Cuando se terminen de hacer las cuentas, el Producto Interno Bruto (PIB) de México habrá crecido alrededor de 2,45% el año pasado. Así, 2015 se adicionará como otro año más de crecimiento mediocre del gobierno de Peña Nieto. Pero, ¿podemos esperar algo mejor para 2016?

No lo creo. Si todo va razonablemente bien, pienso que la economía mexicana crecerá más o menos lo mismo que el año pasado, es decir, por ahí de un 2.5%.

Mucho del crecimiento de 2015 se explica por esta suma de factores que generaron un incremento en el consumo interno. El problema es que, si la economía estadounidense presenta algún signo de debilidad y el consumo privado en México se desacelera, entonces el crecimiento del PIB en 2016 ni siquiera alcanzará los niveles tan mediocres del año pasado.

El problema para México es que la economía mundial está débil. Europa sigue sin recuperarse desde la gran crisis recesiva del 2008-2009. Japón no puede salir de su atorón económico desde hace décadas. Por lo que toca a China, en pocas décadas se convirtió en uno de los mayores motores de crecimiento económico mundial. Pero el año pasado comenzaron a generarse serias dudas sobre la situación real de su economía actual. En agosto, las autoridades de ese país tuvieron que intervenir con fuertes estímulos fiscales y monetarios para evitar un colapso. En el corto plazo tuvieron éxito: los peores temores se calmaron. Sin embargo, persisten los cuestionamientos de qué tan sólida está la economía del gigante asiático y la fortaleza de muchas de sus empresas que se encuentran endeudadas.

Los países emergentes son los que más han sufrido por la desaceleración china. Como la mayoría de ellos exporta materias primas, pues la demanda de estos productos se ha desplomado generando un terrible derrumbe en sus precios. El año que entra no puede esperarse una recuperación importante en los mercados de los llamados commodities. Por tanto, las naciones que los producen seguirán pasando penurias. Con toda probabilidad, seguirán experimentando la contracción de su PIB, tal y como ha sido el caso con Brasil y Rusia el año pasado.

Europa y Japón atorados. China desacelerándose y generando dudas. Los países emergentes en recesión. Sólo queda Estados Unidos como motor generador de crecimiento económico mundial. El problema es que también hay dudas sobre la solidez de la economía de nuestro vecino del norte.

No hay duda que Estados Unidos está creciendo. El consumo interno va muy bien gracias a un incremento en el ingreso personal disponible. Las inversiones en bienes de capital también están aumentando.

Esto llevó a que la Reserva Federal subiera las tasas de interés en ese país por primera vez desde 2006. Durante años, el banco central emitió billones de dólares a tasa cero para revertir una recesión que estuvo a punto de convertirse en depresión. Esta política monetaria sin precedentes funcionó. Hoy la economía estadounidense está creciendo y generando empleos. El problema es que, ahora, la Reserva Federal debe normalizar su política monetaria aumentando las tasas de interés. Si todo va bien, el banco central de aquel país incrementará 100 puntos bases la tasa de referencia durante 2016, lo cual llevará las tasas de fondos de la Fed a alrededor de 1,5% anual a finales de este año. Pero esto, que parece tan poco, genera ciertas dudas. No sabemos cuántas empresas podrán seguir operando con créditos más caros. Muchas compañías podrían tener problemas para pagar deudas con mayores tasas de interés.

Esto, algunos piensan, podría debilitar a una economía estadounidense que, según ellos, ni siquiera está tan sólida como se cree. En este sentido, la Reserva Federal podría dilatar el incremento en las tasas o incluso recular y volver a bajarlas, lo cual sería una pésima noticia para la economía mundial: demostraría que no está funcionando como se pensaba el único motor supuestamente sólido de crecimiento mundial.

Regresando a México, para poder crecer igual que el año pasado, lo que necesitamos es que Estados Unidos muestre solidez en su economía y, además, mantener el dinamismo que presentó el consumo privado durante 2015. El hecho es que los mexicanos, el año pasado, tuvieron más dinero para gastar gracias a una inflación bajísima y el aumento de la planta laboral, las remesas y el crédito. Mucho del crecimiento de 2015 se explica por esta suma de factores que generaron un incremento en el consumo interno. El problema es que, si la economía estadounidense presenta algún signo de debilidad y el consumo privado en México se desacelera, entonces el crecimiento del PIB en 2016 ni siquiera alcanzará los niveles tan mediocres del año pasado.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.