Muchas son las estrategias que las organizaciones usan para incorporar tecnología. Las empresas que transfieren tecnología o son proveedoras, también desarrollan tácticas para hacer dicha transferencia. Ambas, definen su estrategia de acuerdo al recurso humano del que disponen.

Después de un mes de fútbol mundial, nos damos cuenta que jugar a la defensiva o ataque también es una estrategia que responde a la disponibilidad del capital humano. La frase ‘jogo bonito’ acuñada por los brasileños, depende del recurso humano, al que se le denomina talento. Generar un cerrojo, como en el caso de la defensa Suiza, también es una estrategia, no necesariamente aceptada por todos, pero que funciona como tal.

¿Qué tiene que ver esto con la tecnología? ¡Mucho!, porque en el rediseño de procesos de negocios, cuando se definen variables para cambios sustanciales, muchas de estas definiciones son habilitantes dado las nuevas tecnologías. Estos cambios generan pequeñas ventajas competitivas de corto plazo que deben ser actualizados, ya que la tecnología siempre entrega nuevas opciones.

¿Qué hace entonces que las organizaciones se comprometan con este desafío, en pos de la excelencia de calidad de servicio como eje de su quehacer diario y de los beneficios que esto genera? La respuesta está en los equipos de trabajo, la administración del talento, en concordancia con la estrategia a usar.

Optar por una estrategia tecnológicamente disruptiva e innovadora genera un mayor nivel de satisfacción y crecimiento cuando con ésta se logra el éxito.

Una estrategia tecnológica ofensiva, lleva a los talentos a asumir los desafíos que sus objetivos de rediseño requieren con cuotas de conocimiento y sacrificio. Algo así como correr 10 Km. de conocimiento tecnológico por tarea implementada; con entrenamiento, capacitación y práctica permanente.

Frente a estos riesgos hay un premio: obtener un posicionamiento superlativo en relación a la competencia, con una estrategia ofensiva que incorpora tecnología habilitante y condiciones de rediseño.

Para lograr este premio, los talentos deben estar conducidos por un líder que comparta el conocimiento y las cicatrices de la experiencia; que conozca las variables endógenas y exógenas del juego, algo así como las competencias de sus jugadores y las tácticas de sus contendores o las tecnologías que habilitan un resultado y las que no.

Al final, optar por una estrategia tecnológicamente disruptiva e innovadora genera un mayor nivel de satisfacción y crecimiento cuando con ésta se logra el éxito. Al igual que una estrategia ofensiva permite acceder a una segunda ronda en un Campeonato Mundial de Fútbol o, incluso ganarlo. Ambas tienen un factor común, la administración adecuada de talentos y recibir el premio por correr el riesgo.