Ya no es novedad el cómo las exportaciones de servicios han evidenciado un crecimiento natural, y es que, el sector terciario de la industria cada vez logra mayor visibilidad, demanda y, en consecuencia, contribuye no solo dinamizando la actividad económica, sino que reactivándola.

Tal ha sido su repercusión que el sector exportador, y en particular el de servicios, está siendo considerado como uno de los motores de la economía.

Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), las exportaciones de servicios registraron un crecimiento del 24,4% en América Latina y el Caribe (ALC), entre 2020 y 2021. En tanto, las exportaciones peruanas de servicios, en línea con las cifras del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), durante 2021, lograron US$ 10.294 millones, respecto de lo logrado durante 2019, US$ 10.677 millones.

Sin embargo, la tarea para seguir desarrollando de manera proactiva la internacionalización de los  servicios, no solo debe ir acompañada del esfuerzo que ha involucrado el sector público y privado, sino que, debe apostarse de manera decidida por empezar a desarrollar desde la academia acciones de investigación, generación de proyectos pragmáticos que involucren a alumnos interesados en estas materias, con el objeto que puedan trabajar de manera directa planes de internacionalización con organizaciones reales, cuya oferta de servicios ya se encuentre madura y tenga, por cierto, oportunidad en algún tercer mercado. 

La tarea, centros de estudios superiores o técnicos, que tengan carreras vinculadas con negocios, no pueden estar ajenos a solo enfocarse en generar planes de negocios con foco en lo nacional, es este el momento decisivo de comenzar a incorporar cursos que tengan como foco internacionalizar oferta y concretamente de servicios.

¿Cómo?, llevando al estudiante a conjugar la academia con la práctica, invitándolos a identificar desde el aula, empresas pequeñas y medianas con potencial exportador de un servicio. Convenciendo al líder de dicha empresa en que se sume a un proyecto de internacionalización dirigido desde la academia, pero con participación real del potencial exportador durante toda la duración del desarrollo del Plan de Internacionalización, tiempo estimado máximo cuatro meses, lo que aproximadamente dura un ciclo.

¿Qué se logra? No solo experticia e interés de estudiantes por internacionalizar oferta nacional, sino que, generar acciones concretas para aportar desde la academia a un sector de emprendedores reactivos que han desarrollado una potente oferta con potencial exportable y que requieren de un soporte técnico calificado para prospectar terceros mercados, sumado a que puedan obtener un Plan de Marketing de Internacionalización de Servicios, que le permita dimensionar oportunidades, identificar potenciales clientes, competidores, demanda y conocimiento del destino elegido en términos políticos, económicos, culturales, tecnológico, ecológico y legal.

Finalmente, la cuarta ola de la industrialización, o industria 4.0 se robustece y lo hace debido a la integración digital de la información, que permite ejecutar negocios en simultáneo desde diferentes latitudes sin que ello sea una barrera. En paralelo, el encuentro del mundo físico y digital gestan, a través de una sucesión de pasos iterativos lo que se conoce por sus siglas en inglés physical-digital-physical (PDP), que se traduce en lo físico-digital-físico, dicho en buen romance, la combinación de técnicas avanzadas de producción y operaciones con tecnologías inteligentes que se integran en las organizaciones, las personas y por cierto los activos. 

Así las cosas, otra razón que contribuye a la internacionalización de los servicios.