Estuve en Nicaragua visitando varios bancos, y fue reconfortante escuchar a las instituciones financieras y sus predicciones optimistas sobre el futuro económico y del mercado financiero del país. Al contrario que en Europa y Estados Unidos, con constantes referencias a la crisis y con el ánimo decaído que eso conlleva, los bancos nicaragüenses hablan orgullosos de las mejoras que el mercado y las instituciones han vivido en los últimos años, resultando en un gran desempeño en 2011.
¿Qué es este fenómeno? ¿Están cerrando los ojos ante la realidad? No creo que sea así. En mi opinión, Nicaragua es un mercado que tomó las lecciones necesarias y aprendió de su crisis bancaria de los años 2000-2001 y de la crisis global de 2008. Para superar esos dos dramáticos momentos, los bancos lucharon para mejorar sus políticas internas y hacer sus negocios más rentables; entre otras acciones, apostaron por el apoyo y desarrollo de las pequeñas y medianas empresas (pymes).
Obviamente las lecciones aprendidas por Nicaragua, con su enfoque en el sector primario, no son fácilmente trasladables a otros países. Sin embargo, los bancos globales en crisis pueden tomar ejemplo de estos bancos medianos de Nicaragua.
Nicaragua es un país exportador de productos agrícolas (café, carne, azúcar) y de textiles, y la mayoría de sus empresas son pymes. Los bancos ofrecen a estas empresas productos y servicios que respetan y se adaptan a su negocio cíclico (mayor demanda de financiamiento entre la cosecha y la exportación). Una ventaja de este negocio es que la demanda de productos básicos no se ve tan afectada durante una época de crisis.
Obviamente las lecciones aprendidas por Nicaragua, con su enfoque en el sector primario, no son fácilmente trasladables a otros países. Sin embargo, los bancos globales en crisis pueden tomar ejemplo de estos bancos medianos de Nicaragua. ¿Cómo se hace eso? Volviendo a su principal mercado, apostando por el crecimiento sostenible junto a la comunidad y entendiendo bien el negocio de sus clientes a nivel local. Empezar a entender y aplicar esto podría ser un paso adelante para salir de la crisis de confianza que muchos bancos internacionales están viviendo.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog beyondBanking del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).