latam presentara su informe, asegurando que los accionistas minoritarios podrían perderlo todo. En ese momento, la compañía de servicios financieros modificó su recomendación de “mantener” a “vender” y comenzó la desescalada.
Fue así como la acción de Latam se hundió un 85% durante las primeras transacciones de la jornada del lunes 29 de noviembre, para luego recuperarse y cerrar en 45,4% a un valor por acción de 512 pesos chilenos (US$ 0,61). Se trató de la mayor pérdida registrada por la compañía desde marzo de 2003. Al día siguiente amplió la caída en 47% y, desde entonces, se ha mantenido en esos históricos niveles. Este lunes logró cerrar en US$ 0,62 por papel luego de haber iniciado la jornada en torno a los US$ 0,41 con los que terminó una de sus semanas más volátiles.
Guillermo Araya, de Renta4, prefiere mantener su posición y recomendar estar fuera de Latam, “más en las actuales circunstancias en que se está produciendo la irrupción de la nueva variante del COVID-19, Ómicron".
Diluir el capital accionario era una posibilidad que se vislumbraba en el camino, ya lo había advertido Renta4 dos meses atrás. Sin embargo -dice Ricardo Bustamante, jefe de estudios trading de Capitaria- “cómo aún existían negociaciones con los acreedores, se tenía la esperanza de que no llegaran a esta instancia”. Ahora -comenta el experto- el momento para vender fueron aquellas horas previas a la presentación del plan cuando las acciones comenzaron a descontar. “Quienes ya no lo hicieron y deciden mantenerse deben saber que es un riesgo muy elevado porque la recuperación puede tardar años”, dice.
El economista Patricio Sepúlveda, quien fue por 10 años el CEO de LAN Chile (hoy Latam Airlines), está de acuerdo con que van a pasar varios años para que los accionistas puedan recuperar su inversión a los niveles de pre pandemia. “Aunque hoy quieras vender para recuperar lo invertido, el negocio no te lo permite, tienen que olvidarse de eso”, sostiene.
Aún así, Sepúlveda es optimista y confía en que la reacción del mercado irá lentamente evolucionando para mejorar, probablemente, durante los primeros meses del próximo año. “Estoy seguro de que vamos a ver en el primer trimestre de 2022 una cifra que dobla o triplica el valor que estamos viendo ahora que son muy bajos”, dice.
Según explica el expresidente de LAN, los papeles del Grupo Latam tienen que comenzar a revalorizarse bajo el nuevo esquema que propone el plan de reestructuración, que -a su juicio- ha sido “una jugada inteligente”. “Los dueños de Latam se están comprometiendo a inyectar capital fresco sin ninguna expectativa de tener dividendos en el corto plazo. Son accionistas con espalda financiera quienes les van a permitir aguantar este período de cinturón apretado”, afirma.
Y es tanta la confianza de Patricio Sepúlveda que, como accionista minoritario de Latam, está decidido a quedarse en la compañía. “Yo tengo un par de acciones que hoy valen muy poco y me voy a quedar. Incluso estoy dispuesto a comprar más porque el proyecto mismo, tal como está planificado, es ganador. Esa apuesta la suscribo totalmente”, afirma.
Guillermo Araya, de Renta4, prefiere mantener su posición y recomendar estar fuera de Latam, “más en las actuales circunstancias en que se está produciendo la irrupción de la nueva variante del COVID-19, Ómicron, que podría obligar a nuevos confinamientos e incluso cierre de fronteras”.
El jefe de estudios trading de Capitaria, por su parte, cree que la volatilidad que se vivió en la primera semana luego de presentado el plan se va a mantener y la tendencia seguirá siendo bajista. “En el corto plazo, probablemente, los inversionistas vean un escenario negativo que apoyaría más ventas que compras en los títulos, pensando en buscar otras inversiones con menor incertidumbre”, señala Bustamante.
Este lunes logró cerrar en US$ 0,62 por papel luego de haber iniciado la jornada en torno a los US$ 0,41 con los que terminó una de sus semanas más volátiles.
¿Otra tormenta a la vista?
Que los accionistas minoritarios estén saliendo en masa del grupo aéreo chileno es solo una consecuencia de un plan que atravesó meses de duras negociaciones y que, ahora, debe enfrentar la oposición que ha surgido desde los tenedores de bonos locales. La semana pasada este grupo comunicó su desacuerdo con la propuesta y la consideraron “altamente insatisfactoria y arbitrariamente discriminatoria”.
En concreto, los bonistas rechazan que el recupero ofrecido sea de aproximadamente 19% de su valor nominal y que los acreedores que apoyan el plan, así como los accionistas mayoritarios, serían los favorecidos por la posibilidad de acceder a nuevas acciones en condiciones más ventajosas que los demás. Días atrás habían manifestado incluso que no lograría la aprobación judicial, según una publicación de la agencia Bloomberg.
Una visión que se aleja de la declaración de Roberto Alvo, CEO de Latam, que durante la presentación del plan aseguró que lo propuesto se ajusta “de manera equitativa” para todos los distintos grupos de acreedores.
Por lo pronto, los tenedores de bonos de las Series A, B, C, D y E han convocado a una junta para el próximo 21 de diciembre en la que analizarán los alcances e impactos en el valor de recupero de los bonos, para decidir si mantienen su oposición al plan.
Hasta el momento, según lo informado por Latam, el grupo tiene garantizado al menos el 70% de los votos favorables a través de un acuerdo que alcanzó con los principales accionistas y acreedores, representados por los bancos de inversiones Evercore y Sixth Street, respectivamente.
Latam necesita llegar con esos votos favorables a la audiencia de la declaración de divulgación que está fijada para enero de 2022, en la que el juez de la Corte neoyorquina determinará si se puede proceder con el plan. De ser aprobado se inicia el proceso de salida que -según las estimaciones de la compañía- se estaría concretando entre los meses de junio y agosto.