La pandemia obligó a las empresas a transformarse de la noche a la mañana: desde el recorte de costos y la reestructuración hasta el traslado de los empleados al trabajo a distancia, siempre que fuera posible. Aunque muchos se han centrado en volver a la "normalidad", la crisis nos ha obligado a forjar un camino mejor. Un ejemplo de ello es el teletrabajo. Muchas organizaciones descubrieron que podían trabajar a distancia de forma eficaz, manteniendo -e incluso aumentando- la productividad. De hecho, el estudio "El futuro del trabajo" de Accenture de 2021 descubrió que el 63% de las empresas de alto crecimiento a nivel mundial ya ha adoptado un modelo laboral de "productividad en cualquier lugar".

En este nuevo contexto, la pregunta es: ¿cómo crecer y satisfacer la demanda prevista sin volver a los niveles de personal y formas de trabajo anteriores? La respuesta es a través de la innovación. A medida que las empresas buscan escalar sus operaciones e impulsar el trabajo híbrido (digital + presencial), es un momento oportuno para pensar en cómo moverse con una mentalidad basada en cero, pensando en las personas, los equipos y las formas de trabajar desde una hoja en blanco. ¿En qué tipo de recursos debemos invertir realmente, haciendo qué tipo de trabajo, para mover la aguja del crecimiento? Si se hace bien, este ejercicio ayudará a las empresas a tener los recursos y las estructuras organizativas adecuadas para crecer rápidamente, pero con costos inferiores a los que tenían antes de la pandemia.

Esta agilidad es fundamental: incluso antes de la crisis, tres quintas partes de las empresas decían que estaban viendo un aumento del impacto disruptivo de las demandas de los clientes en constante cambio y de los nuevos participantes en el mercado. Además, según un estudio reciente de Accenture, 63% de los ejecutivos considera que la lentitud en la toma de decisiones es un obstáculo para la agilidad y la resiliencia. A medida que la demanda de productos y servicios comienza a aumentar, es clave que las empresas reconstruyan inteligentemente sus capacidades, pensando en el tamaño del equipo, las estructuras y los socios adecuados. El objetivo es determinar dónde deben invertir para crecer y dónde debe optimizar para maximizar el margen.

Adoptar un enfoque basado en cero conlleva un triple beneficio: en primer lugar, la empresa podría disponer de nuevos recursos para reasignar a iniciativas de crecimiento y para explorar nuevas ideas prometedoras. En segundo lugar, podría tener una estructura de costos más variable debido a un mayor uso de servicios compartidos y socios externos. Por último, la compañía tendría una base de costos global más baja que antes de la pandemia, con el potencial de ser mucho más rentable en el futuro.

El hecho es que las empresas aprendieron muchas lecciones -y mucho sobre sí mismas- el año pasado.  No deberían olvidar estas lecciones al salir de la crisis. Esto es especialmente cierto cuando se trata de su fuerza de trabajo y su organización. Ahora es el momento perfecto para que las organizaciones se replanteen lo que realmente necesitan para posicionarse para un rápido crecimiento en la recuperación que se avecina.