El virus y la potencial conclusión de la crisis sanitaria depende, en última instancia, de la ciencia, pues de esta surgirán (confiadamente más temprano que tarde) los medicamentos para enfrentarlo o la vacuna para suprimirlo. No parece haber laboratorio serio en el mundo que no esté dedicando ingentes recursos a lograr estos objetivos, pero se trata de procesos por definición impredecibles porque siguen el método científico del ensayo y error, aprendiendo de lo que no funciona.

El descubrimiento, corazón de la ciencia, es un componente inherente a la naturaleza humana y precede por siglos a los procesos formales de investigación científica que hoy existen. Pensando en el fin de año, aquí van algunas ideas sobre descubrimiento que me parecieron llamativas.

“Lo desconocido es lo más necesario para el intelecto”.

Emily Dickinson, 1876

“La evolución ha hecho posible que nos de placer entender: quienes entiendan tienen mejor probabilidad de sobrevivir”.

Carl Sagan

“Hay algo fascinante sobre la ciencia. Uno obtiene beneficios generosos de la conjetura sobre una inversión tan insignificante de hechos”.

Mark Twain, 1883

“’Leer para vivir’, dice Flaubert en alguna parte de sus cartas, y dónde más vive uno, si no en una casa de paja, signos y símbolos hechos de la formación y remodelación de una sola vez. La historia es un registro de eventos (reinos perdidos y batallas ganadas, ciudades construidas e iglesias quemadas), pero también es el montón de compost de la civilización humana. El descubrimiento del presente en el pasado y del pasado en el presente, es la materia de la que están hechas nuestras vidas, nuestras libertades y nuestras búsquedas de felicidad”.

Lewis H. Lapham

“Descubrí hace pocos años, como muy bien lo sabe Vs. Alteza Serenísima, muchas peculiaridades en el cielo, inadvertidas hasta entonces las que ya por su novedad, ya por algunas consecuencias sujetas a ellas y opuestas a ciertas proposiciones naturales comúnmente recibidas en las escuelas de los filósofos, me trajeron la guerra de no pequeño número de profesores como si yo, por mi propia mano y para subvenir la naturaleza y las ciencias, hubiese colocado en el cielo tales cosas. Y, casi olvidando que la abundancia de verdades, concurre a la investigación, medro y afianzamiento de las disciplinas que no a su disminución o ruina y mostrando al mismo tiempo ser más proclives a sus personales opiniones que a las verdaderas diéronse maña para negar y eludir tales novedades que, de haber mirado con atención, quedaban aseguradas incluso por el dictamen de los sentidos. Intentaron, empero, diversas cosas, publicaron escritos atiborrados de yerros y, lo que fue más grave, sembrados de citas bíblicas entresacadas de pasajes no bien entendidos y marginales a los propósitos invocados… No con la misma facilidad se pueden mudar las conclusiones demostrativas acerca de las cosas de la naturaleza y del cielo como las opiniones acerca de lo que sea o no lícito en un contrato, en una hacienda o en un trueque”.

Galileo, 1615

“A principios de 1595, Johannes Kepler recibió una señal, si no de Dios mismo, seguramente de una deidad menor, una de esas cuya tarea es alentar a los elegidos de este mundo. Su puesto en la Stiftsschule llevaba consigo el título de creador de calendarios para la provincia de Estiria. El otoño anterior por un pago de veinte florines de las arcas públicas, había elaborado un calendario astrológico para el próximo año, prediciendo un gran frente frío y una invasión de los turcos. ... Johannes estaba encantado con esta pronta vindicación de sus poderes... Oh, una señal, sí, seguramente. Se puso a trabajar en serio en el misterio cósmico. Todavía no tenía la solución; seguía planteando las preguntas. El primero de ellos fue: ¿Por qué hay solo seis planetas en el sistema solar? ¿Por qué no cinco, o siete, o mil para el caso? Nadie, hasta donde él sabía, había pensado preguntarlo antes. Se convirtió para él en el misterio fundamental. Incluso la formulación de tal pregunta le pareció un logro singular”.

Graz, 1595

“La mayoría de los malentendidos en el mundo podrían ser evitados si la gente simplemente se tomara el tiempo para preguntar: “¿qué otra cosas podría querer decir esto?”

Shannon L. Alder

“El científico no es la persona que da las respuestas correctas, sino quien hace las preguntas correctas”.

Claude Levi-Strauss

“La vida está llena de preguntas sin respuesta, pero es la determinación de buscar esas preguntas lo que le sigue dando sentido a la vida. Uno puede pasarse la vida perdiéndose en la desesperación, meditando porqué fuiste tú quien condujo hacia el camino lleno de dolor, o ser agradecido que fuiste lo suficientemente fuerte para sobrevivirlo”.

J.D. Stroube, Caged by Damnation

“No puedo menos de temer que los hombres lleguen a mirar toda nueva teoría como un peligro, toda innovación como un trastorno, todo progreso social como el primer paso hacia una revolución, y rehúsen enteramente moverse por miedo a que se les arrastre”.

Alexis de Tocqueville, 1840