El coronavirus, o covid-19, ha movido mercados y políticas como pocos eventos recientes. Cada mañana los acontecimientos despliegan una nueva serie de reacciones. ¿Por qué hay tanta preocupación, y cómo puede acabar afectándonos económicamente este virus?
El covid-19, que apareció en China en diciembre 2019, ha registrado ya casi 10,000 casos a nivel global y más de 3.300 muertos. Los números superan diez veces los del SARS (2002). Su potencial de contagio también es mayor: en algunos países el número de afectados se duplica cada semana, y una persona afectada trasmite el virus a 2,5 más como promedio. Todo esto nos ayuda a entender el miedo a nivel sanitario.
Pero ¿por qué ha llevado a los mercados a una de las peores caídas desde los años 80? ¿Por qué se teme por el crecimiento del PIB global?
La primera respuesta se debe al gran economista John Maynard Keynes: los "animal spirits". Un pánico, sea por nuestra salud o por la solvencia de los bancos, puede llevar a inversores y consumidores a recortar gastos y ahorrar. Si esta actitud persiste, afecta a la economía real, donde compramos, cobramos y vendemos.
¿Decidiremos que este virus no es tan temible, y que podemos controlar su expansión e incluso convivir con él? ¿O nos veremos en una recesión provocada por los "espíritus animales" que hundieron la inversión, el consumo y los mercados?
Los mercados reaccionan ante el miedo de que China, ahora casi 20% de la economía mundial, pueda crecer mucho menos, tirando el crecimiento global hacia abajo. Aunque se ha desacelerado, China representa alrededor del 30% del crecimiento mundial.
Otros factores de demanda reducen el crecimiento económico, aunque sea temporalmente. Las personas bajo cuarentena o con miedo a contraer el covid-19 no salen a comprar. Esto reduce ventas de coches y otros productos, incluso viviendas, sobre todo hay miedo al futuro. En China, la venta de coches se redujo el 93% en febrero. Esto afecta a la producción, el empleo y la renta, y por consecuencia, la compra y producción de otros tipos de bienes y servicios.
Una industria gravemente afectada es el turismo y el transporte. Vemos a Venecia vacía en fechas de carnaval, así como vuelos y eventos internacionales cancelados. Si se cancelaran los juegos Olímpicos de Tokio, sería la cuarta vez desde 1896.
Más allá de las ventas y el empleo están los mercados financieros. El endeudamiento privado en China es peligrosamente alto. ¿Qué ocurrirá si los bancos o las constructoras no pueden cobrar? Aunque el sistema financiero chino está en manos del gobierno, a diferencia de los nuestros, una crisis golpearía la economía. También podría espantar los mercados financieros globales en el momento de mayor endeudamiento de la historia. El virus podría provocar un "momento Minsky", que acaba en crisis, si el pánico llegara a cundir.
Por el lado de la oferta, hay otros efectos: el cierre de plantas en China, "la fábrica del mundo", que deja a grandes empresas como Apple o los fabricantes de coches sin suministros. Hay grandes empresas y sectores que van a ver reducidas su producción y ventas, llevando a la misma cadena de desempleo, menor demanda, menor PIB.
Todo esto ha llevado a algunos expertos a pronosticar mucho menos crecimiento mundial en el 2020. La OCDE anunció hace unos días que esperaba que el crecimiento global fuera en este año la mitad del de 2019.
¿Estamos sobre reaccionado? Es posible. Pero si el sentimiento existe, los efectos se van a producir. Entramos en una época de menor crecimiento debido al covid-19. La pregunta más importante es cuánto durará. ¿Decidiremos que este virus no es tan temible, y que podemos controlar su expansión e incluso convivir con él? ¿O nos veremos en una recesión provocada por los "espíritus animales" que hundieron la inversión, el consumo y los mercados?
Todo esto queda por ver. Una lección: la globalización puede tener efectos negativos muy graves si los países no logran articular una respuesta adecuada.