El transporte marítimo mundial se desaceleró al pasar de un crecimiento interanual de 3.2% en 2021 a un aumento de 1.4% en 2022, estimó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).

En su informe Examen del transporte marítimo 2022, la UNCTAD prevé que el crecimiento del comercio marítimo podría incluso crecer menos en el año en curso si se intensifican los vientos en contra.

La guerra en Ucrania ha provocado cambios en las pautas comerciales y en los socios, ampliando en general las distancias que tienen que recorrer las mercancías, como se registra en un aumento del total de “toneladas-milla”.

“La pandemia y la guerra han endurecido los riesgos geopolíticos y han proporcionado más razones para retirarse de la globalización, y han acelerado otras tendencias en el comportamiento de los consumidores con una digitalización más amplia”, dijo la UNCTAD.

También el panorama marítimo se está transformando debido a las exigencias de mayor resistencia y sostenibilidad y a la necesidad de descarbonizar, lo que requiere que las partes interesadas se ajusten rápidamente al cambio sin dejar de ser relevantes, rentables y centradas en el cliente.

Los flujos de comercio marítimo internacional, que habían disminuido en 2020 en 3.8%, se recuperaron en 2021 con un crecimiento de 3.2%, hasta un total de 10,985 millones de toneladas, sólo ligeramente por debajo de los niveles anteriores a la pandemia.

La recuperación se vio favorecida por el alivio de la pandemia, con la correspondiente mejora general de las condiciones económicas y el aumento del gasto de los consumidores.

Sin embargo, la reactivación del comercio marítimo siguió viéndose limitada, no sólo por las recurrentes interrupciones de la pandemia de Covid-19, sino también por una congestión portuaria sin precedentes y un atasco logístico mundial.

Estas limitaciones, agravadas por la escasez de equipos y mano de obra, se tradujeron además en un aumento de las tarifas de los fletes y en unos servicios menos fiables.

En 2022, la frágil recuperación perdió fuerza. Se produjeron nuevas perturbaciones por la guerra de Ucrania, que contribuyeron al aumento global de la inflación y el coste de la vida.

Al mismo tiempo, se produjeron nuevas oleadas de Covid-19 que perturbaron aún más las cadenas de suministro, sobre todo en China, que tenía una política de cero Covid. El mundo se enfrenta ahora a la perspectiva de recesión y estanflación.

La UNCTAD considera que los responsables políticos deben mantener la vista puesta en los objetivos a largo plazo. Las perturbaciones inmediatas deben verse como “oportunidades para un cambio estructural positivo”: para que el transporte marítimo adopte la digitalización y la descarbonización y la transición a fuentes de energía alternativas.

Desde su perspectiva: “En un entorno cada vez más imprevisible, los responsables políticos pueden diseñar nuevas formas de resiliencia y construir cadenas de suministro más seguras que eviten una mayor fragmentación del sistema comercial mundial”.