La propuesta inicial de Donald Trump impediría el ingreso por tiempo indefinido de cualquier musulmán a territorio estadounidense. Luego sus voceros aclararon que la prohibición sería únicamente para los musulmanes que pretendieran inmigrar a los Estados Unidos. ¿Qué tanta seguridad brindaría una norma así?
En primer lugar, los homicidios con motivación política representan una proporción infinitesimal del total de homicidios con armas de fuego perpetrados en los Estados Unidos: cada año mueren en ese país unas 12,000 personas por esa causa. Según la organización New America Foundation, en los más de catorce años transcurridos entre el 11 de Septiembre de 2001 y los recientes atentados de San Bernardino, el terrorismo ha provocado un total de 93 víctimas mortales.
¿Detener la inmigración de musulmanes habría conseguido al menos prevenir esas 93 muertes por terrorismo ocurridas en los últimos 14 años? No, porque 48 de esos homicidios fueron cometidos por terroristas de extrema derecha.
Es decir, la propuesta de Trump solo podría tener alguna eficacia respecto a una pequeña fracción del 1% de los homicidios perpetrados en su país. ¿Detener la inmigración de musulmanes habría conseguido al menos prevenir esas 93 muertes por terrorismo ocurridas en los últimos 14 años? No, porque 48 de esos homicidios fueron cometidos por terroristas de extrema derecha. ¿Habría detenido al menos los 45 homicidios cometidos por terroristas yihadistas? No, porque hasta donde he podido averiguar, solo los hermanos Tsarnaev (autores del atentado terrorista en Boston), y Tashfeen Malik (coautora del atentado terrorista en San Bernardino), llegaron a Estados Unidos como inmigrantes. Pero solo esta última calza el perfil temido por los seguidores de Trump, dado que los hermanos Tsarnaev llegaron a los Estados Unidos siendo niños, por lo que presumiblemente no inmigraron con la intención de cometer atentado alguno. ¿La propuesta de Trump habría impedido cuando menos los atentados terroristas del 11 de Septiembre de 2001? No, porque solo uno de los 19 perpetradores ingresó a los Estados Unidos con una visa de estudiante (es decir, no era un inmigrante, pero al menos pretendía permanecer en suelo estadounidense por un tiempo prolongado), los otros 18 ingresaron con visas de turista o de negocios.
Aún bajo el supuesto negado de que la propuesta de Trump fuese eficaz, ¿sería posible implementarla? Si hubiese propuesto suspender temporalmente la inmigración procedente de países como Pakistán (del cual provenía Tashfeen Malik), no hubiera violado el principio constitucional que garantiza la libertad de religión, y existirían documentos oficiales en los que consta la nacionalidad del portador (los pasaportes). Pero si pretende inmigrar a los Estados Unidos un ciudadano francés, ¿cómo saber si pertenece a la minoría musulmana?, ¿le exigiría a todos los países del mundo clasificar a sus ciudadanos por filiación religiosa para que sean elegibles como inmigrantes?
Si es ineficaz y virtualmente imposible de implementar, ¿qué propósito sirve una propuesta de ese tipo? Sugiero una hipótesis audaz: el propósito no sería resolver problema de seguridad alguno, sino obtener beneficios políticos instigando temor y odio hacia los musulmanes, labor facilitada por cada nuevo atentado terrorista. De hecho, son los mismos sentimientos que buscan instigar los propios terroristas, como revela el documento del Estado Islámico titulado “La Extinción de la Zona Gris”, en el cual sostiene lo siguiente: “Como dijera el Sheik Osama Bin Laden, ‘El mundo está hoy dividido en dos campos. Bush habló con la verdad cuando dijo, O están con nosotros, o están con los terroristas’. Es decir, o están con los cruzados (V., las potencias occidentales), o están con el Islam”. El documento añade que los ataques del Estado Islámico contra civiles provenientes de esas potencias, “habrán de forzar a los cruzados a destruir por sí mismos la zona gris. Los musulmanes de Occidente pronto tendrán que elegir entre dos opciones: cometer apostasía o emigrar al Estado Islámico, y así escapar la persecución de los gobiernos cruzados y sus ciudadanos”.
En buen romance, Donald Trump, Marine Le Pen y el Estado Islámico buscan obtener respaldo político polarizando las sociedades occidentales entre una mayoría temerosa de la minoría musulmana, y una minoría musulmana temerosa de esa mayoría. La única diferencia es que, una vez dividida de ese modo la sociedad, Trump y Le Pen, de un lado, y el Estado Islámico, del otro, pretenden representar a polos opuestos de la división cuyas acciones contribuyen a crear.
Por cierto, las zonas grises también abundan entre los musulmanes en otras regiones del mundo. Por eso según el Departamento de Estado de los Estados Unidos, a nivel mundial entre 2007 y 2011, "En los casos en los que la filiación religiosa de las víctimas de terrorismo pudo ser establecida, los musulmanes dieron cuenta de entre el 82% y el 97% de las víctimas mortales". Es decir, las principales víctimas del terrorismo yihadista son otros musulmanes que no comparten su proyecto político.