Hemos llegado a la recta final de la contienda electoral. Faltan 13 días para que se publiquen las últimas encuestas y terminen las campañas. Cuatro días después, los electores acudiremos a las urnas. Se trata del último estirón, el tiempo en que escucharemos los lugares comunes típicos del final de todo proceso competitivo: “llegó el momento de la verdad”; “hay que echar toda la carne al asador”; “es ahora o nunca”; “no importa en qué lugar se comenzó sino en qué lugar se acabó”; o, “caballo que alcanza, gana”.
Como todo lo que ha rodeado a esta prolongada contienda, también los cierres serán presentados como posibles determinantes para el resultado final. Los medios, ávidos como siempre de noticias y predicciones, interpretarán todos y cada uno de los eventos como “fundamentales” para la elección. Ocurrió así cuando se dieron los dos debates de los candidatos presidenciales o cuando el presidente Calderón asumió cierto activismo partidista, sin dejar de mencionar eventos coyunturales como la visita de Peña a la Ibero o la formación del movimiento #YoSoy132.
Toca el turno al cierre de las campañas. Ya lo estoy escuchando: “lo que suceda estos días definirá al ganador”. ¿De verdad es posible afirmarlo? Metodológicamente, la única manera de saber con certeza estadística que un acontecimiento tuvo un impacto en las intenciones de voto es con una encuesta panel, es decir, un sondeo que se hace regularmente con la misma muestra. Y cuando digo que es la misma muestra me refiero a que el encuestador tiene que ir a buscar a las mismas personas que entrevistó la primera ocasión para volverlas a interrogar en las subsecuentes rondas. Que yo sepa, en este 2012, ninguna casa encuestadora está realizando una encuesta de este tipo. Por tanto, todo lo que escuchamos de que esto u otro van a cambiar las intenciones de voto en realidad son puras especulaciones periodísticas.
A falta de una encuesta panel, me sumo a la especulación de si los cierres podrían influir en parte del electorado, sobre todo aquel que no se ha decidido por quién votar o que ya tiene a su gallo, pero estaría dispuesto a cambiarlo.
A falta de una encuesta panel, me sumo a la especulación de si los cierres podrían influir en parte del electorado, sobre todo aquel que no se ha decidido por quién votar o que ya tiene a su gallo, pero estaría dispuesto a cambiarlo.
No hay duda que es importante realizar cierres contundentes. No está fácil porque las campañas tienen dos problemas en estos últimos días. El primero es la saturación que ya existe en el electorado después de una prolongadísima contienda que oficialmente comenzó el 30 de marzo, pero que en realidad lleva años disputándose. A estas alturas del partido, ¿no sabemos al derecho y al revés quién es Peña, López Obrador y Josefina? ¿No tenemos una idea muy clara de qué proponen y cuáles son sus atributos personales? ¿Acaso podría haber mensajes nuevos que no hayamos ya escuchado? ¿Se hará público algún nuevo escándalo de último momento?
Además de la saturación, el segundo problema para las campañas es lo que en la mercadotecnia se conoce como “clutter”, que en español podría traducirse como “revoltijo”, es decir, el conjunto de muchas cosas que no tienen orden ni método y que generan confusión. Y esto es lo que exactamente está ocurriendo y seguramente ocurrirá en los últimos días de la contienda electoral: un gran revoltijo publicitario donde el público será bombardeado en todo tipo de anuncios. Durante las siguientes dos semanas, todos los partidos, en todas las elecciones, federales y locales, competirán por atraer la atención mediática junto con las marcas tradicionales como Coca-Cola, Telmex y Master Card. El resultado será una verdadera congestión publicitaria, el reto: sobresalir en medio de tanta batahola.
Si se juntan, los dos problemas de saturación y revoltijo se magnifican. Para ilustrarlo, imagine usted que viviera en el centro de Times Square en Nueva York con todo el hartazgo del barullo de sus coloridos anuncios eléctricos. ¿Qué podría hacer un publicista para llamar su atención? La respuesta es clara: algo tremendamente creativo y espectacular. No hay de otra. Por eso, si los últimos días de las campañas nos encontramos con más de lo mismo, me parece que los cierres no tendrán efecto alguno en el electorado. Sin embargo, si alguno de los candidatos destapa un gran escándalo de un adversario o logra colocar una llamativa publicidad con un nuevo mensaje, sí podría haber un efecto a su favor.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx