El retail en el Perú está en expansión más que galopante. Tiene cerca de 20% de penetración, por lo que su posibilidad de crecimiento es realmente enorme. De mantenerse las reglas de juego claras y las políticas económicas y fiscales adecuadas, el 2011 cerrará muy positivamente, ya que existen obras en marcha que no se van a paralizar pase lo que pase (salvo que suceda una “desgracia”).

Si hubiera cambios radicales en las reglas del juego y en el manejo económico en general, el crecimiento se detendría gradualmente -como, es obvio, en muchos otros sectores de la economía-. Sin embargo, los primeros meses de Ollanta Humala al frente del país, parecen ser una muestra de que el gobierno mantendría un entorno adecuado para que las inversiones y el crecimiento continúen, más aún en momentos en que el mundo parece estar preparándose para una nueva crisis que ojalá no sea tan violenta como la de años anteriores. En esta línea, cabe destacar sus palabras tranquilizadoras a los empresarios internacionales en su discurso en el foro APEC desarrollado hace pocas semanas en Lima.

La construcción de nuevos centros comerciales en el Perú está súper acelerada. Tenemos más de 20 centros comerciales en proyecto para los próximos dos años. De éstos, la tercera parte serán en provincias. Me animo a decir que en cinco años, ninguna capital de provincia estará fuera de contar con un centro comercial de mayor o menor tamaño. Así, es evidente que la expansión será muy veloz. Tendría que presentarse un escenario de manejo económico nefasto para que esto se paralice. Si se presenta la seguridad en los lineamientos económicos, los centros comerciales seguirán creciendo.

Se puede afirmar que en provincias “la mesa está servida” para el crecimiento de los centros comerciales, es cuestión de estudiar ingresos per cápitas, número de habitantes, estilos de vida (que de hecho los grandes inversionistas lo están haciendo en este momento, aunque con cierta desconfianza y esperando los primeros pasos del gobierno de Gana Perú). Así, pienso que el gran negocio estará en provincias.

No veo por qué el gobierno actual no puede ser más agresivo en la promoción del desarrollo de retailers de todo tipo en el país. Además, los gobiernos locales deberían brindar las facilidades y rapidez respectiva a las empresas interesadas en invertir. Es obvio que no se trata de “vender el país al mejor postor” y tampoco de calificar a los dueños de retailers como “buenos samaritanos”. Claro está, que deben ser regulados, pagar impuestos justos, entre otros.

En Lima, existen muchos espacios por crecer. Distritos como San Juan de Lurigancho -con cerca de un millón de habitantes y ubicado en Lima Este-, ofrecen oportunidades claras para el retail, sea en sus versiones de centros comerciales, tiendas por departamento o supermercados. Me animo a decir que Lima Este probablemente se convierta en la nueva “vedette” de crecimiento -como lo fue Lima Norte en los últimos años-. Además, la provincia constitucional de Callao (muy cercana a Lima) y distritos cercanos a Lima Moderna como San Miguel, Magdalena, Maranga, entre otros, están presentando un crecimiento muy veloz que va a demandar cada vez más la presencia de retailers de todo tamaño y formato.

No olvidemos tampoco a Lima Sur (Chorrillos, San Juan de Miraflores, Villa El Salvador, entre otros). Una ciudad de casi diez millones de habitantes ofrece oportunidades para los formatos típicos del retail moderno (centros comerciales, tiendas por departamento y supermercados) y también para formatos innovadoras, rupturistas, que se enfoquen en las necesidades de personas que están acostumbrándose a consumir; ésa debe ser una tarea para los empresarios. Sin embargo, el problema principal que se presenta Lima es la escasez de terrenos, aunque se habla de algunas “reservas” de propiedades en manos de los principales operadores y de los grupos que los respaldan.

La adaptación será necesaria. Sin embargo, hay que graduarla (podría ser que algunos negocios funcionen con nula adaptación, claro está). Sería útil considerar tanto los niveles socioeconómicos como los estilos de vida del target; además, se debe hacer investigaciones de mercado profundas. Es evidente que los retailers tienen presupuesto para hacerlo, con fondos para investigación potente y de calidad. El típico ejemplo de la adaptación a la cultura e idiosincrasia de los clientes fue el MegaPlaza y todos los centros comerciales de Lima Norte. Éstos consideran en sus diseños y oferta cómo actúan sus clientes de estas zonas, cómo piensan, cómo consumen, entre otros.

El Perú está en la mira del mundo, más aún en retail, dada la baja penetración que tiene en el país. Recalco, si las reglas se mantienen claras, el interés se mantendrá. Dada la gran experiencia en retail que tienen y su capacidad de inversión, las empresas chilenas nos consideran como un mercado muy atractivo y lo mismo pasará con compañías de otras latitudes. La asociatividad entre grandes grupos que en otras latitudes compiten -como el caso del Mall Aventura Plaza-, es una opción clara que me parece que se verá con mayor frecuencia.

Resulta útil y estratégico tener en cuenta la función socializadora que cumple el retail moderno en el Perú. Los centros comerciales son espacios en donde no sólo se compra. Esto -sin lugar a dudas- es aprovechado por los malls para ofrecer productos relacionados a los patrones de consumo de sus clientes.

Finalmente, no hay que olvidar que el retail es un gran dinamizador de la economía peruana. Así, las zonas en donde se establecen los supermercados, tiendas por departamento o centros comerciales, se revaloran muchísimo, generando una mejora en la calidad de vida de los habitantes de zonas aledañas; se crean muchos empleos en las industrias relacionadas; empleo legal y decente entre sus empleados; ayuda a la formalización del comercio minorista, se elevan las recaudaciones de impuestos, entre otros beneficios.

En suma, no veo por qué el gobierno actual no puede ser más agresivo en la promoción del desarrollo de retailers de todo tipo en el país. Además, los gobiernos locales deberían brindar las facilidades y rapidez respectiva a las empresas interesadas en invertir. Es obvio que no se trata de “vender el país al mejor postor” y tampoco de calificar a los dueños de retailers como “buenos samaritanos”. Claro está, que deben ser regulados, pagar impuestos justos, entre otros. Se debe aprovechar oportunidades para el país, y en este sector, ¡están servidas!