Uno de los principales problemas del Perú son los conflictos sociales. Grupos humanos no escuchados ni atendidos las nuestras autoridades que sienten vulnerados sus derechos –sociales, económicos, ambientales o de cualquier otra índole– y que, en aras de recuperarlos, apelan a la lucha social. Cuando los medios de comunicación nos muestran imágenes de protestas, muchas veces nosotros, desde la comodidad de nuestros hogares, nos preguntamos: ¿qué tienen en la mente? La respuesta podría venir en clave de pregunta: ¿qué haríamos si nuestra vida y la de nuestra familia se vieran amenazadas de alguna manera y, más aún, si en ese contexto no contáramos con clara presencia de la autoridad?.
Si bien la ciudadanía tiene poder de decisión, debe ser una obligación de las autoridades escucharla, entenderla y apoyarla en su búsqueda de soluciones. Así se contribuye a evitar esa sensación de peligro que puede desencadenar en violencia, sobre todo en un país que ya no es el mismo que el de las décadas de los ochenta y noventa. Hoy los peruanos somos más sensibles ante la vulneración de nuestros derechos, y es necesario contar con autoridades que, apelando a su liderazgo, logren persuadir en la búsqueda del bien común y evitar desmanes, saqueos, accidentes y hasta la pérdida de vidas.
Para ser líderes debemos ejercer influencia sobre otras personas, lograr que hagan lo que de otro modo no harían. En un taller al que tuve la oportunidad de asistir en la Universidad de Harvard, el profesor Gary Orren, de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, mencionó que hay tres formas de hacerlo: “Podemos decirles ‘hazlo porque yo lo digo’; es decir, podemos dar órdenes. Podemos negociar con personas a través del intercambio y llegar a acuerdos. Y, por último, podemos tratar de persuadir a la gente”. Para esto último, Orren agregó: “No solo debemos tener las respuestas adecuadas, ni ser inteligentes o tener las ideas más brillantes. En la vida cotidiana, en los grandes desacuerdos, podemos lograr que se llegue a un punto en común sin forzarlos a que cambien sus puntos de vista y transformen su actitud”. En suma, que voluntariamente se muevan de un punto a otro.
¿Y cómo se consigue? Respondiendo a lo que siempre nos preguntamos cuando vemos las violentas imágenes que los medios transmiten: ¿qué tienen estas personas en la mente? Hay que detectar lo que ellas piensan, pero acercarnos desde un punto de vista diferente. Es fundamental aprender del conocimiento del otro, comprender a los demás para poder entablar relaciones sociales genuinas y generar una comunicación de confianza. Será esta última la que, en momentos de crisis, nos lleve a entendernos y a lograr persuadir por medio de propuestas consensuadas.
¿Y cómo se consigue? Respondiendo a lo que siempre nos preguntamos cuando vemos las violentas imágenes que los medios transmiten: ¿qué tienen estas personas en la mente? Hay que detectar lo que ellas piensan, pero acercarnos desde un punto de vista diferente.
Cuando un liberal y un conservador miran el mismo hecho, lo interpretan de manera diferente, pues cada uno tiene su forma particular de entender el mundo. Pero, además de este acercamiento racional, es necesario hacer el ejercicio de preguntarse qué siente el otro, qué lo motiva. De lo contrario será imposible cultivar la empatía, tan necesaria en el oficio de la persuasión.
No podremos persuadir a nadie a menos que transmitamos que entendemos su punto de vista –ojo, no tenemos que necesariamente coincidir con esta persona–. Nuestro interlocutor debe entender que podemos abocarnos a comprender el problema o la amenaza que siente. Estoy seguro de que estableciendo mecanismos de interrelación adecuados generaremos voluntades constructivas, cívicas y que busquen la paz social.
¿Queremos dejar atrás los conflictos sociales apelando a mecanismos de persuasión por medio del diálogo? ¿Qué esperamos, entonces, para conocernos entre compatriotas? En el mundo real no bastan las buenas ideas, hay que venderlas para poderlas ejecutar. Y las personas que logren conocer al otro tendrán muchas probabilidades de persuadir.
Si la frecuencia de estas imágenes en los medios de comunicación se va reduciendo es porque todos los peruanos, y principalmente nuestras autoridades, vamos entendiendo las necesidades del otro y nos esforzamos por entregar soluciones inclusivas. El día que nos dejemos de plantear la pregunta que titula esta reflexión, estaremos caminando hacia la paz social.