Cálculos recientes estiman que 14,3% de la juventud en América Latina está desempleada y alrededor de 60% de aquellos que tienen trabajo, lo hacen en el sector informal. Las cifras de desempleo pueden ser aun mayores, ya que como resultado de la crisis muchos jóvenes han desistido de buscar empleo.

Aunque esta cifra no es tan preocupante como la actual de países Europeos (17,2%), el Medio Oriente (25,7%) o el Norte de África (27%), este fenómeno ocurre a pesar de la creación de empleos en el sector servicios, un fuerte crecimiento económico sostenido desde 2002 y una de las más rápidas recuperaciones desde la crisis económica de 2008-2009. ¿Quiénes son los y las jóvenes desempleados(as)?

Otra particularidad de la región (que contradice creencias comunes) es que los más afectados por el desempleo son los jóvenes más calificados como en el caso del Perú, Honduras y Ecuador o las personas que han completado la secundaria o el bachillerato como en el caso de Chile, Brasil, y Paraguay.

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Algo que no queda claro en estas tendencias es ¿por qué el desempleo afecta más a las mujeres jóvenes? Podemos encontrar una pista en el hecho que hoy en la región las mujeres tienen mayor nivel que educación que los hombres; otra pista, es que están predominantemente en el sector servicios.

Lo interesante del caso de Chile es que el mayor desempleo se observa en mujeres del sector servicios  (33%) y en hombres en el sector de manufacturas (casi 30%) -con educación secundaria completa. Este dato considera a personas que han tenido empleos anteriormente en esos sectores. Además, el desempleo es más alto en mujeres jóvenes que en hombres jóvenes. Lo interesante de esto caso es que es precisamente en el sector servicios en el que se han creado más trabajos en Chile desde los 90 y en el sector manufacturero donde han crecido más los salarios.

Esto me lleva a pensar que el debate sobre el incremento de la matrícula en la educación superior no es la respuesta más adecuada para los problemas de empleo de la región, sobre todo de los países mencionados. En un reciente estudio de Acemoglu y Autor concluyen que el mayor problema no está en la falta de profesionales sino en que cambios recientes del mercado laboral benefician a los que tienen capacidades de manejar ciertas tecnologías (computadores, softwares, internet maquinas en manufactura o agro-business). Así, parte del desempleo joven -que se concentra en el sector servicios y en algunos casos en manufacturas– podría ser explicado por una brecha de capacidades tecnológicas de la población joven de los quintiles más bajos.

Por esto, pienso que parte de la solución debe venir del fortalecimiento de programas técnicos, tecnológicos y de formación para el trabajo (que incluyan mujeres) así como la introducción de la enseñanza de nuevas tecnologías de la información en la escuela secundaria.

Algo que no queda claro en estas tendencias es ¿por qué el desempleo afecta más a las mujeres jóvenes? Podemos encontrar una pista en el hecho que hoy en la región las mujeres tienen mayor nivel que educación que los hombres; otra pista, es que están predominantemente en el sector servicios. ¿Será que nos hemos educado mucho? ¿Continúa la discriminación? ¿Los cambios estructurales en la economía simplemente benefician más a los hombres?

*Esta columna fue publicada originalmente en le revista Humanum del PNUD.