En 1997, cuando el Partido Revolucionario Institucional perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y, en 2000, la Presidencia de la República, México dio un paso definitivo para convertirse en un país con un régimen democrático-liberal.
Nada mal para una nación con una larga tradición autoritaria. Hemos avanzado, sin duda.
Pero también hay que aceptar que todavía tenemos una democracia defectuosa. La solución es arreglarla, no desmantelarla para regresar al autoritarismo.
La Unidad de Inteligencia de la revista The Economist (UITE) recientemente publicó su Índice de Democracia (ID) 2019 (http://www.eiu.com/Handlers/WhitepaperHandler.ashx?fi=Democracy-Index-20...).
De seguir la tendencia actual, y tomando en cuenta la vena autoritaria del actual gobierno, México pronto podría descender de ser una democracia defectuosa a un régimen híbrido entre democracia y autoritarismo.
De acuerdo a este reporte, hay malas noticias. La democracia peligra en todo el mundo o, como dice el académico Larry Diamond, “estamos en una recesión democrática”. Esto explica el surgimiento de los movimientos populistas que han puesto en jaque las reglas de la democracia-liberal.
El Índice de Democracia de la UITE se calcula con base en cinco categorías: (1) pluralismo y procesos electorales; (2) funcionamiento del gobierno; (3) participación política; (4) cultura política; (5) libertades civiles.
De acuerdo a las calificaciones que saque un país en estas categorías, se define si tiene uno de los cuatro tipos de régimen político: (1) democracia plena; (2) democracia defectuosa; (3) híbrido entre democracia y autoritarismo; (4) autoritarismo.
Según el reporte de la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist, “casi la mitad (48.4 por ciento) de la población mundial vive en una democracia de algún tipo, aunque sólo el 5.7 por ciento reside en una plena, bajando del 8.9 por ciento en 2015 como resultado de que Estados Unidos fue degradado de plena a defectuosa en 2016. Más de un tercio de la población mundial vive bajo un gobierno autoritario, gran parte de ella por estar en China”.
El ID va de diez a cero. Noruega es el país más democrático del mundo con una calificación de 9.87. El peor es Corea del Norte, con 1.08.
México tiene una calificación de 6.09 que nos coloca en el lugar 73 de 167 naciones en el mundo.
Somos uno de los 54 países con una democracia defectuosa definida como un régimen donde hay “elecciones libres y justas” e, incluso, si hay problemas (como violaciones a la libertad en los medios), se respetan las libertades civiles básicas.
Sin embargo, existen debilidades significativas en otros aspectos de la democracia, incluidos los problemas de gobernanza, una cultura política subdesarrollada y bajos niveles de participación política”.
Históricamente, el Índice de Democracia para México prácticamente se ha estancado desde 2006 en niveles de seis sin poder llegar a siete. De 2013 a 2019, sin embargo, hay una leve tendencia a la baja.
En la región de América Latina, sólo hay tres democracias plenas: Uruguay, Costa Rica y Chile. México ocupa el lugar 16 de 23 de esta región.
De panzazo se considera una democracia defectuosa ya que, inmediatamente después, aparecen los países híbridos o autoritarios que están peor que nosotros: Honduras, Guatemala, Bolivia, Haití, Nicaragua, Venezuela y Cuba.
En dos de las cinco categorías, México tiene fortalezas: pluralismo y procesos electorales (con una calificación de 7.83) y participación política (7.22).
En dos categorías estamos igual que nuestra calificación global: libertades civiles (6.18) y funcionamiento del gobierno (6.07). Donde estamos fatal es en cultura política (3.13).
De seguir la tendencia actual, y tomando en cuenta la vena autoritaria del actual gobierno, México pronto podría descender de ser una democracia defectuosa a un régimen híbrido entre democracia y autoritarismo.
Cuidado, en este sentido, con pegarle a la categoría donde nos va mejor: pluralismo y procesos electorales.
Quiérase o no, en estos años se ha logrado avanzar mucho en construir instituciones que nos permiten tener elecciones limpias organizadas por los ciudadanos.
Sería un retroceso que se hicieran realidad las múltiples amenazas de Morena y López Obrador a la autonomía del Instituto Nacional Electoral.
Al igual que en la economía, estamos a un pasito de caer en una recesión, pero democrática (citando a Diamond). No lo demos.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.