Cuando Pedro Delgado, laceando un becerrito bajado del páramo, se quebró un pie en un tentadero cercano a Quito, la prensa local supo que tenía condumio para la sopa; personal, recursos y espacio fueron destinados para convertir en nota de tapa un hecho banal. El país conoció así detalles de las fallidas artes taurinas del entonces presidente del Banco Central del Ecuador (BCE). Como anécdota, el hecho no pasó de ahí; desde la rejilla del poder representó una de las primeras "metidas de pata" de quien fuera, hasta el pasado 19 de diciembre, uno de los hombres de mayor confianza y con mayor poder dentro de la blindada estructura del régimen de Rafael Correa.

Miremos detrás del biombo:

Era más redituable solazarse con un tema menor ocurrido a un personaje mayor. Eso le permitió a la prensa vadear el tema de fondo, el asunto verdadero: el papel jugado por el todopoderoso Pedro Delgado en el proceso de "cauterización económica" de la vieja herida abierta por los ex banqueros que siguen a la espera del "vuelto"...

Delgado entró de lleno en el radar de los medios:

i).-por la acuciosidad de periodistas que creen en el oficio que honran (algunos, soportando presiones y la adversidad editorial casa adentro);

ii).-por lo que él representó hasta hace poco en la guerra subterránea que libran, hoy, el gobierno y un puñado de ex banqueros privados, otrora dueños de casi todo, que luego del crac de 1998-99 perdieron propiedades relevantes (canales de TV, radios, periódicos, ingenios azucareros, firmas comerciales, de seguros, etc.), y con ellas, parte del inconmensurable poder que detentaban.

Delgado Campaña, por su dilatado antecedente tecnocrático en la Superintendencia de Bancos (vivió en las entrañas de la crisis y elaboró documentos clave relacionados con el atraco bancario, entre ellos, informes que afectaron a los ex dueños de Filanbanco), y sobre todo por la triple posición de mando supremo que llegó a tener en tres instituciones importantes hasta el fatídico 19 de diciembre -en el alicaído BCE, en el poderoso Comité de Deuda y Financiamiento (CDF) y en el enigmático fideicomiso que maneja activos y cuentas de liquidación de la banca quebrada-, no era, pues, un personaje cualquiera. En tal sentido, la prensa atrincherada en la acera opuesta apuntó bien a su presa: al primo del presidente, quien llegó a ser un vector estratégico del gobierno de Correa, en su guerra post-crisis bancaria contra el rezago de poderosos intereses económicos que, debilitados y todo, ejercen una impresionante y efectiva influencia colateral.

En efecto, a través de formas gelatinosas y envolventes atrapan al incauto y lo ponen a su servicio, manipulan la verdad con asombrosa facilidad, inciden incluso en el trazo editorial de algunos medios, acosan a la historia, en fin, vuelven difícil la tarea bíblica de separar la paja del trigo (tema de fondo que, me apena decirlo, ha desaparecido de casi todas las páginas y micrófonos de los medios).

Cuando lo del pie roto, al exponerse, arrogante, desafiante y prevalido del descomunal poder otorgado por el propio Correa (como lo reconoció con visible irritación el 22 de diciembre), Delgado saltó a primera plana con un pasivo en contra, es decir, saltó al vacío sin advertir el yerro estratégico cometido; error que, hay que decirlo también, el gobierno tardó mucho en mirar y calibrar, quizá por estar cubierto de los mantos que suelen tejerse allá en las alturas del poder y/o por el contagio que emana de un discurso autosuficiente y apenas dialéctico. El resto -lo que la propaganda del gobierno llama "linchamiento mediático"- fue obra de la acción calculada de algunos empresarios de medios, apalancada en la tarea investigativa de periodistas de oficio. Sin embargo, en sentido estricto, los medios dejaron que el "toro se vaya con la veta".

El problema esencial no era la rotura del pie de Delgado, aunque se entiende que, por una conducta de ocasión, los medios lo hayan explotado política y mediáticamente. Era más redituable solazarse con un tema menor ocurrido a un personaje mayor. Eso le permitió a la prensa vadear el tema de fondo, el asunto verdadero: el papel jugado por el todopoderoso Pedro Delgado en el proceso de "cauterización económica" de la vieja herida abierta por los ex banqueros que siguen a la espera del "vuelto", luego de que saquearon los fondos de cientos de miles de clientes, y que el Estado debió poner a cambio para evitar el colapso social que se visualizó en el horizonte tras el festín bancario ocurrido en el Ecuador a finales del siglo pasado e inicios del actual.

Este tema, en extremo complejo, requiere una adecuada contextualización de hechos y personajes para evitar la asfixiante contaminación mediática de lado y lado; de él me ocuparé en la próxima entrega.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Rienda Suelta... apuntes de Hernán Ramos.