“En tiempos de incertidumbre, la gente está dispuesta a creer en los más tremendos disparates”

(George Orwell)

Me parece tan curiosa la cantidad de análisis que hacen los estadunidenses para explicar qué debe hacer Obama para ganar su reelección en noviembre. Qué está haciendo bien y qué está haciendo mal. Cómo puede capitalizar la división de los republicanos y cómo puede mostrar mejor el lado oscuro de Mitt Romney.

Análisis van y análisis vienen sobre la importancia de ganarse a los independientes. Sobre lo fundamental que va a resultar la comunidad hispana. Sobre si su declaración en favor de los matrimonios gays le ayudará o le perjudicará de cara a las elecciones.

Si la economía Griega se desploma y el país tiene que salir del euro, la crisis financiera se va a llevar de calle a la economía mundial y el golpe va a incluir sin duda a la frágil recuperación de los estadounidenses.

Me parece curioso porque en esta ocasión el triunfo de Obama tendrá mucho más que ver con lo que suceda en Europa que con lo que suceda en Estados Unidos. Mucho más con el futuro de Grecia, de España y de Francia, que con lo que analice la comentocracia gringa.

Si la economía Griega se desploma y el país tiene que salir del euro, la crisis financiera se va a llevar de calle a la economía mundial y el golpe va a incluir sin duda a la frágil recuperación de los estadounidenses.

Las turbulencias económicas le han costado ya el poder a los socialistas en España, a Berlusconi en Italia, a la derecha de Sarkozy en Francia y, si las cosas no se solucionan bien y rápido, también le va a costar la reelección a Obama... independientemente de lo que diga o haga durante su campaña.

Dos paradas próximas son fundamentales para Obama. La primera es este fin de semana en la reunión del G8.

En Camp David se van a reunir el presidente de Estados Unidos, la canciller de Alemania, Angela Merkel, el nuevo presidente de Francia, François Hollande, el primer ministro inglés, David Cameron, el premier italiano, Mario Monti, el presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso y el presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy.

Obama tendrá que asegurarse que los líderes europeos lleguen a una solución al problema económico (que ya es también político y social) que le permita salir airoso de su segunda y fundamental parada: la elección del 17 de junio en Grecia.

Ahí, el partido de extrema izquierda, anti-austeridad, Syriza, está atrayendo a los electores con la propuesta de su dirigente, Alexis Tsipras. Para él la solución es olvidar el programa restrictivo de austeridad de Merkel y dejar de pagar la deuda al Banco Central Europeo bajo la premisa de que los líderes están blofeando cuando amenazan con sacar a Grecia del euro.

Esta propuesta es música para los oídos de los griegos que quieren todo menos austeridad. Y quieren quedarse en el euro.

Si Obama no logra suavizar la dureza de la propuesta económica de Merkel, este fin de semana, y si los griegos deciden fortalecer al extremismo en sus elecciones de junio por la desesperanza y desesperación con su clase política, las posibilidades de Obama de reelegirse se verán muy disminuidas.

¡Qué irónico! Pese a su enorme popularidad en Europa, Obama depende hoy más de lo que pase en el viejo continente que de lo que puedan hacer él y sus estrategas en UE para reelegirse.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.