Sin querer, este hecho (la instalación de una gigafactory de Tesla en México) anunciada la semana pasada con bombos y platillos, demuestra cómo puede manipularse una buena noticia para hacerla caer como lluvia de oro y de maná del cielo en forma populista e irresponsable para ser interpretada como coherente con la incoherencia del discurso político. Mezclar peras con manzanas del mismo color, es una ensalada de frutas.
LA NACIONALIZACIÓN DEL LITIO
Apenas una semana antes del anuncio de la inversión de Tesla con la firma del decreto de nacionalización del litio, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), dijo:
"...Lo que estamos haciendo ahora, guardadas las proporciones y en otro tiempo, es nacionalizar el litio para que no lo puedan explotar extranjeros ni de Rusia, de China, ni de Estados Unidos. El petróleo y el litio son de la nación, del pueblo de México”,
AMLO daba un paso más en la estrategia que ya había iniciado en agosto de 2022, con la creación de la empresa paraestatal LitioMx, que controlará la explotación del litio, y el anuncio del Plan Sonora, un proyecto integral que incluye la explotación, beneficio, aprovechamiento, administración, e incluso al control de cadenas de valor económicas del litio.
EL LITIO Y EL EXTRACTIVISMO MINERO
Esto, que parece una hazaña mundial estratégica y de visión país y la confirmación para muchos de la hipótesis del "valor agregado de la materia prima o el anti-extractivismo", es pura música que escucharán en diversas versiones en las próximas semanas y meses.
Estén atentos, son rancheras que muchos utilizarán para reafirmar sus hipótesis dogmáticas... La verdad es que lo que ocurrió es justamente lo contrario, la demostración de cómo la hipótesis se destruyó completamente con el caso mexicano.
EL CASO DE TESLA Y SU GIGAFACTORY
México estaba en la mira de Tesla desde hace ya varios años, incluso yo mismo mencioné en varias ocasiones que la manufactura latinoamericana de autos eléctricos se extendería a México, seguro y eventualmente a Brasil, en segundo lugar, dejando a Argentina en una incómoda situación de ser una industria automotriz del legado de los vehículos de combustión interna.
La razón de este plan de Tesla es muy simple y lógica, desde el punto de vista comercial e industrial. La logística de las gigafactory de Tesla en Estados Unidos se alimenta en gran parte de la cadena de suministros de China, cuestión muy compleja y delicada por razones políticas y también de los quiebres de suministros y alzas de precios por problemas de transporte marítimo y sus propias complicaciones.
Hace ya varios años que parte de la cadena se ha ido integrando en México, por su cercanía, gran potencial y experiencia en la industria automotriz, sobre todo por su larga relación con las marcas americanas, con grandes fábricas de autos en el país del sur. En ese sentido, México es naturalmente el aliado automotriz industrial y complementario fabril para Estados Unidos.
Por otro lado, la firma del nuevo tratado de libre comercio entre Estados Unido, México y Canadá, USMCA, que reemplazó el NAFTA en 2020, reafirma y otorga grandes ventajas comerciales a la industria instalada en México. Esta industria, llamada al principio "maquila", se ha ido transformando y modernizando con el tiempo en un motor de desarrollo industrial y de capital humano propio y poderoso, como ocurrió con China.
Asimismo, la posición geopolítica y tamaño del mercado de México es una puerta para el resto de Latinoamérica en esta industria, y muchos cuarteles regionales de las automotrices se han instalado en este país para atender desde el Río Grande hacia el sur.
Tesla se instalará en México con una inversión de US$ 5.000 millones para una gigafactory de automóviles. Aunque no fabricará baterías, serán traídas desde Estados Unidos. Se espera que, en un futuro de varios años, esto siga siendo igual, aunque eventualmente en el futuro de unos cinco o más años, se instale una fábrica de baterías.
En todo caso, estas baterías de ninguna manera tienen garantizado el uso de litio mexicano nacionalizado. En primer lugar, porque no existe ni existirá litio mexicano refinado en al menos diez años más, hasta que se pase del dicho al hecho (en la minería estos plazos son muy largos). En segundo lugar, porque las fábricas de celdas de Tesla (donde se utiliza el litio refinado) compran al mejor precio y la mejor calidad, de donde venga.
De hecho, Tesla ha anunciado que la decisión de instalarse en México se basa en tres razones: a) Buenas condiciones comerciales y logísticas para sus cercanas fábricas de Estados Unidos, b) Capacidad industrial y de RR. HH. de México y c) Facilidades extras entregadas por México a cambio de esta instalación.
Esto ha sido reafirmado por autoridades mexicanas ayer, y el litio no se nombró ni por si acaso.
Posiblemente, Tesla-México planea ser la cabeza de la línea de autos eléctricos económicos del futuro planeado por Tesla y más orientados al mercado de Latinoamérica.
LA CADENA DE SUMINISTROS VS. LA CADENA DE VALOR
Es obvio que el litio forma parte de la cadena de suministros (no de "valor") y el caso mexicano lo demuestra. De nada servirá la nacionalización del litio para influir en el desarrollo de la cadena de valor de la electromovilidad que, como muestra Tesla, comienza con el producto final y aguas arriba se va enlazando con los suministros necesarios, como packs de baterías, celdas y componentes de celdas y dentro de ellos el litio.
El hecho de que el litio mexicano sea un producto nacional no tiene mayor relevancia en el valor industrial de este país en la electromovilidad.
Es por ello que lo que afirmó AMLO no es verdad o maneja políticamente esa noticia. Lo de Tesla es un caso industrial y de negocios, bueno y justo, muy anterior al litio. Lo de la nacionalización del litio es un manejo político sin sustento industrial y una simple consigna política. Todo mezclado en la misma canción. Es como la imagen de camiseta del Che Guevara.
Quien sabe, pero sería aún más triste, que la explotación del litio la asigne a dedo el gobierno mexicano a Tesla, como parte del paquete comercial de apoyo a la gigafactory y con ello, sería el botón perfecto de una aberración discursiva interesada pero dominada por el poder económico al cual se reniega. Uno nunca sabe… Quien reza y peca, empata.