Hace décadas que los científicos acumulan datos que demuestran la estrecha interrelación entre la acción del hombre y el medioambiente. Vivimos en un sistema interconectado con la naturaleza. Sin embargo, nuestra lentitud en comprender esa interrelación nos expone ahora a riesgos derivados del cambio climático y de los daños a la biodiversidad (cuestiones ambas que están también interconectadas). Más allá de la visión medioambientalista, en la actualidad nos encontramos con que, según datos de World Economic Forum, el 50% del PIB mundial está en riesgo por el cambio climático.
Desde una perspectiva puramente económica necesitamos que la transición hacia una economía verde se acelere al máximo. Tenemos que invertir en mitigar el cambio climático y en adaptarnos a las consecuencias que no podremos evitar. Sin embargo, si se hace mal, una reducción drástica de nuestra huella de carbono podría derivar en una reducción igual de drástica en la actividad económica y en un aumento del desempleo y la desigualdad. Necesitamos que nuestras empresas sean rentables en una futura economía verde. La tecnología y la innovación emergen como el único camino a seguir.
La innovación y la tecnología ya fueron nuestras aliadas en momentos anteriores de la historia en que fuimos capaces de desvincular nuestro crecimiento económico de la principal fuente de energía que lo impulsaba. Efectivamente, no es la primera vez en la historia que cambiamos de forma radical la principal fuente de energía que impulsa el crecimiento económico. Hasta la revolución industrial, la fuerza de trabajo (humana y animal) era la gasolina de la economía. Gracias a nuevas formas de generar energía y de operar desvinculamos el crecimiento del PIB del crecimiento de la población, hasta entonces estrechamente unidos. Hoy, estamos pasando por otra transición, una que nuevamente está impulsada por la tecnología y la innovación.
La sostenibilidad es una poderosa palanca de innovación para las empresas. Su relevancia en la estrategia de innovación de las empresas ha crecido tanto que incluso se ha acuñado un término concreto para referirse a ello: innovability. Las empresas pueden encontrar en el desarrollo de soluciones innovadoras su papel natural en la creación de una economía sostenible. Un papel coherente con su identidad y sus capacidades.
¿Qué oportunidades ofrece la tecnología para los líderes empresariales que quieran participar de la transición verde?
Retorno medioambiental de la inversión: No se puede gestionar lo que no se mide. A fin de gestionar las inversiones en reducir la huella de carbono de la empresa es necesario generar y dar seguimiento a los datos de huella de carbono a lo largo de la cadena de valor. La integración de Internet of the Things (IoT), aplicaciones basadas en blockchain o el análisis predictivo son elementos esenciales de herramientas digitales de medición. En ausencia de herramientas de medición inteligentes, cualquier esfuerzo tendrá impactos que nunca se podrán optimizar adecuadamente. Nunca podrá saber si está obteniendo el retorno que busca en reducción de huella de carbono.
Energías verdes: En 2021, el 30% de la energía generada en el mundo provendrá de fuentes renovables. Este porcentaje es mucho menor de lo que necesitamos, pero está lejos de ser un mero nicho. Las fuentes de energía verde más relevantes en la actualidad son la energía hidroeléctrica (la que genera la mayor cantidad de energía), la eólica (la de más rápido crecimiento) y la solar (impulsada por tecnologías solares fotovoltaicas cada vez más rentables). Además, los combustibles de biomasa se están expandiendo, aunque con frecuencia generan desafíos relacionados con la biodiversidad y consecuencias sociales no deseadas debido a su efecto en los precios de los alimentos. Cada una de estas fuentes de energía puede ser más rentable y eficiente que las otras, incluso que las fuentes basadas en carbono, para algunas aplicaciones en algunos contextos. También se pueden integrar utilizando inteligencia artificial para lograr una distribución estable de energía.
Mejoras en la eficiencia: Las ganancias en eficiencia proceden principalmente de dos enfoques: La eficiencia energética y la eficiencia en los materiales.
En lo que respecta a eficiencia energética, hay tres elementos que forman parte de la cadena de valor de casi todas las empresas en los que la tecnología puede ayudar. Primero, en el transporte. Hay interesantes soluciones para el transporte urbano entre las que destacan el carsharing y los vehículos eléctricos (suponiendo que se alimenten de electricidad no generada a partir de fuentes intensivas en carbono y se haga una gestión responsable de las baterías). También en el transporte de mercancías hay interesantes avances en la optimización de carga de containers y gestión de puertos, por ejemplo. Un segundo elemento es la energía de los edificios, donde los sistemas digitales de gestión adaptan el uso de la energía a lo que se necesita. En oficinas y espacios comerciales, estas soluciones pueden reducir el consumo de energía en aproximadamente un 30%. Finalmente, el tercer elemento es la elección de herramientas TIC. Algo sencillo es trasladar operaciones a la nube, si es que no lo ha hecho ya, y elegir proveedores de servicios en la nube con prácticas medioambientalmente sostenibles en la gestión de sus centros de datos.
La eficiencia de materiales es también fundamental. En este ámbito hay software de diseño más inteligente que ayuda a optimizar el uso de materiales y métodos de diseño que consideran la recuperación de materiales desde el principio. También es interesante el desarrollo y uso de nuevos materiales como es el cemento verde, acero verde, nuevas fibras…
Oportunidades de negocio: Varias industrias están encontrando nuevas oportunidades de negocio en el desarrollo de modelos de negocio de "productos como servicio". Estos esquemas transforman a los clientes de compradores a usuarios. La empresa mantiene la propiedad del activo y le asocia servicios que mejoran el valor para el cliente que ofrece a través de plataformas tecnológicas. Pero, más allá de estos modelos de negocio, vale la pena considerar las capacidades tecnológicas de cada empresa. ¿Existen soluciones tecnológicas que su empresa pueda desarrollar y comercializar? Si es así, podría unirse a la próxima generación de campeones verdes.