Sao Paulo. JBS SA acordó la venta de sus unidades en Argentina, Paraguay y Uruguay a su rival Minerva SA por US$300 millones, en momentos en que la mayor procesadora de carne del mundo busca dinero adicional para enfrentar un escándalo de corrupción en Brasil que provocó un aumento en los costos de financiamiento.
JBS utilizará los ingresos de la operación para reducir la deuda, de acuerdo a un documento enviado el martes al regulador en Brasil.
El acuerdo, que ya fue aprobado por los directorios de ambas compañías, es el primero de JBS desde que sus fundadores admitieron haber pagado sobornos a cambio de favores políticos, en un escándalo que amenaza con derrocar al presidente brasileño, Michel Temer.
J&F Investimentos, la matriz de JBS, firmó un acuerdo de indulgencia y pagará 10.300 millones de reales (US$3.100 millones) por su participación en los delitos admitidos por la familia Batista, que controla el grupo.
JBS había experimentado condiciones operacionales difíciles en Argentina, país al que entró en 2001 iniciando una expansión internacional. En el 2005 tenía allí cinco plantas procesadoras de carne.
La debilidad de la división del Mercosur de JBS y una moneda brasileña más fuerte contribuyeron a una caída de 14,3% en los ingresos netos de la compañía en el primer trimestre.
Minerva aumentó su estimación de ingresos netos a un rango de 13.000 a 14.400 millones de reales en los 12 meses que terminan en junio de 2018, dijo este martes la empresa en una presentación ante los inversionistas.
Las acciones comunes de Minerva subieron un 5,2% en la sesión, alcanzando un máximo de cuatro meses, mientras que los títulos de JBS avanzaban un 3%.
JBS había experimentado condiciones operacionales difíciles en Argentina, país al que entró en 2001 iniciando una expansión internacional. En el 2005 tenía allí cinco plantas procesadoras de carne.
Sin embargo, la empresa optó por cerrar algunas de sus plantas en Argentina en 2012 como resultado de las cuotas de exportación implementadas por la entonces presidenta Cristina Fernández, que quería limitar las ventas al exterior para impulsar el suministro interno y tratar de controlar los precios de la carne.
Las plantas fueron reabiertas bajo la presidencia de Mauricio Macri, quien ha estado tratando de recuperar la posición del país como uno de los principales exportadores mundiales de carne vacuna desde que inició su mandato a fines de 2015.