Los últimos dos años han sido testigos de una serie de movimientos sociales y protestas en distintos rincones del mundo, los que han dejado entrever la importancia de la percepción ciudadana de sus líderes y gobernantes. Estos movimientos constituyen una señal para que los gobiernos de la región tomen nota de la percepción ciudadana sobre sus principales aciertos y desaciertos.

En el marco de los debates de la agenda post-2015, los ciudadanos de la región han establecido de manera clara cuáles cambios encabezan su lista de prioridades. Según la encuesta global MI Mundo, en países como Argentina, Brasil, Trinidad y Tobago, Venezuela, Colombia y México, contar con “un gobierno honesto y receptivo” ocupa un lugar protagónico en la agenda de desarrollo.[1]

Por ejemplo, en Colombia, la consulta nacional con participantes del sector privado, jóvenes, mujeres y otros grupos, arrojó que una de las prioridades para la agenda global es el fortalecimiento de las capacidades del gobierno, sobre todo a nivel local.

¿De qué manera evalúan los ciudadanos al gobierno? Una respuesta es que la percepción ciudadana negativa de las instituciones se puede derivar de la presencia de altos niveles de desigualdad.

En Brasil, los participantes de la consulta enfatizaron que la calidad de educación es la primera prioridad, y un gobierno honesto y receptivo es necesario como un medio para mejorar avances en ésta y otras áreas fundamentales para el desarrollo en el país.

Frente a este escenario, es importante preguntarse: ¿de qué manera evalúan los ciudadanos al gobierno? Una respuesta es que la percepción ciudadana negativa de las instituciones se puede derivar de la presencia de altos niveles de desigualdad.

En 2011, los datos indican que aproximadamente el 80% de los ciudadanos de la región expresaron que la distribución del ingreso en sus países respectivos era injusta o muy injusta. Al analizar datos sobre confianza ciudadana e índices de desigualdad para 15 países de la región, la evidencia señala que la desconfianza en las instituciones políticas se mueve en la misma dirección que la desigualdad. Lo anterior quiere decir que si bien no se puede establecer una causalidad directa entre los factores, parece haber al menos una asociación positiva entre estos: a mayor desigualdad, se presenta también mayor desconfianza en las instituciones –específicamente en los partidos políticos, entre los encuestados por LAPOP. La gráfica 1 muestra que para algunos países de la región, un índice Gini más alto coincide con un porcentaje mayor de la población que expresa “nada de confianza” en los partidos.[2]

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Otra tendencia puede ser que altos niveles de violencia también están asociados con la desconfianza en el gobierno. Además de la negativa percepción que prevalece sobre la distribución, la ciudadanía también esta consternada por cuestiones de seguridad. Además de que los cinco países con mayores tasas de homicidio a nivel mundial en 2010 pertenecían a la región de América Latina y el Caribe,[3] los resultados LAPOP señalan que el 19,57% de los ciudadanos de la región –la proporción más significativa de encuestados-, coinciden en que el crimen y la delincuencia es el problema más grave que enfrentan al interior de sus países.[4]

Adicionalmente, la encuesta global MI Mundo muestra que una de las prioridades en algunos países de la región, entre las 16 enlistadas, es la protección contra el crimen y la violencia: en Honduras y Venezuela es la principal preocupación, mientras que en El Salvador es la segunda. La gráfica 2 muestra que en algunos países de la región donde una mayor proporción de los ciudadanos reportaron nada de confianza en los partidos políticos, también se presentaron índices de homicidio altos, como sucedió en el caso de la República Dominicana y Brasil.

Seguramente este análisis está limitado por una multiplicidad de factores que pueden influir en cómo se evalúa al gobierno, pero los ciudadanos parecen coincidir que la confianza en el Estado no sólo se mide por apegarse a su definición estrictamente weberiana, sino que también debe tomar cartas en el asunto en la desigualdad distributiva.

[1] Para Argentina (2), Brasil (2), Trinidad y Tobago (2), Venezuela (3), Colombia (3), México (3). Para resultados consultar la encuesta global MI Mundo aquí.

[2] En respuesta a la pregunta de la encuesta LAPOP 2012: ¿Hasta qué punto tiene confianza usted en los partidos políticos? Respuesta en una escala del 1 (nada) al 7 (mucho).

[3] El orden es el siguiente: Honduras (82.1 homicidios por cada cien mil habitantes), El Salvador (64.7), Jamaica (52.2), Venezuela (45.1) y Belice (41.4) para el 2010.

[4] La cifra anterior representa la proporción más grande entre los problemas enlistados para los siguientes países: México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Paraguay, Chile, Uruguay, Brasil, Venezuela, Argentina, República Dominicana, Haití, Jamaica, Guyana, Trinidad y Tobago, Belice, Estados Unidos, Canadá y Surinam.

*Esta columna fue publicada en la revista Humanum del PNUD.