La economía de Japón reanudó su crecimiento en el primer trimestre de 2011 debido a un repunte de las exportaciones y el consumo privado, tras una leve contracción en el cuarto trimestre de 2010, derivado del fin de las subvenciones a los autos de bajo consumo. Hecho que ofrecía un optimismo moderado si considerando que estamos en presencia de la tercera economía mundial, con un aporte estimado alrededor de 6.9% del PIB Mundial. 

El 8 de marzo de 2011 se conoció que el crédito bancario en Japón, cayó en febrero por decimoquinto mes consecutivo, ofreciendo una señal de que la expansiva política monetaria del banco central no está traspasando fácilmente a la economía, porque las empresas no muestran interés a pedir prestado.

Durante 2011 y sobre todo después de los conflictos en el Medio Oriente, Japón comenzó a mostrar preocupación ante los precios del petróleo y su constante alza, dado que puede afectar a su economía que intenta emerger del estancamiento. Unido a que los saldo de préstamos pendientes en poder de los bancos japoneses cayó 1.8% en febrero respecto a un año antes.

 

El 11 de marzo la situación vuelve a presentarse con un cierto pesimismo, aunque no se conoce los resultados cuantitativos de la situación económica que se ha derivado del sismos de 8.9 grados y que provocó que una gran parte de los servicios ferroviarios en el área metropolitana de Tokio fueran suspendidos. Esta situación hizo imposible que unas 20 mil personas pudieran regresar a sus casas, y que entre 60 mil y 70 mil personas fueran trasladadas a albergues en Sendi, la capital de la prefectura de Miyagi, además de la declaración del estado de emergencia de energía atómica después de que el país, que tiene unos 50 reactores nucleoeléctricos, que fueron sacudido por un poderoso terremoto.

 

El resultado inmediato de esta situación a nivel mundial ha sido una caída en el precio del petróleo, provocado por el cierre de refinerías y otras instalaciones industriales, en Japón, tercer mayor consumidor mundial de petróleo, provocando una amplia liquidación en las materias primas. Los datos mostraron que los futuros del Brent cayeron US$1,59, o 1,38%, a US$113,84 el barril.

 

Por su parte el oro subió por la debilidad del dólar frente al euro y con los inversores refugiándose en el metal tras el terremoto en Japón a lo que es necesario añadir las protestas en Oriente Medio. De esta forma el oro al contado subió a US$1.419,85 la onza desde los US$1.412,59 del jueves en Nueva York y los futuros del oro en Estados Unidos cerraron en US$1.421,80, un alza de US$9,30; mientras que el cobre cerraba estable datos que reflejo el precio del cobre a tres meses en la Bolsa de Metales de Londres que cerró a US$9.190 la tonelada, frente a los US$9.191 del jueves y en la división de metales COMEX, de la Bolsa Mercantil de Nueva York, el cobre para entrega en mayo cerró con un alza de 0.01 USD,situándose en US$4,2075 por libra, cerca del nivel más alto de un rango desesión de US$4,0860 y US$4,2195.

 

En Latinoamérica a pesar de que las autoridades, ante la previsión de riesgo, cerraron puertos, suspendieron exportaciones y evacuaron poblaciones, el tsunami fue más débil de lo esperado. Este aspecto evita un problema para el continente que ha iniciado un proceso de crecimiento económico importante y en donde noticias primarias como las que se reportan sobre el cobre pueden ser positivas para el comportamiento de los ritmos de crecimiento de la región.

 

La estabilidad del cobre, en particular, puede estar determinada, porque si bien Japón consume 5% de la producción mundial China, que aporta el 11% del PIB mundial, tiene un consumo del 45% de la producción mundial hecho que en parte hace que el efecto del sismo no afecte directamente a las economías del cono sur en lo particular las economías de Chile y Perú.

 

Sin embargo por la precisión que este efecto ha provocado sobre los mercados de dinero y fundamentalmente en la relación de paridad euro-dólar, yen-dólar y yen-euro, se puede esperar un incremento de la volatilidad y un incremento del flujo de las inversiones de portafolio hacia las economías emergentes, como resultado del manteamiento en las economías desarrolladas de tasa interés bajas y particular la tasa de interés del Banco Central de Japón que se acerca casi a 0, en este caso las consecuencias menos favorables pueden ser, en lo particular, para las exportaciones de México ante una revaluación aun mayor del peso frente al dólar lo que provocaría un incremento del precio de las exportaciones, efecto que puede afectar su competitividad exportadora.

 

Los datos de la jornada del viernes en la bolsa y en el comportamiento de la moneda de México, se muestra claramente, que avanzaron en línea con los mercados externos, en una sesión volátil en la que los inversionistas aprovecharon los bajos precios de algunos activos y las persistentes apuestas en favor de una mayor apreciación del peso.

 

El principal índice bursátil de México, el IPC escaló un 0.56%, a 36,091 puntos, en una sesión con un volumen operado de 162.6 millones de acciones. Mientras el peso ganó un 0.58%, o 6.95 centavos, a 11.9075 unidades por dólar, frente al precio de referencia de Reuters del jueves a las 15.50 hora de México, aunque todavía esta paridad peso dólar no afecta la competitividad de las exportaciones mexicanas.

 

Es imposible pensar que la afectación que ha generado el sismo hacia el interior de Japón no traiga consecuencias a nivel mundial, esto es sólo un análisis en el cortísimo plazo, pero tendremos que estar a las expectativas de los acontecimientos, que continuarán con los flujos de capital de corto plazo en medio de una crisis aun no superada, del comportamiento del tipo de cambio en las economías emergentes y del comportamiento del precio de los commodities.