1. OTRO AÑO DE CRECIMIENTO MEDIOCRE. El gobierno había pronosticado para este año que el Producto Interno Bruto (PIB) crecería 3,7% en 2015 (a diferencia del pasado, la Secretaría de Hacienda ya no dio una cifra sino un rango que, para este año, establecieron entre 3,2 y 4,2%; el número mencionado es el promedio de éste). Como ha ocurrido desde que empezó este sexenio, volvieron a sobreestimar el crecimiento. Cuando salgan las cifras finales del último trimestre del año, habremos crecido tan sólo 2,4% en 2015.
2. DÓLAR CARO. El 2 de enero de 2015, el tipo de cambio interbancario del peso frente al dólar estadounidense estaba en $14,74. Ayer cerró en $17,36. Esto equivale a una depreciación de 18%. Pero el peso ya venía debilitándose desde noviembre de 2014 cuando un dólar se llegó a comprar en $13,50. Si tomamos en cuenta toda la racha en que el peso comenzó a perder valor frente al dólar, la devaluación ha sido de 29%. No obstante, en términos comparativos con otras monedas de economías emergentes, el peso ha sido de las que más se ha defendido frente al dólar.
Desde que tomó posesión el presidente Peña, consistentemente el sector público se ha quedado corto entre los ingresos que recibe y los gastos que ejerce. Este déficit ha generado un inevitable aumento de la deuda pública.
3. INFLACIÓN BAJA. En ocasiones anteriores, cuando el peso se devaluaba, la inflación inmediatamente se disparaba. No ha sido el caso este año. Por el contrario, el Índice de Precios al Consumidor en 2015 crecerá por ahí del 2,4%. Es la menor inflación de la que se tenga memoria desde que comenzaron a llevarse estadísticas serias al respecto y está por debajo de la meta inflacionaria establecida por el Banco de México (3%). Esto se debe, por un lado, a la caída mundial de los precios de las materias primas y, por el otro, a los primeros efectos de disminución de precios debido a las reformas estructurales aprobadas durante este sexenio.
4. MÉXICO SE VE BIEN. La mayoría de las economías emergentes no crecen o incluso están contrayéndose, sus monedas se han devaluado más que el peso y sus precios internos se han disparado alcanzando inflaciones por arriba de los dos dígitos. En este panorama, la economía mexicana destaca. Sin duda frente a las otras dos economías grandes de América Latina (Brasil, Argentina) y otros países que viven una crisis seria por el derrumbe de las materias primas como Rusia.
5. EL FRENO DEL SECTOR PETROLERO. Dos factores se combinaron este año para que fuera uno de los peores en la historia de este producto: el derrumbe de los precios internacionales y la persistente caída de la producción nacional de crudo. Si quitáramos el sector petrolero de las cuentas del PIB, México, en lugar de estar creciendo al 2,4% al año, estaría creciendo casi un punto más.
6. SE PRENDIÓ EL MOTOR INTERNO. Frente a las penurias del sector petrolero, el crecimiento económico en buena medida vino de un incremento en la demanda interna. El sector de los servicios en la última medición anual estaba creciendo al 3,2%. Las ventas al menudeo han aumentado a lo largo del año destacando de manera particular la de automóviles que tuvieron un crecimiento de 19,6% anual durante los primeros diez meses de 2015, el mayor incremento para un periodo semejante desde el 2000. El consumo aumentó gracias a la baja inflación y el incremento que ha tenido el empleo a lo largo de este sexenio.
7. El GOBIERNO SIGUIÓ ENDEUDÁNDOSE. Desde que tomó posesión el presidente Peña, consistentemente el sector público se ha quedado corto entre los ingresos que recibe y los gastos que ejerce. Este déficit ha generado un inevitable aumento de la deuda pública. La mejor manera de medir esto es con el “saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público”. Al cierre de octubre ascendió a 8,3 billones de pesos lo que significó un aumento de 2,4 billones en los primeros tres años de la actual administración: un incremento nominal de 40% con respecto al saldo de la deuda al cierre del 2012 cuyo nivel era de 5,9 billones de pesos. Como proporción al tamaño de la economía, la deuda pública, al cierre del 2015, será equivalente a 47% del PIB. Cuando tomó posesión Peña era del 37,7%. Durante estos tres años le han metido casi diez puntos del PIB a la “tarjeta de crédito” del sector público. Este progresivo endeudamiento, sin embargo, no se ha traducido en un mayor crecimiento económico debido a que el gobierno mexicano gasta mal.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.