Las grandes revoluciones son más de conceptos que de armas. Así fue con la invención del papel moneda. Superar la barrera mental de considerar un papel como dinero (en lugar del oro y la plata) no fue nada fácil. Tampoco lo es para muchos hacerlo con Coins y Tokens, menos cuando son una representación digital de un bien o un derecho. Pero al llevarlos al Metaverso, se le puede dar una representación visual tangible a cómo operan.

Como bien lo dice Nassim Taleb: “El pasado no puede usarse para predecir el futuro… Para entender el futuro al punto de poder predecirlo, necesitas incorporar elementos de este mismo mundo”. Por ello, las empresas tienen el desafío de empezar a desarrollar estrategias con esta mirada. Si no, todo lo que inviertan será obsoleto en un futuro cercano.

En la transición de la Tercera a la Cuarta Revolución Industrial se puede pasar de modelos centralizados, interoperables en algunos casos como las big techs, a modelos distribuidos, en los que varios nodos interconectados comparten información. Más aún, la posibilidad de modelos descentralizados, donde los nodos requieren de la colaboración con los otros para tener una visión integral de la red o economía (con lo que ningún nodo tiene control), es el diseño en el que todos tienen incentivos a colaborar.

Estos conceptos son claves a la hora de entender las oportunidades y los riesgos que se pueden generar en el mundo metaverso. Este podría ser definido como una red de entornos virtuales siempre activos en los que muchas personas pueden interactuar entre sí y con objetos digitales, mientras operan representaciones virtuales, o avatares, de sí mismos. Este término utilizado por Neal Stephenson, en su novela cyberpunk llamada “Snow Crash” (1992), hoy es considerado como el next big thing. Este mundo digital es la convergencia de distintas tecnologías (animación, inteligencia artificial, blockchain, hardwares visuales, y otros) que, a medida que se desarrollen, permitirán masificar y hacer más sensorial la experiencia en 2D a no solo 3D, sino además en un formato inmersivo. Algo que ya se viene desarrollando indirectamente en la industria de gaming. De hecho, los juegos “Minecraft", "Fortnite", "Animal Crossing" y "World of Warcraft", entre otros, sirven de ejemplo de que los mundos virtuales inmersivos pueden ser populares y rentables.

Ustedes se preguntarán, ¿y qué cambia ahora?…. Bueno, es la inclusión de las criptos y en particular los NFT (por sus siglas en inglés de non fungible tokens), como un certificado único digital de un activo o un derecho, almacenado en la tecnología blockchain. Esto abre paso a un modelo de negocio y una economía dentro de estos mundos virtuales. Así lo vio el modelo centralizado del video juego Fornite, en el que ya se pueden adquirir prendas de Balenciaga o asistir a un concierto.

Y, por supuesto, también lo vio Facebook, con un twist inmersivo y dando un importante giro estratégico al rebautizarse como Meta. Esta big tech, con más de 2.740 millones de usuarios activos en sus plataformas, considera trasladar sus redes sociales desde la infraestructura de la Internet de la información o web 2.0, hacia su propio dominio del mundo digital, con sus propias reglas. Esta persigue combinar la captura del valor (modelo centralizado) de la web 2.0 y la interacción de actores y tokenización de activos de la web 3.0., además de la búsqueda de una experiencia inmersiva con realidad virtual… No se deje engañar por sus presentaciones de marketing alucinantes, ni sus frases de que Meta estará centrado en el ser humano y que seremos dueños de nuestros datos. Nada asegura de que estos no se utilizarán para fines comerciales dentro de la plataforma o con terceros. En Meta de Facebook no solo existe el riesgo que registren nuestros comportamientos o nuestros mensajes, sino también nuestras emociones y deseos más profundos.

En los últimos meses la casa de subastas Sotheby's abrió en Decentraland, una réplica digital de su galería londinense. Multinacionales como Coca-Cola comenzaron a comercializar productos con su imagen dentro de este espacio virtual y Barbados se prepara para abrir en enero 2022 su embajada en este mundo Metaverso.

Ante esta amenaza, decenas de startups de blockchain han recaudado más de US$ 4.000 millones para evitar el “Walled Garden” o Jardín Amurallado de Meta (ex Facebook), abogando por la creación de un modelo descentralizado. Los famosos gemelos Tyler y Cameron Winklevoss no se han quedado atrás, y están por firmar una primera ronda de US$ 400 millones para construir un modelo descentralizado del metaverso.

En el metaverso descentralizado, la tecnología podría proteger los derechos y la dignidad de las personas, no solo haciéndolas dueñas de su información, sino también dándoles el control a sus usuarios sobre ella y definiendo sus condiciones. En esta línea de mundo metaverso ya existe Decentraland, que en vez de dominios web (como en la web 1.0 o en la 2.0), te permite comprar en la web 3.0 un espacio virtual para desarrollar actividades, monetizar tus talentos o comerciar distintos objetos utilizando MANA-USD, una cripto de este mundo virtual. Decentraland funciona dentro de la web 3.0, como una DAO (organización autónoma descentralizada) basada en Ethereum, y permite a los usuarios comerciar con terrenos digitales y construir dApps (aplicaciones autónomas descentralizadas) sobre estas "parcelas o espacios digitales". Propio de las DAO, es la propia comunidad (usuarios) la que decide el rumbo que debe tomar. La participación de la gobernanza es a través de los tokens MANA, LAND o Estate. Para votar, los tokens MANA deben ser envueltos (wrapped) (y no se pueden volver a utilizar). Cada wrapped MANA proporciona una unidad de votos, mientras que cada LAND proporciona 2.000 unidades y cada Estate otras 2.000 por cada parcela que se posea dentro del juego. Existe además, un Consejo Asesor de Seguridad, conformado por cinco miembros votados por la comunidad, el que tiene la capacidad de retrasar o rechazar ciertas propuestas de gobernanza, si estas pudiesen afectar negativamente a Decentraland, y además supervisa la seguridad de los smart contracts.

Mientras la mayoría de los países y los bancos centrales deciden cuál será su postura regulatoria frente a los criptoactivos, el mundo metaverso ya está dando vida a la criptoeconomía construida con NFT. El metaverso mueve US$ 96 millones en ventas y tokens utilizados en estas plataformas. En julio de este año, Bloomberg Intelligence calculó que la oportunidad de mercado para el Metaverso puede alcanzar los US$ 800.000 millones para 2024. Considero que esta cifra está subestimada, pues no considera la mayor relevancia estratégica y el impulso que ha cobrado desde octubre. Por ejemplo, en los últimos meses la casa de subastas Sotheby's abrió en Decentraland una réplica digital de su galería londinense. Multinacionales como Coca-Cola comenzaron a comercializar productos con su imagen dentro de este espacio virtual y Barbados se prepara para abrir en enero 2022 su embajada en este mundo Metaverso.

Ante este nuevo paradigma, continúan los mismos desafíos del mundo análogo y de la web 2.0 y sus aplicaciones. Primero, el gran reto es poder acreditar la identidad de las personas que se encuentran detrás de cada uno de los avatares. Las plataformas debieran cumplir con los estándares internacionales de KYC –know your costumer– y contra el lavado de dinero y financiamiento del terrorismo. Segundo, asegurar la protección de datos personales ante los ciberdelitos. Y tercero, deben resguardar a los consumidores en contratos, derecho laboral y propiedad intelectual en espacios alternativos, sin fronteras y que aún no interoperan.