Lanzar una startup no es fácil. Reid Hoffman (cofundador de LinkedIn e inversionista ángel de startups como Airbnb y Facebook) entregó una descripción muy acertada: “es como lanzarse de un precipicio y armar un avión durante la caída”. Las primeras etapas de la vida de una startup están llenas de emociones, éxitos y decepciones, y muchos founders destacan el comienzo del camino como la parte que más recuerdan en el viaje del emprendedor. Pero ¿cómo saber cuándo tu startup está en un punto de inflexión y está comenzando a planear?

Un signo no tan obvio que destaca Anand Sanwal de CB insights es el simple hecho que los founders (y otros líderes) ya no pueden tomarse demasiadas cervezas en las juntas sociales de la empresa. Suena tonto, pero es cierto. A medida que el equipo crece, la cultura de “startup garage”, que tenemos muchas startups al principio, comienza a madurar y los liderazgos también. Además, a medida que la empresa comienza a crecer, los líderes no podemos estar en todo lo que quisiéramos y comienza el gran desafío de delegar y aprender a decir “no”. Como consecuencia, es posible que como founder ya no puedas participar en las entrevistas de todos los postulantes y que no te inviten a todos los panoramas de la compañía (¡ouch!).

Otra característica de este punto de inflexión son las contrataciones. Es muy común (y recomendado) lanzar y construir una startup con un equipo de “generalistas”. Estas son personas que pueden hacer de todo, y que están muy cómodas con eso. Si quieres aumentar tus probabilidades de éxito, es clave tener un equipo que pueda resolver todo tipo de problemas en las primeras etapas. Pero, al momento de escalar tu solución, comienzan las contrataciones de “especialistas”. A medida que creces van surgiendo áreas que ya no puedes manejar con generalistas y necesitas contar con personas que sean las mejores en sus respectivas áreas. Estos profesionales tienen un conocimiento más específico sobre temas particulares. Un ejemplo de una contratación de especialista en nuestra empresa fue nuestra CMO, cargo que en sus inicios lo liderábamos los founders.

Lanzar un segundo producto o servicio exitoso también es muy común en este punto. Para mantener el crecimiento que toda startup busca, hay que expandirse y seguir innovando. Para crecer, una startup no puede quedarse encerrada en su core de negocio, debe siempre mirar más allá. Por ejemplo, en mudango.com, partimos con la gestión digital de mudanzas, pero ahora también ofrecemos bodegas inteligentes y delivery de última milla. A medida que tu negocio crece van surgiendo muchas oportunidades y debes estar atento a cada una de ellas. Si no, será otro el que las tomará. Lanzar productos complementarios es un músculo que debe mantenerse para siempre, incluso siendo una gran empresa. Un ejemplo de esto es Mercado Libre, que hoy ha tenido tanto éxito con su presencia en el mercado de pagos digitales, que esa vertical ya se está convirtiendo en su negocio principal.

Sin embargo, pasar de startup a grown-up no significa dejar de lado el espíritu emprendedor que caracteriza a toda startup. El alma innovadora debe estar siempre presente. Es simplemente otro capítulo de la historia. El secreto está en mantener ese poder de creatividad que nos hace formar parte de esta forma única de hacer negocios, al mismo tiempo que se impulsa una estrategia de crecimiento continuo, apalancada en los buenos procesos y la experiencia.