La Ministra del Trabajo de Chile, Evelyn Matthei, ha planteado la posibilidad de hacer reformas al Código del Trabajo. Esta propuesta incluye una modernización a la Dirección del Trabajo con cambios orientados a fortalecer la fiscalización y endurecer las multas a los incumplimientos por parte de los empleadores.
A estas alturas, pocos dudan de la necesidad de hacer una reforma en esta materia, teniendo en cuenta, sobretodo, que se trata de un código antiguo y cuya rigidez lo hace difícilmente aplicable a los tiempos actuales. Sin embargo, es importante que se tomen en cuenta las distintas aristas que se ven directa o indirectamente involucradas.
La discusión debe partir sobre la base de que el trabajo es un tema fundamental para el desarrollo de un país y que, además, es sensible, porque envuelve el bienestar de las personas (en especial cuando la palabra crisis económica ronda en el ambiente). Por ello, la clave está en lograr equilibrar la necesidad de un código moderno y de una Dirección del Trabajo que efectivamente fiscalice. Pero es igualmente necesario hacerlo teniendo como objetivo la corrección de malas prácticas estimulando el cumplimiento de normas más que castigando o imponiendo multas indiscriminadamente.
Más que un sentido punitivo, esta reforma debe apuntar a un cambio de hábitos y de cultura. Más que ser “temida”, la Dirección del Trabajo debe ser respetada y percibida como una institución moderna y altamente capacitada.
Una manera de alcanzar lo anterior es que esta entidad sea una instancia de promoción de buenas prácticas además de fiscalizadora. Se trata de mantener un rol complementario, lo que en ningún caso significa pasar por alto el incumplimiento de la ley.
Adicionalmente, el debate sobre una eventual reforma debe generarse tomando en cuenta las realidades de cada empleador dependiendo de su rubro y tamaño. Las pequeñas y medianas empresas son la principal fuente de empleo de los chilenos y para nadie es un misterio que las normativas en materia laboral, que para las grandes empresas son perfectamente aplicables, pueden ser un verdadero yugo para las empresas de menor tamaño, lo que incide directamente en el empleo.
Paralelamente, se presenta con esta reforma una oportunidad única de incluir la flexibilización de algunos aspectos en lo que el mismo trabajador puede llegar a acuerdo con el empleador como la jornada laboral o las horas extras, por nombrar algunos.
Oportunidad que también aplica a cómo actuamos frente a un empleador que presenta fallas reiterativas y que no rectifica su actuar. En esos casos sí hay terreno por avanzar.
Pero antes de debatir sobre el rol de la Dirección del Trabajo, el desafío que tenemos a nivel país es contar con un Código del Trabajo moderno, que tome en cuenta la naturaleza de cada empleador y que se enfoque principalmente en la generación de empleo, considerando los avances tecnológicos, la penetración de Internet y la demanda por jornadas laborales más flexibles. .
En pocas palabras, una legislación que se adapte al mundo de hoy.